Capítulo 98:

“Franco…”

“Vic…”

La hizo girar y quedar frente a él.

“Ya pasó la media noche, ¿Recuerdas que te dije ayer que hoy hablaríamos?”

“Sí, pero no sé si pueda hoy, estoy confundida, tú me confundes, Franco”

“Ven conmigo, Victoria”

La tomó de la mano, la llevó hasta el coche y la metió en él, condujo hasta la mansión sin parar y sin emitir ni una palabra.

Al llegar le abrió la puerta del coche y tomándola de la mano la llevó directo a su dormitorio.

Pasó el cerrojo.

Ella lo miraba con ansiedad.

Él se acercó lentamente y cuando estuvo frente a ella.

“¿Qué es lo que hacemos aquí?”

“Mira, todo lo que te dije en la fiesta es verdad”

“No te entiendo, ¿Franco?”

“Que estoy enamorado de ti, que te metiste debajo de mi piel. Vic, te amo, como ya te lo había dicho, te necesito en mi vida, Victoria, esto ya no es una cuestión de contrato”

“No sé qué decir, Franco”

“¿Y si me dices que sientes?, ¿Y si me dices si quieres casarte conmigo, pero de verdad?”

Victoria sintió que se desmayaba.

Pero no lo hizo.

“Yo te amo, Franco, te amo desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez en la ONG, ¿Sino cómo crees que hubiera aceptado semejante locura, si no era para estar cerca de ti?”

“¿Te casarás conmigo entonces?”

“Sí, lo haré”

Le tomó el rostro con ambas manos y la beso reiteradas veces.

Es como si quisiera que sus lenguas se fundieran.

Nadie la había besado así y Franco no había besado así a ninguna mujer antes que ella, pues sus besos eran de amor.

Se separó un poco de ella y le sonrió.

“No”

“Ahora sí es el momento…”

“¿Momento de que, Franco?”

“De decirte; Vic, estas especialmente bella y sensual. Me gustaría meterte en mi cama y hacerte el amor y sentirte gemir de placer mientras dices mi nombre”

Victoria recordó a la perfección esas palabras dichas por Franco la primera noche que pasaron juntos en la casa de campo, cuando él le pidió para dormir con ella.

Y se sonrojó, al punto de arderle el rostro.

“¿Qué dices?, ¿Me dejas borrar esos malos recuerdos que tienes?”

Ella no respondió.

Solo asintió con su cabeza.

Franco sonrió satisfecho.

Se colocó a la espalda de Victoria y le quitó la faja de la cintura, mientras le besaba un hombro.

Luego le bajó muy lentamente el cierre del vestido, haciendo que la espalda de la joven quedara descubierta.

Le pasó la mano a lo largo de la columna haciendo que ella g!miera y temblara a la vez.

Le pasó la lengua desde el hombro hasta la oreja, pasando por su cuello y se detuvo allí, sosteniéndole con una mano la barbilla hacia arriba para que lo dejara totalmente a su merced.

De pronto Victoria sintió que el vestido se deslizó por su cuerpo quedando en el suelo.

Franco la tomó en brazos y la llevó a la cama.

Allí le quitó con suma delicadeza los zapatos, medias y toda la ropa que le quedaba, hasta dejarla completamente desnuda.

Se enderezó y, sin dejar de observarla, se quitó su ropa.

Ella había cerrado sus ojos y la respiración era entrecortada. Franco se puso sobre ella, haciendo que sintiera el calor de su cuerpo desnudo.

“Vic, voy a hacerte el amor en este preciso instante, pero quiero que estés cómoda, que lo disfrutes, si hay algo que no te gusta me lo digas y sobre todo quiero que confíes en mí y te entregues por completo”

Ella asintió con la cabeza.

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