Una madre de alquiler -
Capítulo 27
Capítulo 27:
“¿Quieres cenar?” preguntó ella.
“No tengo hambre”.
“Pero no cenaste nada”.
“Estoy bien. Come tú algo, si quieres.
La joven se levantó para dirigirse a la cocina. Sacó algunos embutidos del refrigerador, con los que se preparó un sándwich, y después empezó a hacer jugo. En ese momento, apareció Anthony, quien tomó la comida sin más y le dio un mordisco.
“No puedo creer que hayas hecho eso” dijo ella, mirándolo.
“Está delicioso”. Le sonrió de manera pícara.
“Dijiste que no querías comer.
“Pero no preguntaste si quería un sándwich, dijiste cena”.
“Cielos. Cómete ese y yo haré otro”.
“Quiero uno más” dijo él.
“También hay jugo”.
“Está bien”. Se sentó en la mesa de la cocina mientras comía y observaba a Amanda preparar más sándwiches. Cuando la joven termina, se sienta con él y también empieza a comer. No sabía que podías cocinar”.
“No sabes muchas cosas” respondió ella con tono casual.
“Porque no hablas”.
“Porque no somos cercanos”.
“Porque no quieres”. Él frunció el ceño, y ella lo miró.
“Porque soy tu criada y no te conviene”.
“Tantas excusas”.
“Sí, ¿Viste?” La chica sonrió.
“¿Se te pasó el miedo?”
“Sí. Gracias por quedarte conmigo y lamento la molestia”.
“Ni lo menciones. No hay necesidad de disculparse” dijo él.
“Voy a lavar los platos. ¿Vas a seguir comiendo?” Como Anthony negó con la cabeza, ella se dispuso a limpiar todo lo que habían usado mientras él la observaba. A los pocos minutos, se fue la luz, lo que tomó a Amanda por sorpresa e hizo que abrazara de nuevo a su jefe, asustada.
“¿Qué pasó?”
“Parece que nos quedamos sin electricidad” explicó él.
“Ay, no, ¿Y ahora qué?”
“Tranquila. El personal de seguridad encenderá el generador de emergencia”.
Mientras los dos seguían abrazados, Anthony trataba de distraerse pensando en otra cosa, pues sentía el cuerpo de la chica contra el suyo y no quería hacer otra cosa más que besarla. Al final, él se movió para acorralarla contra el fregadero y luego le alzó el rostro, por lo que sintió la respiración acelerada de la joven.
“¿Qué estás haciendo?” preguntó ella con voz quebrada”.
“Shh”.
Se acercó a ella y le rozó los labios. Tras apretarle la cintura con la mano, la besó sin pensar. Ella no se lo esperaba, así que se quedó inmóvil por unos segundos mientras Anthony le sujetaba el cabello con fuerza. Cuando volvió en sí, ella abrió un poco la boca y él aprovechó para profundizar el beso. Si bien Amanda no respondió al principio, cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, le colocó las manos en la nuca y lo besó. Él le apretó la cintura con firmeza y pegó más sus cuerpos. Apenas el clima se estaba poniendo caliente, ella se detuvo para tomar aire y respirar hondo.
“Anthony…” No tenía aliento.
“Shh, no digas nada. ¿Es muy difícil para ti disfrutar el momento?”
“No puedo hacer esto, soy tu criada”.
“¿No puedes o no quieres?”
“Las dos”.
“¿Por qué tienes que ser tan difícil?” preguntó él, exasperado.
“No puedo salir lastimada”.
“Bueno, ignora tus sentimientos”.
“No puedo”. Ella intentó irse, pero él no la dejó.
“Eres hermosa”.
“Está oscuro, no puedes verme”.
“Pero igual eres hermosa”.
“Basta” susurró ella.
“Quiero estar contigo, Amanda.
“Acabas de besarme”.
“No hablo de eso. Quiero estar contigo sin tener que robarte un beso. Tengamos se%o una vez y luego volveremos a como estábamos antes”.
“No, Anthony. No soy de esas mujeres que están con alguien y luego se despiden. No estaré en tu lista”.
“¿Qué quieres? ¿Qué te pida salir o casarte conmigo?”
“No, eso nunca. Solo quiero que me respetes y que dejes de actuar así. No soy un objeto. Un día me humillas y al otro, me besas. Un día no me hablas y al otro, te comportas como mi jefe”.
“Bueno, no insistiré más. Para mí, a partir de hoy, eres un hombre” suspiró él.
“¿Tienes tu teléfono?” La joven decidió ignorarlo y cambiar de tema.
“No, lo dejé en la sala.
“Yo también”.
“Vamo, toma mi mano.
“Está bien”.
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