Una madre de alquiler
Capítulo 125

Capítulo 125:

Después del desayuno, se fueron a sentar afuera. Amanda estaba tomando sol cuando apareció Anthony con un guardia a su lado, mientras Lucy jugaba en la piscina con Cindy. Pasaron el resto de la mañana allí y luego entraron para almorzar. La comida era toda brasileña, por lo que Amanda se entusiasmó y comenzó a probar los diferentes platos, pero Anthony la detuvo, ya que el doctor había dicho que no debía comer nada pesado. Más tarde, se sentaron en el sofá y Amanda se levantó para ir a su habitación. Anthony la acompañó y, cuando se acostó, la cubrió con una manta.

“¿Tienes algún malestar?” preguntó.

“Me duele la cabeza”.

“Te traeré la medicina”. Mientras tanto, ella siguió descansando hasta que él regresó. “Te mejorarás pronto” dijo dándole un beso.

“Tengo al mejor enfermero en casa”.

“Me alegro de que lo sepas” contestó con una sonrisa.

“¿Te recuestas conmigo?”

“Claro, cerraré las cortinas para que no entre mucha luz”. Luego fue a la cama y se acostó a su lado. Ella puso la cabeza sobre su pecho y lo tomó de la mano. Anthony percibió que ella hacía eso cada vez que estaban así abrazados y la miró fijo”. Amor, ¿De qué tienes miedo?”

“¿A qué te refieres?”

“Antes no dormías así” dijo señalando su mano.

“Tengo miedo de dormirme”.

“¿Por qué, mi amor?”

“Porque cuando cierro los ojos siento que estoy sumergida en el agua, totalmente quieta y siento que me ahogo”.

“Entiendo. Es normal que te sientas así porque lo que te pasó es terrible. Yo me quedaré contigo, ¿De acuerdo? Intenta descansar y dormir un poco” la consoló. “Y nunca olvides que te amo”.

“Yo también te amo, tampoco vayas a olvidarlo”. Él le dio un beso en la frente y ella se acurrucó a su lado. Se relajó mientras el hombre le hacía caricias en el cabello y la abrazaba. La tranquilizaba pensar que ya todo había pasado. Él también se quedó dormido y, horas después, se despertó con Amanda tocándole la nariz. Abrió los ojos y la vio sonriendo como una niña traviesa.

“Bueno, buenas noches” bromeó ella.

“¿Esa es manera de despertarme?”

“Se suponía que debías estornudar” dijo sacándole la mano de la nariz.

“Boba. ¿Estás mejor?”

“Sí. Dormimos demasiado, amor, ya oscureció”.

“No pasa nada. ¿Qué tienes ganas de hacer?”

“Vayamos a la sala, quiero pasar un rato con todos”. Se levantaron y él la llenó de besos. Después, bajaron y se sentaron con los invitados.

“¿Cómo estás?” preguntó Cindy.

“Hambrienta” se rio.

“Sí que te aumentó el apetito”.

“Sí, por eso mi prometido va a hacerme un sándwich, ¿No es así?”

“¿Te refieres a mí?” preguntó Anthony.

“¿Acaso tengo otro prometido?”

“No tengo manera de saberlo, tú dime” bromeó él.

“Querida, voy a ir sirviendo la cena” dijo Sabrina.

“Perfecto, muchas gracias. ¿Qué haremos mañana?” preguntó la joven.

“Nada, amor. Tú vas a descansar. De todos modos, nos quedaremos en casa.

“Estaremos en la piscina” dijo Cindy.

“Pero..”. Amanda quiso disuadirlos, sin embargo, Ken la interrumpió.

“¿Vamos a cenar?”

Se levantaron y fueron a sentarse a la mesa. Amanda estaba triste, pero trataba de disimular. Luego de comer regresaron a la sala y la chica se puso a jugar con su hija, sin interactuar mucho con los demás. Con ayuda de Anthony, llevó a Lucy a dormir y luego se fue a su habitación. Anthony la siguió y vio que entraba al baño.

“¿Vas a ducharte?”

“Sí” dijo entrando al baño y cerrando la puerta tras de sí.

Anthony intentó entrar, pero ella había cerrado con llave. Le resultó extraño y comenzó a llamarla, sin obtener respuesta. Se quedó esperándola afuera hasta que la vio salir. En vez de dirigirse hacia él, fue al armario y después se acostó. Le explotaba la cabeza y le apenaba mucho que nadie se acordara de su cumpleaños. No era posible que Anthony no supiera que era el día siguiente; y Cindy igual. Nadie le había dicho nada, solo hablaron de estar en la piscina y disfrutar el último día. Cerró los ojos para intentar descansar y alejar esos pensamientos de su mente. Anthony fue a abrazarla, pero ella le seguía dando la espalda.

“¿Te encuentras bien?”

“Sí”.

“Voltéate” le pidió.

“No, quiero dormir así esta noche”.

“¿Hice algo mal?”

“No. Voy a dormir, buenas noches”.

“Buenas noches, mi amor”.

Ella se volteó hacia su lado para darle un beso rápido y volvió a su posición anterior. El se quedó acostado abrazándola de atrás y así se durmió. Amanda, por otro lado, fingió que descansaba, cuando en realidad estaba llorando en silencio y a oscuras. Finalmente, la venció el sueño y se quedó dormida.

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