Capítulo 1025:

Después de una semana tranquila, en este buen día, Raegan planeó dar un paseo después de comer. Embarazada de seis meses, no podía quedarse encerrada en casa continuamente, ya que su médico le había aconsejado hacer algo de ejercicio.

Sin embargo, con los numerosos espías de la familia Clifford a su alrededor, Raegan era precavida y, en general, evitaba pasear.

Raegan y Stefan residían en habitaciones diferentes de la villa, ella en el piso de arriba y él en el de abajo, manteniendo el disfraz.

Durante los tres primeros días, ni siquiera salieron.

Circulaban rumores de que eran inseparables, que permanecían encerrados en sus habitaciones sin salir de ellas.

Incluso durante la cena con el padre de Stefan, éste había reconocido su estrecho vínculo pero les había aconsejado que fueran cautelosos, dado que el embarazo de Raegan no era un asunto trivial.

Después de la cena, el padre de Stefan incluso sugirió que Stefan podría tomar una concubina para satisfacer sus necesidades.

Stefan se negó en redondo, señalando que sólo llevaban tres días casados. Sin embargo, su padre ya estaba pensando en una concubina para él.

Este incidente pone de manifiesto la inferioridad de la mujer en Aurora.

En opinión de aquellos hombres, las mujeres eran meras herramientas para la reproducción y el placer físico, desprovistas de todo derecho.

Raegan comprendió por qué Stefan optó por un falso matrimonio para alejarse de la familia Clifford, ya que cualquier persona con una educación moderna tendría dificultades para tolerar unas opiniones tan anticuadas y opresivas.

Después de comer, Stefan llevó a Raegan a dar un paseo por un parque cercano a la villa.

Como nunca había estado fuera de la mansión de la familia Clifford en Aurora, a Raegan todo lo de fuera le parecía intrigante. Por el camino, absorbió con avidez los paisajes circundantes, mientras Stefan compartía historias relacionadas con las costumbres locales.

Su conversación fluía con facilidad, libre de cualquier incomodidad.

Detrás de ellos, un todoterreno negro les seguía a paso tranquilo.

Stefan pudo ver al conductor del todoterreno por el retrovisor.

Aunque no reconoció al conductor, sospechó del hombre del asiento trasero.

Stefan miró a Raegan, que parecía no darse cuenta, aún cautivada por el paisaje de la carretera.

Stefan prefirió no mencionarlo.

Cuando llegaron, Stefan abrió la puerta del coche a Raegan y le ofreció la mano para ayudarla. Fue un gesto un tanto íntimo, parecido al de una auténtica pareja.

Raegan dudó, insegura de aceptar su ayuda.

Al notar su vacilación, Stefan le explicó: «El suelo está cubierto de guijarros, así que te apoyaré para que camines con seguridad».

Avergonzada por su vacilación, Raegan se dio cuenta de lo considerado que era siempre Stefan y pensó que no era razonable que se sintiera incómoda por un acto tan insignificante. Le tendió la mano, que Stefan cogió con firmeza.

Después de desembarcar, Stefan la mantuvo agarrada hasta que hubieron pasado el sendero de guijarros. Luego caminó junto a Raegan sin tomarla de la mano.

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