Capítulo 1358:

La noche anterior, Jarrod había recibido una llamada telefónica que cambió radicalmente su expresión, tras lo cual había dado instrucciones a Alec para que localizara a Nicole.

Alec descubrió más tarde que la llamada había procedido de Jemma. No podía comprender por qué Jemma llamaría a Jarrod en lugar de ponerse en contacto con la familia de Nicole o con la policía tras descubrir la desaparición de Nicole. Aquella llamada casi le había costado la vida a Jarrod.

Alec pensaba investigar más a fondo a Jemma cuando estuvieran de vuelta, pues sospechaba que había algo raro en ella. Su instinto le decía que Jemma no era una persona corriente.

Cuando Alec se enteró de la última ubicación conocida de Nicole, se dio cuenta de que se había topado con un grupo peligroso con el que no se podía jugar.

A pesar de las objeciones de Alec, Jarrod estaba decidido a encontrar a Nicole.

Había pasado un día y una noche enteros buscando, ignorando los llamamientos de Alec para que descansara.

Más tarde, al enterarse de que Nicole podría estar en aquella base, Jarrod se marchó sin esperar a Alec.

Cuando Alec alcanzó a Jarrod, éste ya estaba en una ambulancia.

Alec no tenía ni idea de lo que había ocurrido antes.

En la sala de Jarrod había un gran ramo de flores, del tipo que suele enviar una chica.

La expresión de Jarrod se ensombreció y estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió de golpe.

«Hola. Se acercó una chica de aspecto dulce.

Jarrod no la reconoció.

Al ver la cara de Jarrod, la chica quedó momentáneamente cautivada. Se acercó y dijo: «Señor, gracias por rescatarme a mí y a las otras chicas del camión».

Dejó la cesta de fruta que llevaba. Jarrod permaneció en silencio y ella se resistía a marcharse. Nunca esperó que su salvador fuera tan apuesto.

Para ella, Jarrod poseía una presencia autoritaria, incluso con vendas alrededor de la cabeza. Se parecía al príncipe azul de los cuentos de hadas que había leído.

Los ojos de Jarrod eran penetrantes, sus rasgos llamativos. Era raro que las chicas de clase baja conocieran a alguien como él.

«Señor, ¿puedo pelarle una manzana?», le ofreció la chica.

Cuando cogió la manzana, una voz severa intervino. «No es necesario. Váyase, por favor». El tono de Jarrod era frío y distante.

La chica, sorprendida, se sintió avergonzada mientras cogía la manzana.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y dijo: «Señor, sólo quería expresarle mi gratitud».

Jarrod respondió con frialdad: «No hace falta que me des las gracias. No pretendía salvarte entonces».

La chica se quedó de piedra. Si Jarrod no había tenido intención de salvarlas, ¿por qué se había enfrentado a aquellos despiadados traficantes de personas? Sus actos prácticamente habían puesto su propia vida en peligro.

Ante la respuesta de Jarrod, Alec se quedó sin habla.

De vuelta al lugar de los hechos, se tomaron fotos de la ambulancia y los medios de comunicación no tardaron en enterarse de la contribución de Jarrod para salvar a aquellas chicas secuestradas.

Glorificaron el hecho, pregonando los logros de Jarrod al salvar a toneladas de chicas secuestradas.

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