Una madre de alquiler -
Capítulo 234
Capítulo 234:
Ken estaba muy nervioso, pues toda su familia estaba allí. Cindy aún no conocía a los padres de su futuro esposo, ya que ellos se la pasaban viajando y nunca habían tenido la oportunidad de encontrarse. Si bien él siempre había sido de salir bastante de fiesta, nunca había faltado a las reuniones familiares. Además, la relación con sus padres había sido un poco tensa en un momento, debido a que ellos tenían una empresa muy exitosa, pero Ken no había querido hacerse cargo.
Al final, no lo obligaron, por lo que un sobrino era quien la dirigía en ese momento. Por otro lado, sus abuelos vivían en el campo y tampoco conocían a Cindy. Lo amaban, pues él era el payaso de la familia y, cada vez que iba a visitarlos, ellos se ponían muy felices. El joven les había prometido que algún día les presentaría a alguien, y ese momento había llegado.
“Hijo, estás hermoso” le dijo Catherine, su madre.
“Gracias, mamá”.
“A ver, querido, ¿Cómo nos invitas a tu boda sin habernos presentado antes a la novia, que encima está embarazada?” le dijo Lourdes, su abuela.
“Ay, abuela, no hay necesidad de enojarse tanto. Iba a presentarla, pero no hubo tiempo”.
“¿Cómo que no hubo tiempo? Si pasaron meses, ¿Por qué no la llevaste cuando empezaron a salir?” preguntó la abuela.
“Porque no sabía que resultaría de esta manera” contestó Ken.
“Mira, muchacho, espero que sea buena chica. ¿Dónde se ha visto que puedas casarte sin que yo la conozca antes?”
“Ja, ja, ja. Yo también te amo, abuela”.
“Bueno, vamos, que quiero ver a la novia”.
“Ustedes se van a llevar muy bien”.
“¡Ya imagina el futuro de su mujer! Ja, ja, ja” exclamó el abuelo.
“Soy un caso perdido, ¿No?” bromeó él.
“¡Buena suerte!” le deseó su abuelo”.
“Calmémonos todos, que hoy es un día de fiesta. Tengo que agradecerle a mi nuera por haberle hecho sentar cabeza a mi hijo” dijo Henry, su padre.
“Bueno, dejemos de hablar y entremos, que la novia debe estar por llegar” propuso Catherine.
“Sí, vamos” dijo Ken.
Todos los invitados ocuparon sus lugares. Luego empezó a sonar una canción y entró el novio, quien, junto a su madre, se dirigió al altar. Después ingresaron los padrinos y, por último, Anthony y Amanda. Lucy ya estaba lista para entrar también.
Amanda había pasado todo el día con Cindy. La joven estaba tan nerviosa que no había parado de comer ni un minuto, pero cuando su amiga le dio algunos consejos, se tranquilizó un poco. Toda su familia estaba allí.
Sus padres vivían cerca y siempre habían tenido una buena relación con la muchacha, pero ella había decidido irse a vivir sola para tener más libertad y privacidad. También tenía un hermano de treinta años, que era fiscal, estaba casado y tenía dos hijos. Siempre habían sido muy unidos, pero como él se había ido a vivir a otro país cuando se casó, no hablaban mucho, pues a ella le resultaba muy difícil la distancia.
Sin embargo, ese día se habían reencontrado, y la joven había decidido que su padre y su hermano entraran con ella. Estaba tan ansiosa que sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Siempre había soñado con casarse al atardecer, así que, cuando el sol se puso, bajó del coche y se dirigió al altar con su padre y su hermano.
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