Una madre de alquiler
Capítulo 127

Capítulo 127:

Todo el mundo comenzó a cantar el feliz cumpleaños. Amanda estaba extasiada con la sorpresa; después de las felicitaciones, se acercó a la torta y pidió un deseo. Tomó a su hija y apagaron la vela juntas, luego, cortó el pastel y miró a sus invitados.

“Si un día me preguntan qué es lo que más deseo en la vida, responderé que es mi familia: ustedes. No quiero nada más que verlos unidos y bien. Gracias por todo lo que hicieron y hacen por mí, por el cariño, por recibirme con los brazos abiertos, por cuidarme y, aunque yo no era nadie en su vida, me defendieron con uñas y dientes.

Anthony, estoy feliz de tenerte y de tener tu amor, así como de tener una hija perfecta, unos suegros maravillosos, una amiga que se convirtió en hermana y un cuñado muy loco que ya considero familia. Sin ustedes estoy incompleta, espero poder devolverles todo lo que me dan. En serio, gracias por todo, los amo”.

Todos aplaudieron sonrientes y ella se secó las lágrimas de emoción.

“La primera porción se la voy a dar a una persona que aprecio mucho, alguien que se ha vuelto muy importante para mí y por quien siento un cariño inexplicable.

Sé que puedo contar con ella y ella puede contar conmigo: mi suegra. Sabrina, es muy importante para mí y la quiero como a una madre. Cuidaré y amaré a su hijo y a su nieta, gracias por confiar en mí”.

Se acercó a ella y le entregó el plato. Las dos se abrazaron conmovidas y Amanda tomó el segundo trozo y se lo dio a Anthony. Luego todos comenzaron a comer y Ken puso una canción que hizo emocionar a Amanda, pero solo su novio se dio cuenta. Siguieron disfrutando de la fiesta y la joven vio que había una mesa repleta de comida deliciosa. Fue hacia allí y probó cada uno de los bocadillos y las golosinas”.

“¿La señorita no está comiendo demasiado?” preguntó Anthony.

“Es solo por hoy, amor”.

“Sabes que no puedes hacerlo”.

“Es un día nada más, te lo prometo”.

“Bien, pero no te pases, ¿De acuerdo?”

“Mamá, quiero dulces” pidió Lucy.

“Puedes comer lo que quieras” respondió su madre.

“¿Ah, sí?” preguntó Anthony sorprendido.

“Es un día especial” rio ella.

Amanda fue a buscar unos dulces para la niña y comieron juntas. Después, Anthony fue a beber con Ken y Geoffrey; y Amanda fue a hablar con Sabrina y Cindy. Siguieron divirtiéndose y disfrutando de la fiesta con mucha alegría, pues la cumpleañera estaba feliz y le había encantado el festejo. Se quedaron hasta tan tarde que, cuando Anthony llevó a Lucy a dormir, ya estaba amaneciendo. Luego fue a dormir con su novia, a quien le estallaba el corazón de gratitud.

“Gracias por todo. Y perdón por casi arruinar todo” dijo ella.

“No te preocupes, me alegro de que te haya gustado. Me costó no decir nada”.

“Te salió bastante bien el papel de tonto” bromeó.

“Temí que fueras a terminar conmigo” confesó.

“Eso jamás”.

“Te amo tanto. Te has convertido en una parte de mí sin la cual no puedo vivir”.

“Yo también te amo, estaré siempre contigo y cada día te amaré más”.

“No veo la hora de que llegue nuestra boda”.

“Falta poco. Yo tampoco puedo esperar para ser tu esposa.

“Mi princesa” susurró él mientras le acariciaba el rostro y besaba sus labios con cariño. Amanda le correspondió apasionadamente y ambos se dejaron envolver por el amor. Él le besó la frente, la acercó a su pecho y le acarició el cabello hasta que se quedó dormida.

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