Capítulo 176:

La galería estaba llena de gente y Tonny no pudo evitar hacer una mueca. Odiaba los lugares como esos. Cuando la mafia participaba en eventos, normalmente lo hacían por obligación, no porque quisieran hacerlo. En ese lugar, no conocía a ninguna de las personas. Los hombres como él siempre eran un blanco fácil.

Tonny miró a su alrededor, tratando de encontrar a Serena, hasta que percibió que alguien le ponía una mano en el brazo y sintió un poco de esperanza.

«Ey. ¿Es la primera vez que vienes aquí?”, preguntó una mujer con el cabello teñido de rubio y mucho maquillaje en su rostro. Tenía una mirada seductora adornando sus facciones.

El hombre cortésmente retiró su brazo del agarre de la desconocida.

“Sí. Solo vine hasta aquí a buscar a mi novia”, respondió y vio cómo la sonrisa de la mujer se desvaneció poco a poco, pero ella no se iba a dar por vencida.

“¿Tu novia? ¿Y quién es ella?», dijo con supuesto interés la mujer. «Por cierto, soy Eleonora Smith, dueña de esta galería».

Le tendió la mano a Tonny, quien tuvo que respirar hondo para controlarse y ser cortés, en lugar de solo ignorar a la mujer o decirle que se fuera.

«Serena Agramonte”, dijo y en ese momento pudo notar que ella frunció el ceño ligeramente.

«Hmm, no la conozco. Ninguno de nuestros artistas de esta noche tiene ese nombre. Y creo que tampoco ninguno de los inversores”.

“Ella está trabajando aquí», aclaró el hombre, su voz era neutral.

“¿Trabajando? Creo que no es así. Aquí solo hay dos vendedores y de todos modos no tengo a nadie con ese nombre en mi equipo”, dijo la mujer y se mordió ligeramente el labio. “¿Cómo te llamas?”.

Tonny vio a Serena y miró a la mujer que tenía en frente.

“Ya la encontré. Disculpe”, habló él, ignorando por completo su pregunta.

El hombre se alejó de toda esa gente hasta que llegó a donde estaba Serena. Cuando ella se giró y lo vio, abrió los ojos como plato.

“¿Qué… qué estás haciendo aquí?», preguntó, mirando a todo su alrededor.

“Vine a verte. ¿Qué más podría estar haciendo, Serena?”, contestó en un tono amable. Poder ver a esa mujer de nuevo, tan cerca, y que estuviera dirigiendo toda su atención a él, era increíble.

“Jovencita, vuelve a tu trabajo!», habló Eleonora con una sonrisa, pero su tono había sido duro, entre dientes. «Deja de molestar a nuestros invitados”.

«Le ruego que me disculpe, Señora Smith”, dijo Serena mientras bajaba un poco la cabeza, no sin antes mirar a Tonny con ojos de desaprobación.

“Ella no me está molestando. He vendido hasta aquí para hablar y estar con ella”, habló el hombre y Eleonora lo miró con sorpresa.

«Ella…”

“Sí, es Serena. Mi novia».

Serena, al escuchar esas palabras, sin querer perdió el equilibrio de la bandeja, dejando caer los vasos que llevaba. Tonny se inclinó para ayudar a recoger los pedazos de cristal.

“No, deja que lo haga yo», le dijo él cuando vio que la mujer se agachaba.

“¡Yo no puedo creer eso!». Eleonora resopló y los demás invitados se voltearon a mirar la escena. Ella le hizo señas a una persona de limpieza para que se hiciera cargo del desastre. «¡Señorita Agramonte, por favor, vete a la cocina!».

Tonny, que estaba sosteniendo la bandeja, no permitió que Serena la sujetara.

“Yo la llevaré». La mujer trató de acercarse al hombre, quien solo levantó los brazos.

“¿Dónde queda la cocina en este lugar?».

“Tú no puedes entrar allí. Es privado, y solo pueden…»

las palabras que estaba diciendo Eleonora se quedaron atrapadas en su garganta. La mirada que Tonny le había dirigido a la mujer hizo que la voz se le fuera poco a poco.

“¿Vamos, Serena?», preguntó, y de nuevo estaba usando su tono amable.

Ella solo respiró hondo y asintió, indicándole que la siguiera. Tan pronto como ambos llegaron a la cocina, se estiró para tomar la bandeja, pero Tonny no se lo permitió.

“Dime dónde debo dejarlo».

“¡Te pasaste de la raya! Solo dame ya esa bandeja”.

Los ojos de Serena se habían vuelto duros, pero no resistió mucho actuando de esa manera. La mujer simplemente jadeó: “Por favor».

El hombre finalmente hizo lo que se le pidió y se quedó allí esperando su regreso. Pasaron aproximadamente diez minutos y Serena aún no regresaba. Él se aventuró a mirar a la cocina y no vio a la mujer por ninguna parte. En su lugar, vio a la chica de la otra noche.

¡Lola!, recordó el nombre en ese momento.

“Señorita, por favor…”, se dirigió a ella, quien lo miró con evidente sorpresa y luego lo observó detenidamente de arriba abajo.

“Ella tiene buen gusto», comentó Lola y él sonrió. La chica era amiga de Serena.

“¿Sabes si ella todavía está allí?», preguntó y le sonrió de una manera coqueta a la mujer. Lola alzó una de sus cejas.

“Guapo, eso no va conmigo», respondió y le dedicó una sonrisa falsa. “Pero tienes suerte de que quiero que mi amiga se la pase bien. Ella salió hace rato por la parte de atrás. La serpiente… quiero decir, la Señora Smith, ha decidido prescindido los servicios de mi gatita”.

¿Tu gatita?, él no pudo evitar reírse levemente.

Tonny no estaba tan ciego como para no notar que Lola era la mejor amiga de Serena.

“¿La han despedido? Bien, gracias», dijo y asintió a la mujer antes de irse.

Tonny sacó su celular y envío algunos mensajes de texto. Eleonora Smith tendría las cosas un poco complicadas a lo largo de su vida. Si ella tenía algo que esconder, el hombre sin duda lo iba a averiguar.

Ya una vez fuera, Tonny se dirigió a la esquina del lugar, ya que necesitaba dar la vuelta a la cuadra para encontrarse con Serena. Por supuesto, ella ya no debería estar tan cerca de ahí.

“¡No!” exclamó una voz, él sabía perfectamente que se trataba de ella. “Tú… ¡Suéltame, por favor!».

Tonny no lo pensó dos veces y tomó al hombre que la estaba sujetando contra la pared. El golpe que logró darle hizo que el sujeto cayera directo al suelo.

Él lo agarró con fuerza por el cuello, golpeándolo una y otra vez sin parar. El segundo golpe lo había noqueado por completo.

Serena miraba toda la escena horrorizada, pero al mismo tiempo se sentía agradecida.

«¿Estás bien?». El hombre sostuvo los hombros de la mujer con cautela y la miró detenidamente, pero no notó nada más que algunas marcas en su brazo y el cabello y sus ropas desordenadas. «¿Quieres que te lleve a un médico?».

Serena despertó de su aturdimiento y lo miró extrañada.

«Un médico. Este hombre no hizo nada más que intentar… bueno, lo intentó hacer, pero solo sostuvo con fuerza mis brazos mientras yo luchaba».

Mientras ella hablaba, cerró los ojos con fuerza, como si estuviera cansada.

«Entonces, déjame llevarte a tu casa», propuso y la mujer asintió, solo entonces fue que ella pudo ver lo arreglado que estaba Tonny.

“¿De verdad viniste tan elegante a esta exhibición?» ella preguntó.

Tonny hizo una mueca con la boca.

«No. De hecho, estaba en una fiesta familiar. Ya me iba a casa, pero decidí venir a verte. Para dormir mejor esta noche», él había hablado de tal manera que Serena sintió una ligera punzada en el bajo vientre. Tonny era, para la Mujer, peligroso en Muchos sentidos.

«De todos modos, solo tienes que dejarme en la parada de autobuses. No tienes que tomarte la molestia de llevarme hasta mi casa”.

«Serena». Él dejó de pasear y se paró frente a ella.

Luego, colocó los dedos debajo de su barbilla. Solo deja que te cuide como se debe.

La mujer tragó saliva. Su corazón estaba latiendo salvajemente.

«¿Por qué dijiste antes que eres mi novio?”

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