Capítulo 83:

“¿Quién es Carla?”

Pregunto Victoria.

“Victoria, ya me estoy metiendo en bastantes problemas por decirte esto, el resto que te lo cuente Franco, ¿Sí?”

Dijo Luciano.

Ese ‘si’ sonó a alguien desesperado.

“Ok, se lo diré, tranquilo”

Dijo Victoria.

“Gracias, ahora me voy que empieza la reunión con Pablo”

Dijo Luciano después de soltar un suspiro.

“¿Estás yendo a las reuniones?”

Sonó sinceramente feliz.

“Sí, estoy intentando dejar toda esta mierda”

Dijo Luciano.

“¡Qué alegría, Luciano!, estoy muy feliz por ti”

Dijo Victoria contenta.

“Gracias, muchas gracias”

Respondió Luciano.

El joven se emocionó, pues la joven mostraba real interés en su bien estar.

“Entra ya, y dale cariños a Pablo de mi parte”

“Se los daré, te mando un beso – Igual para ti”

Luciano, si bien se daba por ‘muerto’ por la conversación con Victoria, más aun haciendo solo instantes que le había dicho a su hermano que no hablaba con ella, se sintió reconfortado por la joven, ya que su hermano se mostraba indiferente y su abuela no le prestaba demasiada atención.

Franco y Victoria ya estaban a punto de llegar a la mansión.

Sabían que les tocaba vivir días muy intensos.

“Sabes que la abuela estará muy acelerada”

Dijo Franco mientras colocaba la mano sobre la rodilla de Victoria.

Ella le puso la suya arriba y se la aprisionó.

“Lo sé, lo sé”

Franco detuvo el coche.

“Mira, si no estás segura, si quieres que lo echemos para atrás, fingimos una discusión y pronto, lo aplazamos indefinidamente”.

Explico Franco.

“Franco, no te preocupes, estaré bien”

Se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla, pero muy cerca de la comisura de los labios.

Ella se sonrojó.

“Adoro cuando te sonrojas”

Sonrió y continuo el viaje.

Al llegar a la mansión se encontraron con la sorpresa de que no había nadie, solo la servidumbre.

Rebeca salió a su encuentro.

“Bienvenido, niño”

“Gracias, Rebeca, pero te he dicho mil veces que dejes lo de niño, ya estoy grandecito para eso, además voy a casarme…”

Se rio.

“Es que no me acostumbro, Franco”

Lo abrazó.

“Felicidades, no tienes idea de cuánto me alegro por ti. Tienes derecho a ser feliz, pero sobre todo a con quién serlo”

“Gracias, Rebeca”

“Victoria, felicidades a ti también, te llevas una joya, este muchacho vale oro. Ven aquí, déjame abrazarte”

Victoria se acercó y Rebeca la estrujo en un abrazo.

La joven no quitaba los ojos de Franco y quien no dejó de mirarla en ningún momento.

Pudo observar lo tensa que ella se ponía.

Así que decidió rescatarla.

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