Capítulo 48:

POV Sofía.

“Eres mía, Sofía ahora eres mía”, los brazos de Diego me apretaron con fuerza, y luego unió su boca a la mía.

Estaba entre el dolor que estaba sintiendo en mi cuerpo, la preocupación, y un rechazo repentino, cuando escuché esa voz que nunca se iba de mis sentidos

“Sofí”.

Me separé de golpe de Diego, y giré hacia todas partes para buscarlo, pero no lo veía por ningún lado.

Mis labios se apretaron, mientras los sollozos salían de mi boca sin contemplación.

“¿Dónde estás? ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho!”.

De un momento a otro la mano dura de Diego tomó mi muñeca y me obligó a caminar mientras sus zancadas eran rápidas

“¡Diego, déjame …!”.

Sus brazos me sacudieron con fuerza hasta entrar a una habitación de la casa, y colocándose en la puerta, me miró fijamente.

“Eres mi propiedad. mía para siempre”.

La puerta se cerró de golpe, y solo pude quitar el vestido, para tocarme las piernas, y ver sangre en mis manos.

“No… no. no… ¡No!”.

Me senté de golpe en la cama, el corazón taladraba mi pecho de forma ruda mientras todos mis sentidos trataban de acoplarse, tenía la camiseta de pijama pegada a mi espalda y pecho, todo mi cuerpo literalmente estaba temblando.

Estaba agitada hasta la conciencia, y tuve que poner la mano en mi barriga y tocarme en mi centro para comprobar si había sido real

Había tenido una pesadilla, pero había sido tan real… v juraba que incluso había escuchado su voz. Rápidamente, miré mi mano, no había un anillo, y aunque recordaba el rostro de Diego ayer por la noche cuando rechacé el anillo, pidiéndole tiempo, ahora mismo con este sueño, sabía que no podía hacerlo por nada del mundo.

Tomé un baño rápido, me vestí y llamé a mi ginecólogo. Busqué a Diego por toda la casa, pero me informaron que había salido temprano a una reunión.

Necesitaba hablar con él, y debía hacerlo de forma urgente, así que lo llamé por teléfono. Y fue hasta el último tonó que lo tomó.

“Sofí”, parecía ocupado.

“Siento molestar”.

“No te preocupes, nunca estoy ocupado para ti”. Pasé un trago y salí de la casa hacia la grama. Necesitaba aire

“Diego, quería saber si es posible que hablemos”.

“¿Ahora mismo?”.

“Cuando puedas… solo, necesito decirte algunas cosas, y”.

“Podemos hacerlo esta noche… estaré muy ocupado en unas reuniones que ya he aplazado”.

Asentí rápidamente.

“Te espero entonces… he llamado a mi ginecólogo”.

“¿Pasa algo?”.

“No es mucho, solo quiero ir… anoche, tuve algunas puntadas”.

“Puedo aplazar de nuevo”.

“No es necesario”.

“Bien”.

Él fue el que colgó el teléfono, y no sé si estaba agitada y algo pensativa por el sueño, pero después de ver esa fase de él, en algo que no era real, sentía que estaba conociendo una parte de, que nunca había mostrado. Aunque estaba siendo demasiado extrema.

´No pienses cosas… fue un sueño’, me dije a mí misma.

Pero volviendo a la casa, fui por mi bolsa, puse algunas cosas, y luego le pedí al chofer que me llevara a la clínica, porque entre planear lo que le diría a Diego esta noche, y dejar de pensar en este sueño, me volvería loca aquí encerrada.

Y, además, necesitaba comprobar que mi bebito estuviera bien

Y no, no podía quedarme aquí de todas formas, aunque Don Rafael tenía los días contados, y que incluso Diego estuviera arruinando a las arpías… lo no podía seguir otra vida que no era la mía, porque incluso aunque Gael estuviera muerto, yo seguía amándolo con todas mis fuerzas.

Y eso, ningún hombre podría cambiarlo

El día había transcurrido con la pesadilla de la noche aún en mi mente, pero decidí concentrarme en lo importante: mi bebé. Y después de mi llamada al ginecólogo, me dirigí a la clínica para asegurarme de que todo estuviera bien con mi pequeño.

Las horas pasaron lentamente mientras esperaba en la sala de espera, con la ansiedad creciendo en mi interior. Finalmente, el medico me llamó y realizó una serie de exámenes para verificar la salud del bebé y mi propio estado

Afortunadamente, todo parecía estar bien, y el médico me tranquilizó diciendo que las puntadas que experimenté podrían haber sido simplemente contracciones que podían darse después del séptimo mes, que eran normales en el embarazo.

Sin embargo, me recomendó mantenerme fuera del estrés, y llamarlo si sucedían con frecuencia. Salí de la clínica con un alivio temporal, pero aún tenía que afrontar la conversación pendiente con Diego, aunque no era lo que más quería en este momento.

Miré la hora, eran las tres de la tarde, pero no quería ir a casa aún, caminé por el lugar de la plaza, y me senté un poco por aire fresco. A eso de las cuatro de la tarde tecleé en mi teléfono para decirle al chofer que estaba lista, pero parecía retrasado, y veinte minutos después, se estacionó algo rápido y me fui para abrir la puerta trasera.

“¿Está todo bien?”, pregunté, pero él solo asintió.

Tuve una llamada inmediata de Diego en ese momento, y solo solté el aire y luego atendí.

“Sofí… ¿Cómo vas?”.

“Salí de la clínica hace una hora, estaba caminando un poco, gracias a Dios todo está bien”.

“Te noto tensa. ¿Pasa algo? ¿Es por lo de ayer? Sé que fue apresurado”.

“Diego… ¿Qué te parece si lo hablamos en la casa?”.

“Bien… trataré de ir rápido, pero no prometo nada antes de las siete”.

“Está bien, no tengas cuidado, esperaré”.

“¿Sofí? Por favor, recuerda que haría cualquier cosa por ti, y porque te quedes a mi lado”.

No me gustó su tono, colgué la llamada y cerré los ojos, pero luego el auto se frenó, y el hombre al volante habló.

“Señorita Sofía… debo llevarla a un lugar, espero que se calme. el recorrido es largo”.

“¿Que?”.

“Confié, no se alarme y no llame a nadie”.

“Espere”.

El auto arrancó de inmediato mientras el corazón me latía con fuerza. Me tomé de la barriga, y comencé a temblar.

“¿Esto es de parte de Camila?”.

“No”.

“¿Don Rafael?”.

“No… por favor, haga silencio”.

El hombre tomó atajos, pero el auto iba con velocidad

“¡Por favor…! ¿Qué va a hacer?”.

“Señorita Sofía, espere, no le pasará nada”.

“Tranquila”.

Recosté mi cabeza al asiento y tomé el pasamanos.

La manilla no habría de todas formas, y todo estaba asegurado.

Sentí un gran temor, todo me estaba pasando de repente, y me era necesario huir de este país cuanto antes.

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