Una madre de alquiler
Capítulo 180

Capítulo 180:

Daniel levantó a Amanda del suelo y Anthony se sorprendió un poco, pero, como estaba acostumbrado a esta clase de reacciones, atajó a Lisa justo a tiempo. Amanda lo miró sostener los brazos de su prima para impedir que ella lo abrazara.

“Lo siento, pero no creo que esto sea apropiado” dijo Anthony.

“Soy una gran admiradora tuya, me encantan tus autos, veo cada modelo tan pronto como se lanza y tengo una miniatura” relató Lisa.

“Gracias”.

“¿Cómo llegaste aquí? Lo sé, mi tío te invitó, ¿Entonces ese es el motivo de la cena? Tío, hiciste lo mejor, fue una gran sorpresa y también un regalo porque ahora lo puedo ver de cerca. Es más hermoso en persona” divagó ella.

Anthony miró a Amanda como pidiendo ayuda, pues Lisa no paraba de hablar y no le daba tiempo de responder. Amanda se enojó y miró a su padre, que estaba hirviendo de rabia. Anthony tomó la mano de Amanda para acercarla a él.

“El motivo de la cena es Amanda, que creo que es tu prima. Está de regreso, pero parece que no te diste cuenta. ¿No la extrañaste?” dijo.

“Hola, prima” saludó ella y abrazó a Amanda con torpeza.

“Hola, Lisa”.

“Buenas noches, como todos vieron, mi hija está de vuelta” intervino Daniel.

“Cometimos un gran error al juzgarla sin pruebas, nos quedamos ciegos y no vimos la verdad. Hoy celebramos su regreso, también celebramos su vida, su futuro y que tenemos un nuevo integrante en la familia”.

“¿Estás embarazada?” preguntó Cristina.

“No, abuela” negó Amanda.

“El nuevo mi%mbro, como pueden ver, es el prometido de mi hija, Anthony Collins” continuó su padre.

“Este fin de semana se casarán y mi hija me enorgullecerá. Aunque fui horrible con ella, todavía me trae orgullo y honor”.

“¿Cómo? ¿Prometido?” balbuceó Lisa, incrédula.

“Tu prima y yo nos vamos a casar, ¿No estás feliz?” dijo Anthony.

“Claro, felicidades”.

“Es un gran honor para mí ser parte de esta familia respetable” declaró él.

“Como dijo mi suegro, nos casaremos este fin de semana, así que están todos invitados. La boda será en mi país, pero no se preocupen, porque mi jet los llevará a nuestra casa”.

Todos los felicitaron y le dieron la bienvenida a Amanda. Sus tíos y tías fueron muy cariñosos con ella; sus primos, que la habían extrañado, la abrazaron con fuerza. Amanda pudo conocer al hijo de uno de sus primos que acaba de nacer y se babeó por la ternura.

Su prima Lisa era un poco distante, fue la única que la hizo sentir incómoda. Sus tíos hablaron con Anthony sobre los coches, por supuesto, mientras que ella se quedó con su abuela, sus tíos y primos, que estaban muy nostálgicos. Había sido muy cercana a uno de sus primos desde pequeña. Él había estado en contra de toda la familia cuando Amanda fue expulsada, pero no había servido de nada. Su nombre era Murilo y tenía la misma edad que ella.

Anthony hablaba con los tíos de Amanda con calma, se reía y prestaba atención, pero se mantenía siempre pendiente de ella. No le gustaba la forma en que su primo la miraba, que no se apartaba de su lado y que Amanda siempre estaba sonriendo y atenta a él. Por suerte, nadie se dio cuenta de cómo miraba a su novia; ella tenía al bebé en su regazo y estaba jugando con él y con Murilo. Ellos siempre fueron como hermanos y él la respetaba.

Amanda le arreglaba citas con las chicas porque era tímido para esas cosas; eran cómplices y muy cercanos, pero nunca pasaba de eso. Sin embargo, Anthony no lo sabía y estaba seguro de que el chico estaba enamorado de ella, no se le pasó por la cabeza que fuera el amor de un hermano y los celos lo consumían.

Sonó el timbre en ese momento y Gal fue a abrir. La recién llegada era una mujer morena de cabello rizado llamada Chelsea.

“Qué bonito, llega a Suecia y no me avisa”. Amanda reconoció la voz al instante, le entregó el bebé a su prima y salió corriendo.

Chelsea era su mejor amiga desde hacía años, por eso corrió hacia ella para abrazarla fuerte.

“Te extrañé”.

“Amiga, ay, Cielos, qué bueno es verte y abrazarte” dijo Amanda.

“Pensé que no te volvería a ver”.

“No digas eso, te prometí que volvería y que te pagaría un pasaje para que fueras a verme”.

“Tu padre me invitó y me quedé paralizada cuando lo escuché decir que estabas aquí” afirmó Chelsea.

“No podía olvidarme de alguien tan importante” dijo Daniel.

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