Una mamá psicóloga -
Capítulo 12
Capítulo 12:
POV: Lizbeth
“Usted es mala con Lucia, ella me dijo que usted le advirtió que no le dijera a papá”.
“¿¡Qué estás diciendo niño molesto!?, ¡Acaso ahora no solo estás loco sino que también deliras!”, grita tratando de llegar hasta él.
“No hables estupideces ¡Tú y tu hermana lo único que necesitan es unas buenas palmadas para que dejen de comportarse como un loco y su hermanita muda a la que resulta desagradable cuid…”
Mi mano se mueve por sí sola y abofeteo tan fuerte ala mujer que esta da dos pasos hacia atrás.
Escucho al señor Mark maldecir.
El niño comienza a llorar haciendo que me odie a mí misma por no controlarme.
Miro al niño lloroso mientras su padre se acerca a ella.
Camino rápidamente hacia la mujer para llevarla conmigo fuera de la habitación.
La mujer protesta una y otra vez mientras la llevo conmigo hasta el pasillo y una vez he cerrado la puerta trato de calmarme tanto como soy capaz, pero la persona desagradable frente a mí no ayuda en lo absoluto.
“¡No vuelvas a amenazar a los niños así!”, grito.
“Y no comprendo cómo alguien como tú puede ser una niñera”.
“¿Quién te crees?”, me repite.
“¿Eres la novia del Señor Mark? Por favor eso no te hace nadie”, ella sonríe.
“Soy buena niñera, pero esos dos niños no son normales y créeme por muy dulce que parezcan no son más que dos pequeños monstruitos traumatizados que…”
“¡Cierra la boca!, el único monstruo aquí es usted”.
Grito incapaz de poder escucharla por mucho más tiempo.
Rebusco en mi bolsa los pocos billetes que tengo ahí.
“¡Esto es más de lo que mereces como niñera!”, le grito.
“No puedo creer que duraras dos años aquí, ¡Fuera!”
“Te dije que no tienes derecho a despedirme, tú no vives aquí, el único que puede despedirme es…”
“Soy yo”
La voz masculina en mi espalda me hace saltar.
“Y es justamente lo que voy a hacer”, responde.
“No voy a pagarte absolutamente nada, si haces alguna cosa, terminarás con una demanda sobre tu cabeza”
Él señala a las escaleras.
“Salga de mi casa y le aseguro que nunca más va a trabajar con niños porque le contaré de esto a todos mis conocidos”.
“Pero señor, yo…”
“¡Fuera de mi casa maldita sea!”
Puedo ver la absoluta rabia que desprenden sus palabras.
“No vuelva a decir algo así de mis hijos”.
La mujer se pone roja de rabia.
Luego me da una mirada de odio que incluso me hace dar dos pasos hacia atrás.
La mujer se marcha, el ambiente tenso a nuestro alrededor se dispersa y solo cuando el hombre frente a mí me mira me doy cuenta de que acabo de llegar a un camino sin retorno.
“Supongo que deberíamos firmar el contrato ahora, ¿Verdad?”
Sujeto mi bolso nerviosa.
Luego miro al hombre frente a mí mientras me debato entre la duda de si podría o no salir de esta situación, pero pensar en la forma que esa mujer trató a los niños me confirma dos cosas.
La primera, que este hombre frente a mí solo sabe guiarse por informes o recomendaciones y la segunda, que esos niños se pondrán mucho peor si me marcho ahora, ya que creerán que lo que dijo esa mujer es verdad.
¿¡Qué debería hacer!?
Me dejo caer en el suelo para pensar.
El hombre frente a mí me mira de forma extraña, pero eso da igual.
Llevo mis manos a la cabeza e intento contar hasta diez para usar el lado racional de mi cabeza, pero incluso así sé que no tengo ninguna solución más que seguir adelante.
Me convenzo de que después de todo estoy haciendo esto por dos niños y que como un plus estoy ayudando a mi padre hasta que sea capaz de costear personalmente su tratamiento con mi trabajo.
“¿Está usted bien?”
Abro mis ojos ante esa voz.
“¿Por qué está tirándose del cabello en medio del pasillo?”
Me pongo en pie recordando que justamente él es el motivo principal por el que me gustaría no aceptar.
Peino mi cabello antes de extender mi mano en dirección al hombre molesto frente a mí para dejarle claro unas cuantas cosas.
“Si voy a hacer esto tengo condiciones Señor Mark”, le advierto.
“La primera usted tiene estrictamente prohibido cuestionarme o llamarme loca”.
“Bien, entonces usted no puede llamarme irritante o molesto”.
“Segunda condición”, ignoro sus palabras.
“No voy a dormir con usted y tiene estrictamente prohibido tocarme en cualquier situación, si lo hace me pagará una cantidad a definir en el futuro”
“¿Tocarla?” él se bufa.
“¿Por qué diablos querría siquiera tocar a una loc…”, él chasquea su lengua..
“Alguien como usted”.
“No lo sé, los hombres irrit…”, detengo mis palabras.
“Como usted suelen tener la necesidad de conseguir a como dé lugar lo que quieren cuando son rechazados, esa es la regla más importante, no se enamore de mí, porque este matrimonio, es solo para que sus hijos estén bien y luego terminará así que…”
“Creo que está pensando de más, Lizbeth”, me corta él.
“Aunque usted fuera la última mujer sobre la tierra preferiría extinguirme antes de hacer o sentir cualquier cosa por usted, no me van las lo…”, resopla.
“Dejemos de perder el tiempo y vayamos a mi oficina para firmar el contrato”
“¿Tiene un contrato?”, murmuro incrédula.
“¿¡Por qué!?”
“¡Porque sabía que terminaría aceptando!”
“Es usted un hombre muy…”
“Tatata…”, sonríe malicioso.
“Recuerde la regla que usted misma colocó”.
¡Cielos, esto va a ser muy difícil!
Gruño enfurruñada mientras camino tras él para firmar el contrato que parece mi salvación, pero por alguna razón luce como un pase directo para el mismísimo infierno.
Un infierno donde esos dulces niños necesitan de mí, pero yo necesito obedecer al rey de los demonios.
ldiota, molesto… susurro para mí misma mientras bajo las escaleras en absoluto silencio.
No lo soporto.
¡Ojala solo desaparezca de este mundo!
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