Un matrimonio relámpago
Capítulo 204

Capítulo 204:

«La incriminaron y la llevaron a comisaría en ese momento».

Sara recordó que aquel día se había quedado dormida. Fue Leo quien contestó al teléfono por ella. Entonces Leo le pidió a Maddox que pagara la fianza de Yayoi.

«¡Mierda!»

Sara no pudo evitar maldecir, y luego dijo enfadada: «Maddox, ¿Cómo puedes aprovecharte del peligroso estado de Yayoi?».

Sara podía imaginar lo triste que estaría Yayoi después de enterarse de que Rita la había engañado, así que era normal que Yayoi buscara consuelo.

Pero Maddox no debería…

«Me pidió que bebiera con ella. Luego nos emborrachamos».

Maddox explicó.

«No es una excusa justificable».

Sara refutó.

«No deberías haberte aprovechado de Yayoi cuando estaba en una situación desesperada».

Maddox se quedó callado.

Podía entender por qué Sara estaba enfadada. Yayoi era su buena amiga. Si ocurría, nadie podría soportarlo.

Si Sara no hubiera preguntado, Maddox no lo habría dicho, y mucho menos Yayoi.

Sara no culpaba a Yayoi por ocultarlo. Al fin y al cabo, se trataba de la intimidad de Yayoi.

Pero ahora que lo sabía, Sara no podía dejarlo pasar tan fácilmente. En su opinión, ella era en parte responsable de este asunto.

Si hubiera ido a la comisaría aquella noche, algo así no habría ocurrido.

Sara respiró hondo, luego miró a Maddox y le preguntó: «¿Qué vas a hacer?».

Maddox se encogió de hombros y le contestó con sinceridad: «No lo sé».

No lo sabía.

Sara se mofó: «No sirve de nada. No me digas que ésta es una nueva era, ¿Así que crees que el se%o no significa nada?».

«Sara, no quiero decir eso».

Maddox sonrió amargamente.

«La verdad es que no sé qué hacer. Quiero estar con Yayoi, pero ella me rechazó».

«Es razonable que lo hiciera».

Sara se cruzó de brazos y se mofó: «Tienes una prometida, Maddox».

«Lo sé».

«Para ser sincera, hace tiempo que sabía que había algo raro entre ustedes dos. Me alegré mucho, porque Leo me dijo que no querías a tu prometida».

Maddox no dijo nada. Bajó la cabeza y se quedó pensativo.

Sara lo miró y luego se volteó para mirar por la ventana.

El cielo estaba completamente negro y sólo parpadeaban algunas estrellas.

Curvó los labios y susurró: «Teniendo en cuenta tus antecedentes familiares, no tienes libertad para elegir esposa. Pero no lo olvides. Esta es tu vida. Tienes derecho a decidir qué tipo de vida llevarás y a elegir a la mujer que te acompañará el resto de tu vida»

Maddox se sobresaltó profundamente al oír su voz suave y gentil.

Sí, ésta era su propia vida. Una vez eligió decididamente dedicarse a los negocios, en lugar de alistarse en el ejército y convertirse en funcionario del gobierno.

Tuvo el valor de decir que no.

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