Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1134
Capítulo 1134:
Tras responder a sus preguntas, se dispuso a marcharse una vez más. Sin otro recurso, Raegan derramó «accidentalmente» su vino sobre él.
«¡Oh!» Disculpándose profusamente, Raegan fingió angustia: «Lo siento muchísimo, señor Glyn. Su traje… Es culpa mía…».
Cogió un pañuelo para limpiar la mancha, pero Davey retrocedió visiblemente ante el contacto físico y dio un paso atrás para evitar que la tocara.
Ruborizada por la vergüenza, Raegan retiró la mano y continuó: «Sr. Glyn, permítame que rectifique. Nuestro modisto ha preparado trajes adicionales para esta ocasión. Me encargaré de que elijas el que más te convenga».
Su razonamiento era sólido. Davey no podía negarse, dado el fuerte olor a vino y la incomodidad del residuo pegajoso.
A pesar de su disgusto, no tenía alternativa, pues no había traído un traje de repuesto. De mala gana, asintió con la cabeza.
Raegan hizo un gesto, llamando a un sirviente. Le ordenó: «Escolta al señor Glyn a la habitación de invitados para que se cambie».
El criado obedeció y se dirigió a Davey: «Por aquí, señor Glyn, por favor».
Davey siguió la indicación del criado.
Al observar cómo se alejaba Davey, Raegan murmuró discretamente por los auriculares: «Erick, está de camino».
Dentro de la habitación, una puerta estaba preparada para cerrarse automáticamente en cuanto entrara Davey.
Esta contingencia formaba parte de la estrategia de reserva de Erick.
Tras fracasar el plan inicial con el vino drogado y dada la habilidad de Davey para la evasión, Erick decidió que atraer a Davey a una habitación concreta con falsos pretextos era la apuesta más segura.
Este enfoque garantizaría la contención de Davey sin arriesgarse a dañar a los demás.
Mientras Davey se acercaba a la trampa, Raegan lo observaba con la respiración contenida, demasiado ansiosa para escuchar los brindis de los demás invitados.
Stefan se dio cuenta de su distracción y le advirtió rápidamente que se involucrara, receloso de que Davey pudiera tener informadores entre la multitud que pudieran poner en peligro su plan.
Poco después, Raegan recibió una actualización a través del auricular de su ayudante, Judd. «¡Señorita, han encerrado a Davey!».
Su tensión se disolvió al instante al oír la noticia.
Con Davey bien detenido, Erick podía centrarse ahora en ejecutar con seguridad el rescate de su madre.
Raegan hizo un gesto de confirmación con la cabeza a Stefan, y éste explicó rápidamente a los invitados que Raegan se encontraba mal y necesitaba retirarse a descansar entre bastidores.
Mientras tanto, los dos bebés, que habían aparecido brevemente en el acto, fueron retirados debido a su inquietud.
Sin que los espectadores lo supieran, estos «bebés» eran en realidad sofisticados muñecos de carne y hueso creados por Erick, equipados con llantos pregrabados.
Estos muñecos eran parte integrante del engaño previsto en su plan.
En un principio, Erick pensó en utilizar bebés de verdad como señuelos, pero Raegan desechó inmediatamente la idea, movida por el instinto maternal de proteger a los niños de posibles daños.
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