Capítulo 421:

Se tumbó encima de ella, colocándose en su entrada.

«Por fin voy a tenerte», susurró Bernardo al oído de Ekaterina, mientras se acercaba un poco. «Relájate, amor».

Besó la mejilla de Ekaterina, se apartó un poco y le puso la mano en el clítoris.

«Toma, muévete. Quiero verte la cara cuando entre». Al ver el anillo en el dedo de Ekaterina, Bernardo se excitó aún más.

De rodillas sobre la cama, un poco inclinado hacia delante, seguía metiendo y sacando mientras Ekaterina se masturbaba.

«Bernardo… entra. Entra, cariño». Ella se retorcía al ritmo de él, tratando de bajar, de penetrarlo más profundamente. «¡Por favor!»

Bernardo pasó el dedo cerca de la entrada de Ekaterina, con la cabeza de su miembro lista para entrar. Empujó las caderas hacia delante y entró un poco. Sintió su calor y respiró hondo. Con los brazos apoyados en la cama, miró a Ekaterina a los ojos y la penetró definitivamente.

«¡AH!» Sintió el dolor, pero no era tan horrible.

Ekaterina estaba más que excitada, lo que ayudaba mucho. Bernardo se quedó quieto, necesitando controlarse.

«¡Puta… mierda!» Soltó en un susurro. Bernardo la besó y empezó a moverse lentamente. Cogió la mano de Ekaterina y entrelazó sus dedos.

Las piernas de Ekaterina rodearon su torso, y él enderezó su cuerpo para tener mayor acceso.

«¡Joder, te quiero tanto!»

«¡Devórame!» Ekaterina exigió, moviéndose. «Te amo, Bernardo. Por favor…»

«¡La… cumpleañera está a cargo!»

Empezó a acelerar, cada vez más. Ekaterina le rascaba la espalda mientras Bernardo la colmaba de «marcas de amor» por todo el regazo y los hombros, evitando el cuello para que no se notaran.

Aunque allí hacía frío, se pondría ropa más larga. Se acercó al borde de la cama y tiró de ella, levantándole aún más las piernas. Ekaterina se corrió, viendo estrellas y, sintiéndola tensarse, Bernardo hizo lo mismo. Nunca había tenido un orgasmo así, tan intenso.

Los espasmos a su alrededor seguían presentes y Bernardo besó a Ekaterina.

«¿Te he hecho daño?», le preguntó él y ella lo negó. ¿Listo para más?

Tras dos horas allí, ambos se ducharon. Ekaterina fue a su habitación a por ropa, pero Bernardo la llamó y le dio una muda que tenía en el cajón.

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