Una mamá psicóloga -
Capítulo 139
Capítulo 139:
POV Beatriz
Lucas me ayuda a subir las escaleras, incluso si no es necesario, abre la primera de las cinco puertas en el pasillo de la planta superior.
La habitación también está completamente amueblada, así que solo me quedo en medio del bonito lugar mientras Lucas deja mi poco equipaje justo a mi lado.
“Este es nuestro cuarto”, señala una puerta ala izquierda.
“Esa puerta de ahí es el baño”
Camina con el carrito de bebé para abrir la puerta de dicho lugar.
“Se conecta con el cuarto de nuestros bebés”
Camino, emocionada hacia ese lugar.
Mis ojos se mueven más allá de la puerta del baño mientras Lucas camina a través de ella con mis hijos y me encuentro con la habitación más hermosa que he visto en mi vida.
Mi pecho se encoge al pensar en lo agradecida que estoy, en la forma dulce en que mi esposo me está cuidando incluso cuando me marché.
Cuando veo a Lucas dejar a mis bebés sobre sus respectivas cunas, mis piernas me dejan de funcionar, caigo en el suelo rezándole a cielos por todas estas cosas que probablemente no merezco por haber faltado a mis palabras y Lucas corre hasta mi cuando me ve.
“¿Estás bien Beth?”, me dice.
“¿Sucede algo?”
“No yo solo… estoy tan feliz con todo esto que no sé…”, trago.
“No sé qué más hacer ahora, yo te amo, Lucas te amo tanto que estoy a punto de desmayarme de felicidad”.
“Te amo más Beatriz”, me dice.
“Te amo tanto que te prohíbo irte sin dejar razón otra vez”
Él besa mis labios.
“Te prohíbo alejarte de mí otra vez, ¿Entiendes?”
“No creo poder irme”, respondo.
“No creo poder alejarme de ti nunca más”.
“Excelente”.
Responde antes de que nos besemos con pasión, con todo el deseo que sin duda arde entre los dos y sobre todo con todo ese amor que definitivamente es lo más importante entre los dos.
Un amor que sin duda alguna voy a cuidar porque Lucas es lo mejor que me ha pasado en la vida.
POV Lucas
Sujeto la mano de mi esposa mientras ella me mira con nervios.
Le he dicho un millón de veces que todo está bien, pero ella no parece creerlo o más bien no deja de pensar que la que no debería estar yendo a casa de mis padres es ella.
Ayer, después de dejarla dormir y encargarme de los bebés, llamé a mi madre, le di las buenas nuevas y le prometí llevar a Beatriz a casa para que pudieran hablar.
Mi mujer sigue sin querer creerme que realmente las cosas están claras con mi familia, así que fue todo un lío traerla hasta aquí.
“Mañana iremos a la inscripción de los bebés”, le recuerdo.
“¿Tienes algún nombre en mente?”
“Lauren y Lían”, me responde.
“Son nombres bonitos”, me dice.
“Siempre pensé que serían lindos nombres para mis hijos, si podía ponerles esos nombres, claro está”
Una vez más me pregunto cómo pudieron estar viviendo todos estos años, como para incluso cuestionarse la decisión de poder ponerle un nombre a sus propios hijos, me digo que no voy a enseñarle a ella.
Que puede vivir como quiere, que puede hacer todo lo que desee sin importar si estoy o no de acuerdo y me propongo hacerla feliz hasta el último día de mi vida.
Llegamos a casa de mis padres y tengo que tomarme unos minutos más para que Beatriz salga del auto por fin.
Ella toma a uno de los niños en brazos mientras hago lo mismo con la otra bebé antes de caminar rápidamente con ella hasta la casa de mis padres.
Las puertas de su mansión son abiertas por mi hermana, Beatriz traga mientras su respiración se detiene y Lucía corre rápidamente hasta ella para abrazarla con cuidado de dañar a su bebé.
Después de besar a mi esposa, mira a la bebé en sus brazos y la toma sin que Beatriz pueda decir alguna cosa.
“¡Mi pequeña sobrina!”, sonríe.
“No tienes idea de lo preocupada que está Beth, no vuelvas a irte así”.
“Lo siento, de verdad es solo que yo no me sentía capaz de hablarles después de que ustedes supieran que yo…”
Mi mujer deja de hablar.
Sus ojos se mueven hacia la mujer que camina hacia nosotros con prisas y mi madre ni siquiera me mira antes de llegar donde Beatriz.
Mi esposa baja la mirada avergonzada.
Puedo notar la tensión en su cuerpo mientras sus lágrimas comienzan a correr.
“Lo siento señora, de verdad no quería lastimarla, yo no quería mentir, pero le prometo que realmente quiero a Lucas, que realmente siento me fui porque estaba tan avergonzada que si Lucas no hubiese ido por mi yo jamás habría vuelto, pero es que lo amo tanto que…”
“Por favor, querida”
Mi madre toma a Beatriz de sus hombros.
“Deja de decir tonterías, no tienes nada que disculparte, a no ser por huir con mis nietos”
“Pero yo…”
“Mi hijo me contó todo, comprendo por qué aceptaste ayudarlo y no es tu culpa de igual manera, él fue el que me mintió”.
“Pero usted me abrió sus puertas, usted se preocupó más de lo que lo hizo mi madre y por eso yo…”
“Dije que no tienes que pedirme perdón por nada cariño”, repite.
“Así que vamos dentro y déjame ver a mis nietos”
Mi madre mira al bebé en mis brazos.
“¿Este es mi nieto o mi nieta?”
“Se llama Lían mamá”
“¡Lían!, Cielos; ese es un nombre hermoso para este bebé”
Ella lo arrebata de mis manos mientras Lucía camina con la otra bebé hasta la casa.
Mi padre se acerca a nosotros cuando nos quedamos solo los tres en frente de la mansión.
Mi madre golpea ligeramente mi rostro antes de mirar a Beatriz.
“Felicidades por tus bebés”, le dice.
“De verdad estoy muy feliz de verte de regreso, mi hijo…”
Su voz se apaga un segundo.
“Mi hijo realmente te necesita a su lado, así que no vuelvas a irte de aquí ya eres parte de esta familia”
“Gracias, señor”.
Murmura ella antes de tomar mi mano.
Mi padre se aleja rumbo a la casa una vez más y me inclino para besar a Beatriz en los labios.
Mi esposa suspira con el rostro mucho más calmada, limpio la humedad que ha caído por su rostro antes de alzar su barbilla en mi dirección para que no pueda hacer nada más que mirarme directamente a el rostro.
“Te dije que estábamos bien Beth”, responde.
“Todos aquí te extrañamos y te amamos, así que por favor sonríe mucho más y vamos dentro para que podamos hablar con más calma como una familia”.
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