Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1079
Capítulo 1079:
El objetivo de Stefan era calmar la ansiedad de Raegan, pero una vez que ella consintió en escuchar, él mismo empezó a sentirse nervioso. Esto era nuevo para él, pues llevaba 30 años soltero y nunca antes había sentido algo tan fuerte.
«Aunque mis antecedentes familiares no son los mejores, me he propuesto distanciarme de ellos. En el futuro, prometo no tener malos hábitos, ni infidelidades. Sólo te amaré a ti. Si formamos una familia, me comprometeré plenamente y me esforzaré por ser un buen padre. En cuanto a los hijos, si decides no tener más, Janey, Juan y Westin serán los únicos hijos de mi vida».
Juan y Westin eran los nombres que Raegan había elegido para sus bebés aún no nacidos.
Raegan simplemente quería que sus hijos llevaran una vida despreocupada y sencilla.
Sinceramente, la declaración de Stefan fue conmovedora. Estaba dispuesto a renunciar a tener hijos biológicos y abrazar a los tres como si fueran suyos. Semejante dedicación era poco frecuente.
Pero Raegan dudaba en volver a abrir su corazón al amor. A menudo había oído que el amor llevaba al dolor. Se había enfrentado a muchos retos y, a pesar de sus esfuerzos, aún no había visto un resultado favorable.
De repente, Raegan pensó en Nicole, que había sufrido enormemente a causa del llamado amor, con el espíritu destrozado y aparentemente irreparable.
Sin embargo, ahora que se había liberado, Nicole parecía estar prosperando.
Raegan pensó entonces en sus tres hijos. Creía que podría criarlos bien, pero le preocupaba la ausencia de una figura paterna y su posible efecto en su desarrollo.
Al notar la mirada pensativa de Raegan, Stefan la tranquilizó: «Raegan, no hay necesidad de precipitar tu respuesta. Podemos abordar primero nuestros retos actuales y avanzar a un ritmo cómodo. Incluso si decides no hacerlo, lo entenderé».
Al oír esto, Raegan se sintió cada vez más cohibida. «Stefan, mi vida dista mucho de ser corriente. Temo que acabe decepcionándote…», confesó.
Aunque Stefan era innegablemente noble, Raegan dudaba de su capacidad para corresponder a sus sentimientos románticos. Para ella, Stefan siempre había sido como un hermano, parecido a Erick. Su vínculo le parecía familiar. Se preguntaba si su relación podría evolucionar más allá sin causar complicaciones.
Responder ahora sería prematuro e irresponsable. Por lo tanto, se encontraba en un profundo conflicto.
Stefan sonrió cálidamente: «Raegan, la elección es mía. No debes sentirte presionada. Es decisión mía perseguirte, y estoy preparado para afrontar los resultados de mis actos. Por favor, no te sientas obligada. No tengo intención de hacerme pasar por marido sólo para estar cerca de ti. Eso sería despreciable. Mi deseo es transmitir mis sentimientos con transparencia e integridad. Pero siempre tienes la libertad de retirarte».
Cualquiera que escuchara esta conversación se sentiría sin duda conmovido.
No se trataba sólo de interés romántico. Era admiración por la franqueza de Stefan.
Ante tanta sinceridad, Raegan se sintió indigna de su afecto. Tras un momento de reflexión, respondió: «Stefan, valoro mucho tus sentimientos…».
Este tipo de comienzo suele ser señal de rechazo.
La expresión de Stefan se ensombreció ligeramente. No había presionado para obtener una respuesta inmediata porque temía un rechazo rápido. Eso le dejaría sin siquiera el consuelo de un amor no correspondido.
«Pensaré en lo que has dicho -le dijo Raegan.
A Stefan le pilló desprevenido, no esperaba que ella considerara su propuesta.
Raegan admitió que Stefan no le desagradaba. Si se planteaba formar una nueva familia, Stefan sería un compañero excelente. Además, aspiraba a ser mejor persona, alguien que pudiera guiar eficazmente a sus hijos. Tener una pareja estable y comprensiva como Stefan sin duda le simplificaría la vida.
Antes, cuando sólo tenía a Janey en su vida, Raegan pensaba que podría arreglárselas sola. Ahora, con dos hijos más en camino, su perspectiva había cambiado. Stefan era emocionalmente maduro, aunque tendía a evitar las declaraciones grandilocuentes.
Tras una pausa, Stefan consiguió decir: «Gracias, Raegan».
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