Una mamá psicóloga -
Capítulo 74
Capítulo 74:
POV Jeremías
“El hombre que mi hija salvo, quiero decir después de todo ella no consiguió…”, lleva una mano a su boca.
“No puedes decirle, si descubre que no consiguió salvar a nadie podría volver a sentirse horrible y no quiero ver a mi hija tener una crisis otra vez”.
“No le diré, al menos no por ahora”, acepto.
“Pero necesito saber si tenía algo con ella el día que todo sucedió”.
“La encontraron tirada a metros de donde calló”, me dice.
“Los oficiales encontraron sus cosas, pero no hay mucho más que pueda decirte”
La veo ponerse en pie.
“Puedo entregárselas, pero no sé si sirvan de algo”.
“Sería de mucha ayuda”; admito.
“Quizás encuentre lo que necesite o una pista de algo más”.
“Bien, no sé qué está sucediendo, pero sé que eres un buen hombre, además, nunca vi a mi hija sonreír de esa forma “
Camina hacia algún lugar lejos de la sala.
“Sabes que ese molesto David nunca me agradó, pero Liz estaba atada a él así que solo lo acepté”
Su voz se acerca después de unos minutos.
Ella leva una caja de cartón bastante polvorienta en su mano y la deja en las mías.
Me siento en su sofá para destaparla mientras mi suegra sigue hablando.
“Realmente no pensaba que volvería a verla feliz, pero tú y tus hijos lo consiguieron”, me dice.
«Quiero darte las gracias por todo, así que espero encuentres algo aquí”
Se pone en pie.
“Iré a hacer algo de café”.
Sonrío a la amable mujer que mis hijos llaman abuela.
Destapo la caja que definitivamente lleva demasiados años en el mismo lugar y mis ojos ven una bolsa algo manchada de sangre.
Reviso el contenido de esta y puedo ver la cartera que solía usar Lizbeth.
La abro por curiosidad y mi corazón se estremece cuando leo la especialidad de cirugía en su carnet de estudiante.
Dejo eso a un lado porque siento que estoy hurgando en un pasado que no me pertenece, así que simplemente me muevo al resto de cosas en la caja.
No hay mucho en ella, solo una chaqueta y algunos libros de texto.
Me digo que probablemente ya no haya nada aquí que pueda ayudarme, pero cuando abro el libro me doy cuenta de que hay una carpeta dentro.
Saco por completo el objeto de la caja.
Leo el nombre de mi hermano dentro de una de las hojas y es entonces cuando veo los dos móviles en el fondo de la caja.
Uno no me resulta familiar, pero el otro sé perfectamente a quién pertenecía, así que lo tomo poniéndome en pie de un salto.
“¿Conseguiste alguna cosa?”
La madre de Lisbeth aparece con una bandeja.
“Realmente no miré lo que me entregaron, así que…”
“Encontré justamente lo que buscaba”, le digo.
“Ahora debo irme y sobre Lizbeth”; sonrío.
“Créame que ella hizo más de lo que podría agradecerle ese día”
POV Lizbeth
“¡Lárgate de aquí!”
La mujer que ha aparecido en la puerta ni siquiera se molesta en ser cortés.
“Aléjate de mi familia, de mi hombre y de mi dinero”.
Ella sigue gritándome.
Miro hacia el interior de la casa para cerciorarme de que los niños no estén cerca.
Cierro la puerta haciendo que está otra mujer de unos pasos más atrás fuera de la casa.
“Ni siquiera sé quién eres, podrías al menos decirme tu nombre”.
“No sé qué te crees, pero no eres nadie, tú solo eres mi reemplazo, así que deja de perder el tiempo y lárgate de aquí”.
“No soy reemplazo de nadie y no me ofendas, hablemos como personas civilizadas, como…”
“Tú y yo no somos de la misma clase”, me señala.
“Jeremías probablemente está pasando el rato contigo o intentando que alguien más se ocupe de esos molestos niños que…”
“¡No hables así de ellos!”
Le grito incapaz de escuchar su tono despectivo.
“Supongo que eres su madre, así que por favor al menos no hables así de ellos”.
“Eres una estúpida, no eres nadie para Jeremías más allá que algo para entretenerse”
Ella sonríe.
“No te ha contado absolutamente nada, así que solo acepta mis palabras y márchate”
“No voy a hacerlo, así que vete y vuelve cuando Jeremías esté en casa, habla con él este es su asunto, no el mío”.
“Exactamente por eso no deberías estar aquí”, dice ella.
“Supongo que es difícil desprenderse de todo este lujo”, suspira.
“Jeremías también es una cosa deliciosa, pero es mío y para sacarte de dudas aquí está la prueba”.
Ella lanza unas fotos a mis pies.
Reconozco el interior de la oficina de mi esposo casi al instante y siento que mi corazón se hace mil pedazos cuando lo veo besando a esta mujer.
Ella patea las fotos con sus tacones antes de chasquear sus dedos para captar mi atención en su rostro.
“Mírate, no hay nada que puedas hacer contra mí”, señala su cuerpo.
“Soy todo lo que él siempre quiso, sigo siéndolo ahora y tú no vales nada, así que vete ahora, porque voy a recuperar a mi familia”.
“Márchese, por favor, hable con Jeremías y haré lo que él diga”.
“No necesitas esperarlo, solo vete, traeré mis cosas en la noche, así que solo piérdete”.
Ella me mira con lástima, camina de regreso a su auto y la veo marcharse como si nada.
Mis ojos se mueven a las fotos aún en mis pies, me digo que es increíble que estas cosas me sucedan más de una vez.
Tomo las fotografías antes de caminar de regreso a casa y toparme con los niños jugando con su mascota.
Mi corazón duele.
Oculto las fotografías en mi espalda cuando Lucas me mira y respiro profundamente antes de subir las escaleras.
Trato de llamar a Jeremías, pero no contesta.
Me dejo caer en la cama pensando seriamente en qué podría hacer ahora.
Me siento mal porque Jeremías no me contara si planeaba volver con esa mujer, pero me siento aún peor porque tengo que irme porque después de todo esa mujer sigue siendo la madre de los niños y yo realmente soy la que está de más.
Miro la maleta que aún no he desechado parada junto a la puerta, pienso que quizás esta es una señal de que debo irme y me acerco a la ventana para mirar hacia la ventana.
El cielo se ha vuelto más gris ahora. Un toque en la puerta seguido de un ladrido me hace esconder las fotos bajo la almohada.
“Pasa cariño”, pido limpiando mis lágrimas.
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