Vendida como novia de un magnate -
Capítulo 18
Capítulo 18:
POV Sofía.
Cada mirada y sonrisa compartida alimentaba la tensión que crecía, como un fuego que ardía lentamente bajo la superficie.
Mi mente estaba nublada por la intensidad del momento, por la cercanía de Gael y la forma en que sus ojos oscuros parecían desnudar mi alma.
Gael acercó su rostro al mío, sus labios a escasos centímetros de los míos. La electricidad en el aire era abrumadora, y podía sentir el latido frenético de mi corazón resonando en cada fibra de mi ser. Cerré los ojos instintivamente, preparándome para el beso que parecía inevitable.
Justo cuando nuestros labios estaban a punto de encontrarse, Gael se apartó lentamente, su aliento chocando contra mi piel, haciéndome temblar. Me miró con una expresión intensa, como si estuviera luchando contra sus propios deseos.
“Sofía”, susurró mi nombre con voz ronca, sus ojos reflejando una mezcla de pasión y contención.
Lo observé con una mezcla de frustración y ansia. Mi corazón latía desbocado, la tensión sexual entre nosotros era casi palpable.
“Dime”.
“Quiero saber si… haces todo esto porque te sientes en deuda conmigo, o simplemente porque… te sientes obligada a cumplir con un trato”.
Aun su mano estaba en mi cintura, pero liberando su otra mano de mi brazo, la posicionó en mi rostro, y apretó mi boca de forma exigente.
“Dime”, negué por un momento.
“Nadie me obliga a nada Gael, todo este tiempo he podido elegir, incluso, al irme de tu lado… cuando operaron a mi padre, cuando iba a casarme por un pago … todo el tiempo, estuvo en mi elección”.
“Excelente respuesta… ahora, elige ser mía, Sofía, quiero que seas mía”.
Mis labios temblaron significativamente, ambos estábamos estáticos mirándonos, él esperando una respuesta y yo con miles de dudas en mi cabeza.
“¿Y dónde queda el trato de matrimonio falso?”.
Su boca se frunció, tornando una sonrisa un poco siniestra y acercándose a mi oído, susurró.
“Que se vaya a la m!erda… ahora, puedes hacer lo que desees”.
Mi cuerpo temblaba completo, y estaba segura de que Gael no sabía cómo me desestabilizaba su forma.
En mi vida pude imaginar que una tragedia podía traerme a esto, pero no era de la que se reprimía, o se acusaba. No tenía idea de qué iba a preparar el destino, tal vez esto iba a acabarse en algún momento, porque era demasiado perfecto para ser real.
Sin embargo, no podía dejarlo pasar, sería una tonta si lo hiciera.
Con toda voluntad, asentí lentamente, pero él negó de inmediato.
“Dilo… audiblemente”.
“Si”, y tomándome de la nuca, Gael susurró contra mi oído de nuevo.
“Debo decir que sacas lo más instintivo de mí, Sofía”.
Mis ojos se cerraron de golpe, cuando el hombre pasó su lengua por mi oreja, y luego la succionó, como si me estuviera dando un aviso, de lo que iba a acontecer.
El palpitar de mi corazón resonaba en mis oídos mientras Gael se apartaba lentamente de mi oído, dejando un rastro de fuego en su camino. Sus ojos oscuros parecían brillar con una intensidad que me dejaba sin aliento.
Sentí como si el mundo entero se hubiera reducido a la conexión que compartíamos en ese momento, una conexión que iba mucho más allá de las palabras.
“Vámonos de aquí”, Gael tomó mi mano y le hizo una seña a un camarero.
Estábamos saliendo de aquel lugar al que habíamos durado como dos horas, cuando los Flashes dispararon hacia nosotros, que tuve que girarme hacia él.
“¡Señor Koch! ¡Señor Koch! ¿Por qué hubo una boda en secreto?”.
Parpadeé varias veces, los guardias nos ayudaron a avanzar.
“¡Señor Koch! ¿Han declarado a su exesposa muerta?”.
Y en ese momento él se detuvo hacia las cámaras, mientras yo me apresuré a apretar su mano. Él bajó la mirada a mi agarre y lo pensó mejor, porque siguió el camino, hasta que abrieron el auto para nosotros.
“Siento esto”.
Negué rápidamente.
“No te preocupes… pero no me esperé las cámaras”.
“Tienen esa costumbre… son atosigadores”, Gael ordenó al chofer ir a un lugar, pero esa dirección no era la mansión.
También pude sentir cómo su palma se posicionó en mi pierna, y luego se acercó lo suficiente como para sentirme sofocada.
“Hay una suite… continuaremos la celebración allí”.
La noche caía sobre la ciudad, mientras el auto avanzaba por las calles iluminadas, sentí una mezcla de emociones revoloteando en mi interior. La intrusión de los medios de comunicación en un momento tan íntimo había sido abrumadora, pero la forma en que Gael manejó la situación me hizo apreciar su experiencia y control.
La suite a la que llegamos era un oasis de tranquilidad en medio de la vorágine y tan pronto como entramos, la tensión sexual que había acumulado durante la noche pareció dispararse de nuevo.
La habitación era espaciosa y exquisitamente decorada. Grandes ventanales ofrecían vistas panorámicas de la ciudad iluminada por las luces de la noche.
Gael se movió con confianza por la habitación, quitándose la chaqueta, liberando el nudo de su corbata y yo me quedé de pie, observando una preciosa vista a esta altura.
Caminé hacia la panorámica, mientras las luces bajaron considerablemente, mientras mi adrenalina se disparó.
Escuché el corcho de una botella y me giré suavemente para recibir una copa de sus manos.
“¿Por qué brindamos?”, pregunté para no parecer una tonta.
“Porque pasamos de nivel… cada cuántos segundos”.
Sonreí, y vi cómo él se bebió la copa de golpe, y luego tomé un sorbo, pero Gael se acercó mucho, y sostuvo la copa con sus manos, haciendo que los hilos de líquido de la bebida caían por mi cuello.
“Gael”, susurré mientras el golpe de placer estremecía mi cuerpo, y luego con su brazo me arrimó a su cuerpo.
Él puso las copas a un lado y luego delineó mi boca.
“Nada será rápido esta noche”, no sé si lo dijo por mi pecho agitado, pero prontamente me giró y delineó el cierre de mi vestido con sus dedos, apartándome el cabello a un lado.
El cierre se bajó con sus dedos lentamente, mientras su toque frío me encogía la piel.
Mis ojos se cerraron instantáneamente y la respiración comenzó a ser errática en mi garganta. Cerraba y abría la boca sabiendo que iba a experimentar el deseo puro por primera vez en mi vida y cuando el vestido cayó a mis pies, intenté sacármelo, al igual que mis sandalias, pero él no me lo permitió.
Girándome de nuevo hacia él, detalló mi ropa íntima, y agachándose lentamente, tocó mis tobillos, entretanto era una gelatina.
Quería gritar del puro éxtasis cuando lo vi quitar mis sandalias, podían notarse mis costillas ante mi nerviosismo y respiración, pero como podía evitarlo si el hombre estaba diseñado para ser un experto en la materia.
Él volvió a subir lentamente, delineando mis piernas con sus dedos, y mi cuerpo ya estaba entrando en una conmoción total.
Y estaba tan equivocada de todo, porque cuando él se detuvo, y llevó los dedos a mi centro, literalmente, mi mano se posicionó en la suya.
“Por favor”.
“Si intentas quitarme, friccionaré más”, mis labios se despegaron cuando el aliento ya era un sonido.
“Sé cómo te sientes… y créeme… quiero que olvides incluso tu existencia”.
Gael bajó mi braga acentuando su toque, mis piernas se unieron sin tener control alguno.
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