Vendida como novia de un magnate -
Capítulo 64
Capítulo 64:
POV Gael.
“No… no, yo fui coaccionada por mi madre, ella siempre… por favor, escuché… yo no quise hacer nada de esto… mi madre, ella es la que nos obligó… usted debe escucharme”.
“Llévensela”.
La juez dictaminó, y Camila se giró hacia mí.
“Gael… ayúdame. No es así… yo no quise hacer esto, por favor, ayúdame”.
Levanté la palma al policía para que esperara un poco, y me acerqué a ella tanto como pude. Entonces tomé su rostro y lo acaricié, mientras ella levantó el rostro.
“Espero que vivas un infierno todos los años que te quedan… y que cada día recuerdes, que te metiste con la persona equivocada”, le di un beso en la frente.
“Adiós Camila”.
“¡¡¡Gael! ¡¡¡Gael!!”.
Su grito retumbó el espacio, pero ajustando mi chaqueta, salí de aquel lugar, quitándome un peso de encima.
Espero que se pudrieran en la cárcel, y esperaba que su estadía fuese tortuosa en cada amanecer.
Me subí al auto, y les dije a los hombres que quería estar solo.
Manejé por un buen rato, y luego me detuve en el cementerio, mirando a lo lejos como la tumba de mi madre, tenía las flores marchitas.
Así que me bajé del auto, y me puse delante de su lápida.
“Pude comprarte las flores más bellas, pero… ya no tiene sentido… ni siquiera las veras, o podrás olerlas…quizás, pude hacer más… ser más rápido, más listo… porque no creas madre que no recuerdo las veces que me caí y estuviste allí para mí. Recuerdo todo, y cada una de las veces cuando te ganaste los golpes para defenderme, y no lo pude hacer contigo”.
Un nudo se me hizo en la garganta.
“La gente que te hizo esto… lo está pagando, y me jode que, de todas formas, eso no te regrese a la vida, lo siento mucho… lo siento”.
Limpié mis ojos, y tomé las flores marchitas en mis manos, y las apreté.
La venganza saciaba un poco, pero nada cambiaría en lo absoluto.
“Es tan bonito”, no pude evitar mirar a esta chica, los días que había estado conmigo se había mostrado demasiado atenta, pero sabía que había algo en ella.
“Lucia… no te he preguntado, pero… ¿Dijiste que Cristian te contrató?”.
Incluso su ropa de cuando llegó era desgastada, y su condición no era buena. Estaba demasiado flaca, aunque era muy hermosa.
“Él me ayudó, sí”.
“¿De dónde eres?”.
Lucia levantó el rostro con lan en brazos, y negó.
“¿Debo decirle? Es que no… mi vida no es atractiva, mi señora”.
“Dime Sofí… ¿De acuerdo?”.
“Creo que no debería”.
“¿Por qué?”.
Lucia miró al bebé y luego me miró a mí.
“Yo… me iré en cualquier momento, cuando usted ya no necesite de mi”.
Mi ceño se frunció un poco.
“¿Cómo llegaste a Cristian?”, ella se mordió la boca.
“Mi padre trabajaba en uno de sus edificios haciendo arreglos”.
“¿Y dónde está tu padre?”.
Ella negó.
“Nuestro barrio es peligroso… y estas pandillas, se enfrentaron… casi toda mi familia murió”.
Pasé un trago duro, y luego apreté su hombro.
“Lo siento mucho, puedo imaginar cómo te sientes”.
“Es una sensación que no le deseo a nadie”.
“Lo sé… es como quedar sola en el mundo, perdida, sin esperanzas… pero las cosas mejoran, créeme. Así que espero que puedas quedarte con nosotros mucho tiempo, eres buena chica e lan te quiere”.
Lucia sonrió asintiendo, y meciendo al bebé en sus brazos, me miró.
“Gracias, señora, se lo agradezco mucho”.
Tenía una confianza en ella, y agradecí de que estuviera a mi lado en estos días que se veían tan grises.
Porque, aunque siempre hablaba con Gael, sabía que sus ojos se veían atormentados.
Sé que me ocultaba cosas por mi condición, y mi recuperación lenta, pero no era tonta.
Las noticias eran el orden del día, y hoy por la noche, en todas partes, se estaba publicando el juicio de aquellas mujeres.
Aún me parecía mentira que estuviera aquí tranquila con mi hijo, que Gael hubiese regresado a nuestras vidas, y que pronto, nuestra historia sería otra.
Fue inevitable que las lágrimas se escurrieran, esta chica había traído los recuerdos desde aquel día en que solo pensé que sería mi fin, y que mi padre se fue.
Había sido un camino largo, yo, una mujer que había sido vendida, y que, por suerte, de las que no muchas tenían, había encontrado al mejor hombre de todos.
Pero también podía sentir la insatisfacción de Gael, porque a pesar de que las personas estuvieran pagando, ni padre volvería, ni su madre tampoco.
En medio de la madrugada, lan lloró y me levanté enseguida para darle pecho. Pero en cuestión de minutos, Lucia entró, y me ayudó a darle palmaditas en la espalda.
“Puede descansar, señora… lo pasearé hasta que se duerma… ¿Le parece?”.
Fue inevitable no estremecerme.
“Muchas gracias, realmente”.
El nudo se me hizo en la garganta, y tuve muchas ganas de llorar.
Sentía mi cuerpo caliente, y una mezcla de todo.
“Tranquila”, ella tomó mi mano.
“Mi hermana también tuvo bebes, y se ponía un poco hormonal al pasar los días”.
Mis lágrimas se escurrieron, pero de pronto, la puerta se abrió, y vi a Gael.
“¿Gael?”.
“Los dejaré, me iré con lan”, pero antes de que Lucia saliera, Gael abrazó a nuestro chico y le dio una cantidad de besos que me hicieron sonreír.
Y luego, cuando Lucia se fue con nuestro bebé, me puse de pie mientras mi pecho sabía y bajaba ante la invasión y mezcla de todo.
Estrellé mi cuerpo con él, pero sus manos tomaron mi rostro con apremio y me besó.
Mi cuerpo y el suyo se abrazaron mientras nuestras bocas danzaron de forma devastadora. Tal vez este era nuestro encuentro que se había cortado por muchas cosas, y cuando los brazos y manos de Gael tomaron mis glúteos, mis piernas se enrollaron en su torso, mientras él caminó un poco.
“Te extrañé tanto”, gemí en su boca, y él se desesperó por quitarse la ropa.
Ya tenía un mes de la cesárea de lan, y quizás no era el momento, pero no lo podía soportar más. No puse resistencia a sus caricias y besos apasionados, y correspondí a su acto.
Nuestra pasión se encendió como una llama que había estado latente y estática durante demasiado tiempo. Los meses de separación, la tensión y la incertidumbre se liberaron en ese abrazo apasionado, en nuestras bocas hambrientas y sedientas por el otro.
Mis manos recorrieron su cuerpo con urgencia, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. Cada beso, cada carecía, era una forma de expresar el deseo y la necesidad que habíamos sentido el uno por el otro.
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