Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 68
Capítulo 68:
“Si la empresa de tu marido no quebró después de casar contigo, la mujer que dejó a un hombre al que decía amar sólo por dinero, seguro que la mía se mantendrá a flote». Máximo clavó los ojos en él, haciéndola sentir todo el peso de su enojo.
Carolina es una mujer digna. Y te juro, Jade, que, si te atreves a hacerle algún daño, iré a por ti».
Cuando se trataba de negocios, Máximo siempre se mostraba duro y perdía la paciencia con rapidez, pero nunca cruzaba la línea de la violencia con las mujeres. Sin embargo, cualquiera que se atreviera a poner en peligro a Carolina experimentaría las consecuencias de su furia.
«¡Esta mujer no vale la pena, Máximo! Si es tan estupenda, ¿Por qué todavía no la presentas formalmente en la sociedad alta?”, insistió.
“Porque fui un idiota al que le aterró exponerse después de lo que pasé. Tenía miedo de que la gente baja como tú me juzgase. No tuvo nada que ver con Carolina ni con su carácter». La sonrisa en sus labios se ensanchó. «Hacía tiempo que sabía lo de su madre”.
“¿Cómo es posible que te casaras con ella? Máximo, si quería operarte, ¿Por qué no acudiste a mí? No me habría casado…”.
La interrumpió con una risa cruel.
“Si me quisieras de verdad, te habrías quedado a lado. Ahora Jade, vete de aquí. Me pongo enfermo con solo mirarte». Arrugó la nariz.
“¿Qué hace ella aquí?”. Yolanda apareció en la puerta.
«Ofreciendo sus servicios, pero soy un hombre asado. No necesito nada que ella pueda darme”, afirmó Máximo con desinterés, dejando claro a qué se refería.
Jade dio un paso atrás y contuvo la respiración.
«¡Te arrepentirás de estar con esa mujerzuela cuando estoy dispuesta a dejar a Marcelo por ti!».
«Ese es su problema por haberse casado contigo. Pero bueno…, no es mi problema. Debería haberlo visto venir. Si me dejaste por su dinero, fue tonto al pensar que no harías lo mismo con él».
“¡Te amo!».
«Claro que sí. Vuelve con ese amor a tu marido.
Ni tú ni tus sentimientos son bienvenidos en mi presencia. Y recuerda Jade, ¡Aléjate de mi esposa!”
La mujer miró hacia Yolanda con desdén antes de levantar la barbilla y alejarse.
“¡Te juro que casi pierdo los estribos!”, exclamó Máximo, con el rostro enrojecido por la furia.
“No dejes que esa mujer te afecte. Ya está pagando lo que te hizo casándose con Marcelo”.
“¿Qué quieres decir?», indagó él. «Yo la veo muy bien”.
«Dicen que no es muy… amable», habló Yolanda, encogiéndose de hombros.
«Pero no hay pruebas de maltrato físico hacia ella. Aunque parece estar bien, el día de la fiesta Marcelo la miraba como si se la fuera a tragar entera, y sus ojos estaban llenos de terror.»
«Ni siquiera sé qué sentir, abuela. No le deseo ningún mal, pero… ella se lo buscó».
«Lo sé».
“Lo único que quiero es que se aleje de mi familia, es todo lo que me importa cuando se trata de Jade».
Yolanda asintió antes de llamar a uno de los empleados para que ayudara a su nieto a subir al automóvil. El pasó frente a la habitación de Carolina, echándole una última mirada y se marchó.
Nada más llegar a casa, no a su apartamento, sino a la casa de su padre, Máximo fue recibido la visión de César jugando con Bernardo en brazos.
“No suelta al bebe», comentó Yolanda riente.
“¡Hijo mío!”, exclamó César, sosteniendo a Bernardo por debajo de los regordetes brazos.
“¡Se parece tanto a ti de bebé!».
Máximo lo sabía, pues en los álbumes había fotos suyas de pequeño que lo demostraban. En cuanto sentó en el sofá, hizo una mueca de dolor, que miró enseguida hacia Bernardo, quien sonreía babeando.
“¡Hola, hombrecito! ¿Extrañabas a papá?”
Bernardo extendió la mano como si comprendiera, por lo que Máximo lo levantó.
“¡Ten cuidado! Cada vez pesa más. No lo apoyes en tu pierna», advirtió Yolanda, a lo que este asintió.
“No te preocupes, abuela. Tendré cuidado», mirando al bebé, «Te quiero mucho, hijo. Tu mamá también llegará pronto’.
“Eso espero. ¿Se quedará con nosotros o volverá con Osvaldo Herrera?», cuestionó César.
“No obligaré a Carolina a nada, aunque espero que se quede conmigo y con nuestro hijo para siempre, para que podamos volver a ser una familia».
Los días transcurrieron y por fin ella salió de la sedación. Debido a que era su contacto de emergencia, además de médico y conocido en el hospital, Osvaldo recibió la notificación antes que el resto de los seres queridos de la muchacha.
“Debería despertar entre hoy y mañana, Doctor Herrera», informó el médico tratante.
“¡Excelente! Gracias, Doctor Fonseca», respondió Osvaldo.
Envió un mensaje a Máximo con la noticia y le informó que tendría que ocuparse de algunos asuntos, no obstante, le avisaría en cuanto Carolina abriera los ojos.
Apenas subió al vehículo, recibió una llamada de su hermano.
“¿Qué pasa?”, le preguntó.
“El consejo quiere una reunión”, respondió este.
Osvaldo suspiró al oír la noticia.
“¿Cuándo?”
“Esta noche. Se están poniendo pesados”.
“De acuerdo”, le contestó dando por finalizada la llamada. Ya se imaginaba de qué se trataba. Antes de volver con la familia, comentó que se casaría. Pero claro, no a todos les parecía bien, sobre todo porque Carolina no formaba parte de la mafia. Ni de ninguna otra, en realidad.
Ahora, al volver como el jefe, lo presionarían para que contrajera matrimonio. Ya que la madre de Tonny tampoco pertenecía a su mismo entorno, y también se cuestionaría la sucesión para el pequeño.
Demonios, se quejó, aferrándose con fuerza al volante.
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