Capítulo 1154:

Raegan se apresuró a explicar: «Mi madre y yo hemos sido secuestradas. Creo que los secuestradores podrían estar siguiéndonos».

La operadora respondió con calma profesional: «¿Puede describir a los secuestradores y darme su ubicación exacta, por favor?».

«El secuestrador es un criminal internacional con numerosos delitos. En cuanto a nuestra ubicación, parece que estamos cerca del mar, y el GPS indica que estamos en Blue Sea Island», detalló Raegan. Hizo hincapié en que Davey es un delincuente internacional, con la esperanza de captar la atención inmediata de la policía.

Dada la exposición de Davey, Erick y su equipo probablemente averiguaron mucho sobre su pasado. Llamarle criminal internacional no iba desencaminado.

El otro extremo permaneció en silencio durante unos segundos.

Justo cuando Raegan empezaba a sentirse incómoda, una voz masculina familiar rompió el silencio. «Raegan, ¿soy realmente un criminal internacional?».

Raegan entró en pánico y estuvo a punto de apagar el sistema de comunicación del coche.

Parecía que Davey tenía ojos dentro del coche. Dijo: «No te molestes en colgar. Sé dónde estás. Podrías conducir durante diez horas y, aun así, nadie te encontraría».

Las manos de Raegan temblaban de rabia. El sistema del coche estaba bajo el control de Davey, y el operador era una farsa.

La voz de Davey era tranquila mientras daba instrucciones: «Detén el coche y espera. Iré a por ti y a por tu madre».

Tras una pausa, añadió con frialdad: «Si le pasa algo a tu madre, tampoco tendrás que preocuparte por Vivir».

Su tono despreocupado transportó a Raegan a aquella noche lluviosa, el miembro roto, el hombre del traje rojo, la lluvia implacable…

A Raegan se le erizó la piel de miedo. Su padre biológico, que decía que la protegería, volvía a amenazarla de muerte. Sólo porque veía rebeldía en ella, prefería cortarle las alas antes que dejarla ser libre. Davey era un verdadero monstruo.

Raegan supuso que si Casey recuperaba el sentido mientras estaba con Davey, la muerte parecía inevitable. Este hombre era egoísta y obsesivo, siempre siguiendo sus retorcidos deseos. Los lazos familiares no significaban nada para él. Acababa de dar su última advertencia.

«Bip…»

Raegan apagó el sistema, arrancó el reposacabezas y lo estrelló contra la pantalla inteligente.

Cortó el control del coche de Davey por completo.

Tratando de reiniciar el coche, Raegan se sorprendió al ver que no se movía. Estaba muerto, no respondía a ningún intento de arranque.

El sudor corría por la cara de Raegan cuando se dio cuenta de que el coche estaba controlado por un sistema inteligente, y Davey probablemente lo había desactivado.

Eso explicaba por qué le había dicho con tanta confianza que le esperara obedientemente.

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