Una madre de alquiler -
Capítulo 117
Capítulo 117:
Al cabo de unos minutos, todos volvieron a entrar en la habitación. Anthony se levantó, Sabrina se acercó a él y le tocó el hombro.
“¿Cómo estás?” le preguntó.
“Me parece que me cree. Ahora se volvió a dormir, así que iré a casa a buscar a Lucy antes de que le dé fiebre de nuevo”.
“Te acompaño, necesito ducharme”.
“Cindy, ¿Me llamas cuando haya alguna novedad?”
“Claro, puedes ir tranquilo” contestó la chica.
Anthony le dio un beso en la frente a Amanda y se fue junto con Sabrina, que era quien manejaba porque él estaba demasiado cansado. Viajaron en silencio y, cuando llegaron, Lucy corrió hacia su padre apenas cruzó la puerta.
“¡Papá! ¿Viniste a buscarme?”
“Sí, hija. Papá vino a buscarte para ir a ver a mamá”.
“Le hice un dibujo para que se ponga contenta”.
“Creo que va a estar supercontenta. Ahora espera a que papá y la abuela se duchen y luego nos iremos, ¿De acuerdo?”
La niña comprendió, y los adultos subieron a bañarse. Primero, el hombre pasó por la habitación de Joy, que, cuando lo vio, corrió hacia él y se arrodilló llorando a sus pies.
“Por favor, déjeme salir. Perdóneme, le juro que no hice nada”.
“Cállate. Así que fuiste a decirle a Amanda que nos habíamos visto a la madrugada, ¿No? Te compadezco, y compadezco a tu madre, que es una mujer maravillosa y le tocó una hija tan vil. ¿Rezaste para que no la encontrara? Se ve que no lo hiciste con suficiente fe”.
“Lo siento, perdóneme, Anthony. Cometí un error, me gusta y no sabía qué hacer, perdí la cabeza por los celos. Ella no es la mujer ideal para usted, no debe creerse su papel de santa” dijo ella en tono de súplica.
“¡Cállate! ¡No siento nada por ti y nunca lo haré! Amo a Amanda y me casaré con ella. ¡No eres nadie para decir lo que está bien y lo que está mal en mi vida!” gritó Anthony.
Luego salió, dejándola muerta de miedo, y fue a su habitación para bañarse. Trató de librarse de todos los pensamientos negativos, se vistió y le preparó a Amanda algo de ropa para cuando le dieran el alta. Sabrina ya estaba lista en la sala esperándolo, y había cambiado de ropa a la niña.
“¿Vamos?” preguntó él cuando bajó.
“Sí, hijo”.
Fueron al auto y se dirigieron al hospital. En el camino, Lucy le pidió a su padre que se detuviera porque había visto a un hombre que vendía ositos de peluche y flores, así que ella eligió un muñeco y él un ramo. Al llegar al hospital, fueron directo a la habitación de Amanda, que estaba hablando con Cindy, pero, cuando vio a la niña, sonrió de inmediato y comenzó a llorar de la emoción. El hombre llevó a su hija a la cama y ella abrazó a su madre.
“No llores, mamá. Te hice un dibujo para que estés feliz, ¿Estarás feliz?” preguntó la niña.
“Mamá no está triste, mi amor” respondió ella.
“Te compré un osito de peluche y papá te compró flores”.
“Muchas gracias, es muy bonito”.
“¿Y las flores?”
“También, gracias” dijo mirando a Anthony.
“Mamá, habla más fuerte.
“A mamá le duele la garganta, mi amor” explicó Sabrina.
“Ya se va a poner mejor, abuela” dijo la niña acariciándole el rostro a Amanda y secándole las lágrimas.
“Con todo este cariño me pondré bien muy pronto”. Amanda estaba encantada de ver a su hija y no podía creer las cosas que decía: era como si entendiera lo que estaba pasando.
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