Capítulo 1153:

Casey, aún conmocionada, parecía aturdida y sólo parcialmente consciente, el peso del largo encierro pesaba sobre ella.

Sin embargo, la presencia de Raegan mejoró ligeramente su estado. A pesar de su confusión, las palabras de Raegan resonaron profundamente. Escapar se había convertido en su fuerza motriz.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Casey mientras golpeaba la ventana. Raegan se dio cuenta y la abrió lo suficiente para su seguridad.

No era lo bastante ancha como para que Casey sacara la cabeza, pero estiró los dedos con alegría, atrapando la brisa y aspirando el aroma. Su expresión era de puro alivio. Era el olor de la libertad.

Al ver a su madre así, Raegan supo que todos sus riesgos habían merecido la pena. Tenía las manos frías por el sudor. Contaba con que Davey tuviera una pizca de conciencia.

Davey era lo bastante astuto como para haber previsto los movimientos de Raegan desde el principio. Ella lo estaba desafiando. Después de todo, a quién si no se le ocurriría asegurar a su madre en el asiento más seguro durante una huida tan frenética, donde uno estaría más a salvo si hubiera un accidente.

Davey reconoció la determinación de Raegan cuando vio que el coche se alejaba a toda velocidad y supo que si él no hubiera abierto la puerta, ¡ella habría estrellado definitivamente el coche! Estaba claro que Raegan había pensado en la seguridad de Casey, lo que demostraba su determinación.

Después de conducir un rato, Raegan encendió el navegador para averiguar su ubicación.

Al no conocer bien los alrededores de Aurora, ni siquiera estaba segura de que siguieran en ella, ya que no había señales en las carreteras. Parecía como si estuvieran dando vueltas en círculos.

Cuando Raegan por fin se ubicó, el sistema del coche anunció que estaban en Houghton.

Raegan se quedó de piedra. ¡Habían llegado a Houghton!

Estaba lejos de Aurora, al otro lado de un vasto mar. Aunque remoto y oculto, era hermoso.

Al parecer, Davey había conseguido sacarlos de Aurora por agua. No podían haber salido por tierra o por aire.

Las rutas acuáticas, al ser menos predecibles y tener más puntos de escape posibles, hacían más fácil escabullirse.

Parecía que Davey planeaba trasladarlos de Houghton a otro lugar, probablemente sin quedarse mucho tiempo. Por eso era tan difícil seguir sus movimientos.

Al darse cuenta de esto, Raegan por fin comprendió. No era de extrañar que su señal no hubiera traído rápidamente a Erick y a los demás. Con la distancia de todo un país entre ellos, ni siquiera la respuesta más rápida podía ser instantánea.

«Por favor, ayúdame a llamar a la policía», pidió Raegan al sistema inteligente del coche en un idioma extranjero.

El sistema respondió: «Conectando ahora con la estación de guardacostas de Houghton».

A Raegan se le aceleró el corazón. Había especulado que muchos sistemas de los coches podían conectar con los servicios de emergencia, aunque no pudieran hacer llamadas telefónicas normales. Si podía comunicarse con la policía local, podrían resistir a salvo hasta que llegara Erick. Davey era influyente, pero su alcance no se extendería a todos los países.

Raegan aparcó y esperó nerviosa la conexión.

Tras dos pitidos, la llamada entró. Una voz, entrecortada por el tintineo de las teclas del teclado, preguntó: «Hola, ¿en qué puedo ayudarle?».

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