Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1620
Capítulo 1620:
Doreen se esforzó por crear una división entre Nicole y el niño.
«¿Por qué debería extender mi compasión hacia ti?». A Nicole le hizo gracia y contestó tajante.
«El calvario actual es consecuencia únicamente de tus actos. Mi falta de aplausos es indicativa de mi educación. Sin embargo, tenga la seguridad de que no obstaculiza mi respeto silencioso por el sistema judicial de nuestro país».
El rostro de Doreen palideció de ira, enmudecido e incapaz de replicar una sola palabra.
En ese instante, el ulular de las sirenas de la policía impregnó el ambiente. Un agente se acercó preguntando: «¿Quién ha llamado a la policía?».
Nicole no lo dudó y levantó la mano: «¡Fui yo!».
«Señora, ¿qué ha ocurrido?», preguntó el agente acercándose.
Nicole señaló a Doreen y comentó: «¡Intentó arrojarme ácido sulfúrico!».
Al ver a la policía, a Doreen se le doblaron las piernas. Antes, en un arrebato de cólera tras ser agredida, había hecho que le trajeran una botella de ácido sulfúrico para desfigurar a Nicole.
Ahora, enfrentada a la ley, el pánico se apoderó de Doreen. Soltó: «¡Yo no he sido! Yo no he sido».
Las lágrimas empezaron a correr por el rostro de Doreen, que asumió el papel de víctima.
«Agente, yo también soy una víctima. Fui violada y el agresor afirmó que alguien lo estaba orquestando. Sé quién es, agente. Puedo decírselo».
El oficial, impasible ante la teatralidad de Doreen, respondió frunciendo el ceño con severidad. «Señorita, por favor, aclare lo que está diciendo».
«¡Fue ella! Ella lo orquestó todo. Por eso me enfurecí tanto y recurrí al ácido sulfúrico!». exclamó Doreen desesperadamente.
Doreen era realmente ingeniosa. Al ver que pedir ayuda a Jarrod era inútil, cambió rápidamente de estrategia.
Pintando a Nicole como la titiritera detrás de su asalto, esperaba presentar su propio acto atroz como un crimen de desesperación, una defensa instintiva que podría mitigar su castigo. Sin embargo, el resultado era incierto.
En ese momento, el ulular de las sirenas llenó el aire al llegar una ambulancia. Los paramédicos salieron corriendo y rápidamente colocaron a Jarrod en una camilla.
La espalda de Jarrod mostraba la brutal evidencia del ataque con ácido: quemaduras y ampollas asomaban bajo los jirones de su camisa.
Postrado y dolorido, Jarrod estaba indefenso mientras los paramédicos se preparaban para trasladarlo al hospital.
Mientras los paramédicos trabajaban con urgencia, Doreen sólo pensaba en su inminente destino. Corrió hacia la camilla de Jarrod, le agarró del brazo y le suplicó entre lágrimas: «Jarrod, no puedes dejar que me detengan. Ayúdame, por favor…»
Su agarre se hizo más fuerte y sus dedos se clavaron en las heridas de Jarrod, ya de por sí graves, sin importarle la agonía que le infligía.
El rostro de Jarrod se quedó sin color, su dolor era tan intenso que no podía pronunciar palabra. El sudor le corría profusamente por la frente. Al instante, sus fuerzas se agotaron.
Jarrod había estado luchando por mantenerse consciente, impulsado por un feroz deseo de proteger a Nicole a pesar de sentirse cada vez peor.
Sin embargo, la llegada de la policía y los paramédicos le había permitido un momento de respiro, que se hizo añicos con el doloroso contacto de Doreen. Abrumado por la agonía, sucumbió a la inconsciencia.
Reaccionando con rapidez, un paramédico tiró de Doreen hacia atrás con dureza, reprendiéndola mientras aseguraban a Jarrod en la camilla.
«¿Estás loca? Mírale. Se ha desmayado. ¿Intentas matarlo?»
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