Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1517
Capítulo 1517:
La bruja vestida de rojo salió furiosa de la habitación, deshaciéndose sin miramientos de la víctima que portaba, solo para enfrentarse a un hombre vestido de blanco, cuyo semblante era un enigma entre las sombras.
«¿Cómo has llegado hasta aquí?», le preguntó, sorprendida por su repentina aparición.
El hombre no respondió, su rostro no mostraba ninguna emoción, era un vacío en la oscuridad.
Dentro, la anciana con una corona de pelo blanco como la nieve, conocida como la jefa, preguntó: «Emerie, ¿quién está al acecho fuera?».
Emerie echó un vistazo al joven que tenía delante y respondió con serenidad: «Jefa, no es más que la rotura de un capullo».
«Es una tontería asustarse por una pequeñez», refunfuñó irritado el jefe.
«Mis disculpas. Jefe, yo me encargo», aseguró Emerie, enviando una orden silenciosa al hombre, advirtiéndole que permaneciera quieto.
A continuación, recogió a la víctima que había abandonado y cerró la puerta tras de sí. Mirando al hombre, susurró: «Sr. Watts, vámonos».
Obedientemente, Roscoe siguió a Emerie. Cuando se hizo el silencio una vez más, Nicole se quitó el follaje que tenía pegado al cuerpo y se levantó lentamente.
El rostro de Nicole seguía pálido, por haber estado a punto de quedar al descubierto. Una oportuna intervención la había salvado, una patada en el tobillo la hizo caer bajo una cascada de hojas justo cuando Emerie salía.
Aunque Nicole no había vislumbrado a su salvador, el nombre pronunciado lo confirmó. Era Roscoe. ¿Podría ser que conservara algún atisbo de cordura, fingiendo tener amnesia?
Nicole no podía comprenderlo todo, pero sabía una cosa con certeza. Roscoe la había rescatado. Tal vez el parásito no había consumido por completo la mente de Roscoe y tal vez fingía obediencia. Esta idea encendió un destello de esperanza en Nicole. Si podían unirse, sus posibilidades de escapar serían mayores.
Volviendo al árbol al que había subido antes, Nicole emprendió la ardua escalada hacia arriba. Recordando la instrucción susurrada de Roscoe de instarla a volver, Nicole reflexionó sobre su significado. La mención de otra píldora de Emerie aludía a su seguridad hasta la inminente ceremonia de dentro de tres días.
En cuanto a la eficacia de la píldora, Nicole supuso que ya había consumido dos dosis. Una tercera parecía intrascendente. Si efectivamente se trataba de unas píldoras con efectos equivalentes a los de aquellos elixires, tal vez Austin no tendría que soportar su aflicción. Un remedio podría estar en el horizonte.
Sin embargo, a pesar de la mejoría de su estado, Nicole seguía recelosa de permitir que Austin digiriera la píldora sin descubrir antes su contenido y efectos secundarios. Decidió buscar atención médica adecuada cuando escapara para comprobar los efectos.
Levantándose con dificultad, Nicole se acercó a la puerta. Una repentina ráfaga hizo temblar sus piernas y una serpiente escarlata pasó zumbando junto a su oído. La serpiente guardiana se despertó y la asaltó por seguir adelante.
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