Vendida como novia de un magnate -
Capítulo 7
Capítulo 7:
POV Don Rafael.
´Sofía… Sofía Martínez… mi papá… él ha muerto… me han vendido a un hombre… quieren que me case con él … Don Rafael´.
Masajeé, mi sien todo el tiempo, mientras el auto iba en la dirección de la mansión.
No sé por qué me sentía sofocado, desde esta mañana cuando recibí la noticia de que mi amigo había tenido el accidente, el día se había arruinado, y es como si volviera a vivir todo de nuevo.
No esperé que me abrieran la puerta cuando me bajé, caminé hacia la entrada mientras el ama de llaves me recibió para decirme que la abuela estaba en el jardín.
Caminé apresuradamente hacia ella, y luego vi cómo su mirada se levantó con mi llegada.
“Dame buenas noticias… ¿Cómo se encuentra?”.
Apreté mis dientes y negué.
“Van a donar sus órganos… me llamaron solo para ser una firma legal”.
Ella quitó toda la expresión del rostro y bajó la mirada.
“Entiendo… por cierto… la boda de tu padre… parece que la cancelaron”.
“¿A sí?”.
La abuela volvió la mirada a mí.
“¿Estás bien?”, sacudí mi cabeza y me senté a su lado.
“Abuela… hay algo que debo hacer… y sabes que no te escondo nada… pretendía irme a E$tados Unidos un tiempo, hacerme cargo de unos negocios allá, pero”.
“¿Has peleado con tu padre de nuevo?
La miré detenidamente. Helena era una mujer demasiado fuerte, por supuesto que alguien como ella no podía ser la madre de mi padre y cuando la miraba detenidamente, podía ver a mi propia madre en ella.
Siempre correcta, delicada, hermosa.
¿Cómo pudo mamá toparse con alguien como Rafael Bailléres?, aún no lo podía entender, ni siquiera yo conservaba el apellido de ese hombre, porque al contrario de él, la Familia Koch había sido ejemplar en todos los sentidos.
La Abuela Helena había sido millonaria desde cuna, pero era entendible que Rafael pescara a mi madre cuando apenas se establecieron en México, él necesitaba capital, y ellas lo tenían, junto a mi abuelo materno, que siempre fue empresario desde su juventud.
“He estado pensando”, dije las primeras palabras tomando su mano y besándole el dorso.
“Ha pasado algún tiempo desde”, me frené de golpe.
“Me casaré abuela”.
Sus ojos se abrieron impactados ante la información.
“¿Qué? ¿Con quién?”.
Odiaba mentirle a ella, así que negué varias veces.
“Es un cuento largo, abuela, pero la verdad hago esto por salvarle la vida y por”.
“Gael… ¿De qué estás hablando?”.
“Es complicado… te lo explicaré… ella puede cuidar a Camila”.
“Gael… Camila tiene muchas enfermeras a su disposición, ¿Qué es lo que pretendes?”.
“Ya lo entenderás”.
“Cariño”, ella insistió tomando mi mano cuando intenté levantarme.
“¿Por qué estás torturándote de esta forma?
“Basta, abuela”, me levanté de inmediato.
“La conocerás pronto, habrá una boda aquí, y envíale una invitación a mi padre de forma anticipada”, sonreí mientras ella no menguó su rostro serio.
“Y ¿Qué les diremos a ellos?”, apreté mi mandíbula y me frené en mi caminar.
“Yo me encargaré de ello. Ahora, tengo que atender unos asuntos de la empresa, te llamare luego”.
“¿Pasarás a ver a Camila?”.
“No”, le di un beso en la frente y luego le dije al chofer que me entregara el auto para ir a la empresa.
Me tomé el tiempo para arreglar el asunto del padre de esa chica, y luego, me confirmaron que la cremación podía realizarse mañana mismo, pero me detuve en ver que posiblemente ella no quisiera eso, tal vez lo mejor, era enterrar a su padre de forma natural.
Tomé el teléfono para que todo sucediera mañana y luego, al final de la tarde, me fui a la mansión.
Me desperté antes de que sonara el despertador, tomé un poco de desayuno y luego un hombre me indicó que la tal ´Rosa Negra´ me estaba esperando en el lugar indicado.
Miré la hora de mi reloj, y luego le informé a uno de los hombres.
“Esperaremos media hora más… ella tiene que esperar”.
Llegué una hora después al lugar, un café público que era de mis favoritos, y luego vi a la mujer un poco desesperada. Pero en el momento en que me vio, sus ojos se abrieron como platos.
“Señor… Koch”.
“Siéntese”, ella tenía algunos hombres detrás.
“¿Dígame el precio?”
“Señor… yo quiero pedirle… puedo darle a otra chica…cualquiera, solo que esta… por favor”.
“No quiero otra chica… la quiero a ella… diga el precio”.
La mujer sudó un poco pasando un trago.
“Esto costará un poco mi reputación”, sonreí de inmediato.
“Tiene una”.
“En el negocio sí”, ella fue certera.
“Bien”, entonces tomó el aliento, y dio una cantidad, incluso ridícula, pero saqué el teléfono y se lo pasé para que anotara su cuenta, sus dedos fueron ágiles y luego envié a que transfirieran la cantidad.
“Usted no podrá decirle a mi padre lo que sucedió aquí”
“¿Y qué pasará después cuando lo descubra?”.
“Eso es solo asunto suyo… ¿Me entiende?”, ella apretó la boca.
Luego cuando vi que sirvieron unos cafés, me levanté.
“No quiero que sus hombres, ni nada que tenga que ver con usted… estén cercas de la chica, olvídese de ella, para siempre”, no esperé una respuesta, salí de inmediato del lugar, y luego recibí un mensaje que todo estaba preparado para el entierro del padre de Sofía.
Yo mismo conduje hacia el hotel donde se encontraba, y cuando entré a la habitación con la llave auxiliar, pude notar que aquella mujer estaba en el sofá dormida, con aquella ropa con la que salió del hospital.
Me acerqué con pasos sigilosos.
Tenía lágrimas secas en sus ojos, los labios hinchados y la cara roja. Parecía alguien demasiado indefenso, débil y carente de todo. Era el mismo sentimiento que me golpeó ayer cuando la mire, la misma sensación se movió en mí por protegerla, como si tuviera ese poder.
Yo había jurado nunca más casarme después de lo que sucedió, pero de igual forma, este no sería un matrimonio real, sería parte de mi venganza con mi padre y de cierta forma, un escape para mí mismo.
POV Sofía.
Sentí unas manos que sacudieron mis hombros con suavidad, y traté de abrir mis ojos. Lo primero que sentí fue un dolor de cabeza, y luego, de forma borrosa vi la cara de ese hombre.
´Gael´, recordé cuando me dijo su nombre, y luego me senté de golpe.
“Me quedé dormida”, dije mientras mi corazón volvió a latir fuertemente, mientras él profundizó su ceño.
“No es un delito dormir”.
Asentí, pero mi mente solo repetía su última frase.
´La mujer que será mi esposa´.
Tuve que unir mis manos.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar