Un juego peligroso -
Capítulo 31
Capítulo 31:
Caleb POV «Escucha. Por favor, déjame hablar. Estoy tan…»
Ella se estremeció al gritar con fuerza y puso la bolsa de plástico entre nosotros mientras cerraba los ojos y pude ver que estaba temblando. Quería tocarla y hacerle saber que la quería y que lo sentía. Pero su reacción a mi contacto fue como si me clavaran una flecha en el corazón. Duele.
Y antes de darme cuenta, salió corriendo. Ni una sola vez miró hacia mí mientras seguía corriendo sin escuchar mis súplicas de que me detuviera. Estaba preocupado por ella y más por lo que yo había causado.
Fue un malentendido y me puse celoso. Me puse celoso hasta el punto de no poder ver nada y herir a la que había amado por primera vez.
Los guardias me impidieron entrar y me retuvieron mientras yo seguía suplicando a Sang que se detuviera y me diera la oportunidad de hablar con ella y pedirle disculpas. Pero entonces desapareció en el ascensor y por mucho que la llamé, nunca me escuchó.
«¡Basta, jovencito! Si la mujer es la razón por la que has estado viniendo aquí todos los días mirando el edificio toda la noche, entonces siento informarte de esto, no podemos permitir que te quedes aquí por más tiempo. Ella no quiere hablar contigo y si sigues así tendremos que llamar a la policía», me dijo uno de los guardias y yo retrocedí mirando hacia donde ella se había ido.
Todo esto ha pasado por culpa de ese tal Eden.
Maldito bastardo.
Él lo había provocado. Si no me hubiera creído lo que había visto aquel día.
Tuvo los nervios de venir a buscar a Sang a la oficina y preguntarme por su paradero desde que fue a su apartamento y vio el sello. Le dije que no era asunto suyo y que podía mantenerse alejado de ella ya que ahora era mi novia pero entonces se rió del asunto y me dijo que por qué estaba conmigo.
Me dijo que ella estaba interesada en él y que como él estaba fuera necesitaba a alguien para sus necesidades. Incluso me dijo que Sang siempre estaba abierta con él cada vez que necesitaba dinero y que poseía sus tarjetas para ir de compras.
Yo estaba furiosa y no creí ni una palabra de lo que me dijo. Sabía que le gustaba mi Sang y se quedó estupefacto cuando le hablé de mi relación con Sang y quiso separarnos. Me reí en su cara y le dije que se fuera. Pero mientras se iba me dejó claro que amaba a Sang y que antes la conseguiría de todas formas. Yo estaba furiosa y me costó todo no ir a por él y darle un puñetazo.
El segundo día, los vi besándose cerca de una cafetería mientras mi coche estaba parado en la señal. Vi rojo y perdí los papeles por completo. Tenía pensamientos contradictorios y, aunque no quería, no podía dejar de cuestionar su relación. Estaba loco porque, aunque mi corazón me decía que no creyera lo que veía, no podía quitármelo de la cabeza.
Estaba celosa y preocupada de que me dejara, pero sabía que lo que Eden me decía no estaba bien. No había forma de que mi Sang me dejara. Si no le gustara, no estaría conmigo. Pero entonces ni siquiera era Eden, era simplemente yo.
Oí a algunas mujeres hablando de Eden en la fiesta y de cómo ya sabían que mi secretaria era su novia. Volví a perder la cabeza. Me enfadé con Sang por no dejarme anunciar nuestra relación en público. Si me hubiera dejado hacerlo entonces no tendría que pasar por todo esto. Pero aún así, nunca vino a explicarme lo del beso con Eden.
Fue la gota que colmó el vaso de mi paciencia, ya que cada día me enfadaba más y le echaba la bronca a los empleados pensando que captaría la indirecta y vendría a preguntarme por qué estaba tan enfadado todos estos días. Pero nunca vino.
Quería herirla y hacerle saber lo que se siente cuando ves a la persona que amas besando a otra y en ese preciso momento, me encontré con Davies. La chica molesta que me seguía a todas partes. Sabía que Sang tenía sus ojos puestos en mí y tuve la oportunidad de ponerla tan celosa como yo. Al principio, no tenía intención de besar a Hailey, pero fue ella la que me pilló desprevenido cuando tiró de mi cuello y me besó con fuerza.
Sujeté su mano levantándola de mi cabeza queriendo apartarla cuando Sang nos viera y antes de que pudiera hablar, la aparté.
Había terminado y sabía que si me quería se sentiría herida. Le diría que la vi besando a Eden y lo que me había contado sobre su relación. Pero entonces, fui en otra dirección cuando empecé a besarla bruscamente mostrando dominio, haciéndole saber que aunque ella no lo quisiera, aun así su cuerpo me respondía y yo era el único que podía hacerla sentir así.
Pero entonces tuve que abrir la boca y decirle cosas hirientes que me valieron una bofetada. Vi lo triste que se puso cuando me abofeteó, pero lo más impactante fue cuando me dijo que incluso se había equivocado al darme su corazón.
¿Corazón?
¡Espera! ¿De verdad me quería?
Cuando volví a casa ya se había ido. Jenny me dijo lo decepcionada y angustiada que se veía cuando se iba. Vi el vestido que usó en la fiesta tirado en el suelo. Quise correr tras ella y decirle que volviera conmigo, pero de nuevo me sentí confusa.
Acabé visitando su edificio de apartamentos todos los días, perdiendo la cordura cuando veía a Eden salir de su edificio. Volví a sentir celos pensando que ella ni siquiera se había acercado a mí para intentar explicármelo pero aquí ya estaba hablando y encontrándose con Eden.
Aunque estaba enfadado, seguía queriéndola y me hice la promesa de recuperarla y hacer que se diera cuenta de que ella también me quería. La única manera de hacerlo era ponerla celosa y Hailey me pareció la candidata adecuada. Pasaría tiempo con Davies a sabiendas de que los medios sabían que estábamos juntos.
Conocía a Sang. Era como una fiera y realmente esperaba que se enfadara y aunque me diera una bofetada, me pegara o me atara y me tirara al agua por liarme con ella con Hailey volviera a mí y me dijera que me quería. Pero no lo hizo…
Lo siguiente que supe fue que RRHH me informaba de su dimisión.
Mis manos temblaban y mi mente se quedó en blanco.
¿Era esto lo que siempre había querido?
No me quería ni un poco. Se rindió tan fácilmente. Ni siquiera luchó por mí. Quería alejarse de mí.
Yo hervía de rabia porque me sentía como si me hubieran engañado. Quería castigarla, pero a la vez quería quedármela. Un pensamiento cruzó mi mente. Si realmente le gustara el dinero, entonces no me negaría convertirse en mi amante si le doy dinero. Fui un estúpido, lo sabía. Pero aproveché la oportunidad y la castigué por querer dejarme y acabé diciéndole cosas hirientes. Aún así, no me explicó nada y me impacienté mientras le rompía la camisa y le decía que se fuera.
Estaba llorando. Vi sus lágrimas. Me quedé petrificado pensando qué pasa si desaparece. De nuevo, descaradamente queriéndola a mi lado, me puse en pie sujetando sus gafas que se cayeron al suelo y corrí tras ella queriendo disculparme y hacerle saber que simplemente estaba celosa y que no hay nada entre Hailey y yo.
La verdad estaba delante de mí. Eden estaba ante mí disculpándose por besarla. Ni siquiera lo había conocido y supe que la había cagado a lo grande. Mis celos me destruyeron y la única mujer que alguna vez amé estaba huyendo ante mis ojos. Tan pronto como ella se había ido, yo ya estaba golpeando Eden a la sangre por meterse conmigo y mi mujer. Si no hubiera sido por él, nunca habría dejado que Sang se me escapara.
Se estaba riendo cuando supo lo que pasó entre Sang y yo y le di un puñetazo más fuerte sólo para ser contenido por los curiosos.
Sabía que había metido la pata hasta el fondo.
Sang nunca me lo perdonaría.
Al darme cuenta, me emborraché hasta desmayarme. Pero en cuanto desperté, me propuse pedirle perdón aunque tuviera que rogarle de rodillas. Conocía a mi Sang, se enfadaría conmigo, me daría bofetadas y puñetazos por lo que había hecho pero, al final, me perdonaría.
Había echado de menos su calor y, en cuanto la vi huir de la calle, ya estaba en mi coche siguiéndola y la abracé con fuerza para hacerle saber cuánto la había echado de menos.
Pero entonces se estremeció cuando quise tocarla. Parecía absolutamente asustada. Me di cuenta de que estaba más delgada y de que sus ojos parecían muertos, como si no tuvieran alma. Pero cuando huyó, supe que se había acabado.
La quebré hasta el punto en que sería más difícil recuperarla y hacer que me amara. Pero yo la amaba, siempre la amé y siempre la amaré. Le rogaré hasta el final que me perdone y vuelva conmigo.
Porque la necesitaba. Nunca había amado a nadie ni a nada como a ella.
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