Una madre de alquiler -
Capítulo 149
Capítulo 149:
Al día siguiente, Anthony se levantó con dolor de cabeza y decidió bajar a la cocina para tomar un analgésico. Al llegar a la sala, vio que Amanda estaba durmiendo en el sofá, por lo que se acercó y le tocó el hombro para despertarla.
“Amanda” susurró el hombre.
“Hola. ¿Qué pasó?” dijo la joven tratando de abrir los ojos.
“Pasaste la noche en el sofá”.
“Me quedé dormida después de que te fuiste”.
Acto seguido, Anthony se dirigió a la cocina para tomar el medicamento. Amanda, por su parte, subió a su cuarto para arreglarse y luego despertó a Lucy y la preparó para bajar a la sala.
Cuando llegaron, ya todos estaban sentados a la mesa, y entonces ellos hicieron lo mismo. En un momento, Sabrina notó que su hijo no estaba comiendo nada, así que le preguntó: “¿Qué pasa, Anthony?”
“Nada, mamá. Es solo resaca”.
“¿Llegaste tarde anoche?” quiso saber ella.
“No. Papá, ¿Puedes llevar a Lucy a clases y quedarte en la empresa hoy?”
“Claro, hijo. Descansa un poco y no bebas” le respondió Geoffrey.
“Hija, hoy te llevará el abuelo, ¿De acuerdo?”
“¿Papá no va?” preguntó la niña.
“No, papá se va a dormir un rato”.
“Papá perezoso”.
“Ja, ja, ja. Ojalá fuera pereza. Pórtate bien”.
“Está bien” respondió Lucy.
Una vez que terminaron de desayunar, Anthony se levantó y se fue a su habitación. Por otro lado, Amanda terminó su café, tomó las cosas de Lucy y subieron al coche para llevarla a la escuela.
La mañana transcurrió tranquila: Amanda se dedicó a acomodar el cuarto de la niña hasta que se hizo la hora de ir a buscarla, y Anthony se quedó durmiendo.
Al mediodía, la joven regresó con la pequeña y se sentaron a almorzar. En ese momento, Anthony bajó también e Lucy sonrió cuando lo vio”.
“¿Estás mejor?” le preguntó Sabrina a su hijo.
“Sí. ¿Mi padre aún no volvió?”
“Avisó que iba a almorzar allá”.
“Está bien” dijo Anthony, y luego se dirigió a su hija: “¿Cómo te fue hoy?”
“Mal, papá”.
“¿Por qué?”
“La maestra nos dio tarea”.
“Ja, ja, ja. Solo tú puedes alegrarme el día. Tienes que estudiar más y jugar menos”.
“No, papá”.
“Mira, mañana tienes clases, pero después tienes todo el fin de semana para jugar”.
“¡Sí!” exclamó la niña con alegría.
Cuando terminaron de almorzar, todos se dirigieron a la sala. Anthony se sentó en el sofá con Lucy y miraron un poco de televisión.
Por otro lado, Amanda se sentó en el otro sofá junto a Sabrina y se entretuvo un rato con el teléfono.
Un poco más tarde, la joven le dijo a la niña que debía prepararse para ir a ballet, y, una vez que estuvieron listas, Sabrina las llevó y se quedó en la clase con ellas.
Anthony se quedó un rato más tirado en el sofá y luego decidió ir a la piscina para relajarse un poco. Una vez allí, recordó su encuentro con Amanda la noche anterior, cuando había llegado a casa.
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