Una madre de alquiler
Capítulo 204

Capítulo 204:

Nadó hacia ella, que intentó escapar, pero él se las arregló para atraparla. La sostuvo por la cintura y la estimuló con el mi%mbro ya duro. La acarició para que se relajara, pero Amanda lo miró con incredulidad, lo quería dentro de ella cuanto antes. La besó, poseído por la lujuria, y la penetró mientras ahogaba sus gem!dos con un beso.

La chica movía la cintura; al principio, sintió una gran incomodidad, pero no se detuvo, y pronto la incomodidad fue reemplazada por placer y se volvió loca. Anthony la subió a los escalones y la embistió con rapidez; se sentía muy bien el chapoteo del agua entre los cuerpos. Amanda sentía cómo el pene entraba y salía con el contacto del agua.

Anthony se sentó en los escalones y ella se sentó sobre él. La besó mientras ella lo cabalgaba; sentía una gran emoción por tener el control. Iba despacio, pero pronto fue aumentando el ritmo. Él la levantó y la llevó a la cama, le encantaba verle el cuerpo mojado.

La chica abrió las piernas lo más que pudo mirando a Anthony, que la estimulaba con la mano. Jadeó muy excitada y sintió escalofríos; él aumentó la velocidad. La chica tiró de él y lo besó.

“Amor, más rápido”.

“¿Estás segura?”

“Sí, por favor”.

Fue despacio y, sin previo aviso, la embistió con fuerza. Amanda dejó escapar un fuerte gem!do y él la penetró cada vez más rápido, haciéndola delirar. Ambos alcanzaron el orgasmo al mismo tiempo. La chica estaba loca de placer, agarró las sábanas y tiró de Anthony para besarlo.

Él la levantó y fueron a la ducha. Luego se fueron a la mesa a desayunar; había comida deliciosa. Terminaron de comer y se acostaron en la cama, cansados.

“¿Amor?” dijo ella.

“¿Sí? ¿Dónde sientes dolor?”

“No es eso… Tú me impediste tomar anticonceptivos, así que necesito tomar algo al menos”.

“Qué mal… levántate. Ya lo soluciono”.

Tomó el teléfono y pidió un anticonceptivo de emergencia y condones. Amanda se sintió mal, pero Anthony estaba aún peor; no sabía si era enojo o tristeza, pero debía usar preservativos en todo momento porque ella no podía estar tomando la píldora del día después cada vez que hicieran el amor. Se acercó a la ventana y miró hacia afuera.

Amanda se levantó y fue hacia él, pero él fue a vestirse. Llamaron a la puerta, abrió, tomó las cosas y le dio la pastilla. Ella la tomó y se sentó en la cama, frustrada.

“Amor, no estés así conmigo” le pidió Amanda.

“Vamos, esperemos un poco, te prometo que no será por mucho tiempo”.

“No quiero desquitarme contigo”.

“No quiero estar así contigo”.

“Está bien. Prepárate, vamos a volar”.

La joven se quedó en silencio y continuó preparándose; sabía que no estaba bien. Se prepararon y fueron con la ayuda de una guía, y Anthony pagó por un globo. Amanda sentía algo de miedo, pero tenía la voluntad de volar; no le soltó la mano a Anthony. El globo empezó a flotar, y ella se quedó cerca de él mirando el mundo de abajo.

Poco a poco perdió el miedo y se emocionó por el paseo. Anthony la miró con felicidad porque ella estaba feliz: parecía una niña mirando los otros globos. La abrazó y le besó la cabeza mientras disfrutaban del paseo.

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