Vendida como novia de un magnate -
Capítulo 6
Capítulo 6:
POV Gael Koch.
De un momento a otro escuché la puerta, aquella chica se puso delante de mí con el rostro limpio y aún más hermoso que el anterior. Podía notar el miedo y la desesperanza en sus ojos, y sentí que un instinto desconocido se encendió en mis entrañas.
Sin embargo, sacudí mis pensamientos cuando me puse de pie.
“Yo… quiero agradecerle”, ella abrió la boca.
“Usted… literalmente me está salvando”.
Me la quedé mirando totalmente quieto, y solo pensé que, quizás, ella estaba saliendo de un infierno, para meterse en otro.
POV Sofía.
Estaba aterrada y con una tristeza que me invadía el alma, constándome respirar, pero tuve que ponerme delante de este hombre, para hacerme la fuerte.
No tener a mi padre, hacía que las cosas no tuvieran sentido ahora, pero volver a esa boda y destinar mi vida a la esclavitud, era perder totalmente las ganas de vivir.
Sentí cómo los ojos de ese hombre penetraban mi alma después que le agradecí, esa era la misma mirada que me dio cuando choqué con él, como si por dentro estuviera maquinando alguna cosa.
Por supuesto que estaba agradecida que me hubiera ayudado a ocultarme, pero también sabía que ahora estaba implicado en algo que no le correspondía. Sin embargo, su presencia me proporcionaba cierta seguridad en medio de todo el caos.
De todas formas, no tenía otra opción.
“¿Cómo te llamas?”.
Me intimidaba mucho su tono, pero me puse firme.
“Sofía Martínez”.
“¿Eres de ciudad de México?”.
“Nací en Guadalajara, pero mis padres nos trajeron desde muy niños a ciudad de México”.
Él asintió.
“Es hora de irnos”, el hombre miró a la camilla, y mi mirada se fue también hacia el otro hombre conectado de muchas máquinas, y me apresuré a preguntar.
“¿A dónde vamos?”
Él soltó el aliento y frunció su ceño.
“No hagas muchas preguntas… está en ti si vienes o no”.
Mordí mi boca cuando comenzó a caminar, y luego miré mi teléfono que no necesitaba de ahora en adelante.
“Señor…, disculpé”, él se frenó de golpe y me apresuré a explicar.
“Creo que debo dejar mi teléfono en el bote de basura… ella me seguirá llamando… y”.
Entonces, sin preguntarme, él lo tomó en su mano, y se lo guardó en su bolsillo.
“No en esta habitación, además, lo necesitamos por un tiempo”
Mi cuerpo tembló cuando me abrió la puerta y casi sentí las rodillas desfallecer al salir al pasillo.
El hombre hundió el botón del ascensor de inmediato y por su postura se veía relajado mientras yo me apretaba las manos.
Me metí con él en el ascensor, pero antes, miré hacia el pasillo largo y reprimí mi boca.
´Mi padre´.
“Ordenaré algo para él”.
Me giré mirando a sus ojos negros y di un asentimiento rápido. Eso fue como si hubiese leído mis pensamientos.
El ascensor comenzó a bajar y me fue imposible derramar algunas lágrimas. Todo lo que me importaba estaba allí, en esa camilla sin vida, mientras yo huía desesperadamente de esta situación.
Las puertas del ascensor se abrieron, el hombre puso la mano en mi espalda y me dirigió muy rápido hacia las afueras del hospital y luego abrí los ojos cuando un hombre le abrió la puerta de un auto lujoso.
“Señor Koch”, el chofer lo saludó con respeto y él me instó a que entrara y rápidamente se sentó a mi lado.
“Vamos a un hotel cerca… hay que dejarla a ella”, el hombre vestido de negro asintió y luego se puso al volante, pero al instante aquellos tipos que me estaban buscando anteriormente, pasaron por todos lados con agitación, mientras mi respiración se atascó.
Me pegué al asiento reprimiendo mis ojos y luego sentí cómo la velocidad del auto hizo que saliera mi respiración.
De pronto escuché cómo este hombre hablaba con alguien del hospital por teléfono, le pedía que prepararan a mi padre y que le avisaran para una cremación, mientras mordía mi boca.
Y en el instante mi teléfono volvió a sonar. Conocía muy bien el tono.
Él lo tomo colgando en su propio teléfono, el número deesa mujer apareció en la pantalla.
“Es ella”, dije.
Mi boca tembló, y él sin más deslizó su dedo.
“Hola”, sentí una agonía en mi estómago.
“No… escúchame tú a mí porque esto te interesa, te pagaré… olvida lo que has hecho con la chica… no importa quién soy, te pagaré el doble del precio que te dieron por ella, te veré mañana a primera hora, y te enviaré una dirección por este teléfono… adiós”
Canceló la llamada y volvió a guardar el teléfono en su chaqueta.
“Usted”, por primera vez ese hombre me miró muy de cerca con su ceño pronunciado y parecía que algo le molestaba.
“¿Qué?”.
“¿Que significa que pagará por mi?”.
Él no quitó la mirada, pero de inmediato le dijo al chofer.
“Déjanos aquí”, el hombre tomó mi brazo sacándome del auto y entramos a un hotel, que para mí era bastante costoso.
El chofer se encargó de todo en la recepción, mientras él y yo subimos de nuevo por el ascensor y entramos a una habitación, que incluso tenía una sala espaciosa.
Me abracé de inmediato sintiendo, me cohibía y me quedé como una piedra mientras él se desajustó más su corbata.
“Pagaré a esa mujer el doble de lo que ha pedido por ti, a ese hombre con el que quería casarte”.
Mis labios temblaron un poco, pero asentí.
“¿Qué debo hacer?”, no era tonta, él no iba a hacer nada gratis.
Incluso no había conocido al primer ser humano que hiciera algo sin sacar algo a cambio. Así que no era nada nuevo.
“Vas a hacer varias cosas… pero todo a su tiempo, después de que hablemos con calma, porque ahora debo irme”.
Parpadeé varias veces.
“¿Usted? ¿Usted vendrá de nuevo?”.
“Lo haré en cuanto pueda… me llevaré tu teléfono e iré a la cita con esa mujer”.
Apreté mi mandíbula, aún tenía mucho miedo de todo.
“Yo… tengo mucho miedo, señor…”.
“Gael”, él pronunció lento corrigiéndome y luego se acercó un poco.
“Y no lo tengas Sofía, porque si tu miedo es que alguien te ponga la mano encima, te diré que nadie se atreverá a tocar ni un solo centímetro de la mujer que…”.
Él se detuvo un momento, mientras sentí que el ambiente se puso tenso.
“De la mujer que será mi futura esposa”.
Mis ojos se quedaron impregnados en su oscura mirada, y cuando volví a parpadear, él ya estaba cerrando la puerta.
“¿Qué?”,el susurro, salió de mí como un hilo de aliento, y en vez de sentarme en el sofá delante de mí, solo me dejé caer por la pared, mientras mi mente se volvía loca.
No sería un matrimonio real.
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