Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1343
Capítulo 1343:
Nicole fingió miedo a la muerte. El hombre tomó el éxito anterior de Nicole al atacarle como un mero golpe de suerte, negándose a creer que pudiera ser dominado por una mujer delicada como Nicole. Prefirió engañarse a sí mismo antes que aceptar una verdad tan embarazosa.
Sin embargo, Evelyn no se creyó la actuación de Nicole y se mantuvo en alerta máxima. Las mujeres entendían mejor a las mujeres, pensó, y ella podía ver a través de Nicole. Estaba segura de que Nicole no era tan obediente como pretendía ser.
Evelyn ordenó entonces al hombre: «Métela en el coche y prepárate para venderla esta noche».
Nicole sintió un escalofrío. ¿De verdad pensaban venderla esta noche?
El hombre soltó una de las ataduras de Nicole, sólo para volver a atarla y empujarla hacia el vehículo.
Nicole avanzó lentamente, reflexionando sobre su huida. Su inminente secuestro significaba enfrentarse a peligros desconocidos. Este momento era su única oportunidad. Sin embargo, escapar parecía inútil con cuatro o cinco personas rodeándola.
Impaciente por el ritmo de Nicole, el hombre tiró de la cuerda y le espetó: «Deja de arrastrar los pies. Muévete más deprisa».
Nicole, consciente de sus limitadas opciones, decidió atraer al hombre.
En un tono suave y coqueto, le dijo: «Amable señor, estoy aterrorizada. ¿Adónde vamos?»
Los ojos del hombre se entrecerraron con desconfianza. «Deja de hacer preguntas prohibidas. ¿Por qué tan parlanchina? ¿Estás tramando una fuga como decía Evelyn?».
Al mencionar a Evelyn, Nicole comprendió que era la mujer de gafas. Fingiendo estar asustada y llorosa, suplicó: «Nunca me atrevería, amable señor. Su rostro parece tan amable. Confío en usted. Sólo hablo con usted porque siento que no me haría daño…».
Su halago pareció funcionar. El hombre, claramente complacido, respondió: «En efecto, disfruta de estos últimos días agradables. Los próximos que conozcas no te verán como humana».
El miedo de Nicole se intensificó y rompió a llorar. «Amable señor, por favor, no quiero irme. ¿No puede ayudarme?»
El hombre no se inmutó, pero le tranquilizó: «Sube al coche. No puedo liberarte, pero me quedaré contigo hasta el final de este viaje». Su risa lasciva resonó, sin cambiar sus verdaderas intenciones.
La ansiedad de Nicole se desvaneció momentáneamente. Aún había una posibilidad mientras el hombre siguiera interesado en enrollarse con ella.
Según Evelyn, los hombres a menudo se dejaban llevar por sus deseos, lo que sólo podía acarrearles problemas. Nicole sólo tenía que esperar el momento oportuno.
Antes de subir al coche, Nicole fingió vacilar y preguntó: «¿Vendrás a verme más tarde?».
El hombre se acarició la barbilla, con una respuesta ambigua. «¿Quieres que vaya a verte?».
«Por supuesto. Eres el único al que no tengo miedo», respondió Nicole.
El hombre, prendado, pareció olvidar la herida que Nicole le había causado en la cabeza. «De acuerdo, pequeña belleza. Buscaré un momento antes de que te vayas…».
Nicole se relajó ligeramente y subió al coche. Al cerrarse la puerta, su expresión cambió a una de fría determinación.
Dentro había otras dos chicas, más jóvenes y con heridas visibles en la cara. Estaba claro que las habían castigado duramente, pues miraban a Nicole con ojos muy abiertos y temerosos, dudando si hablar o no.
Nicole habló con calma. «No tengáis miedo. No perdáis la esperanza».
Las chicas parecieron un poco tranquilizadas por su presencia.
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