Un destino difuso -
Capítulo 54
Capítulo 54:
Alejandro se encaminó hacia la biblioteca, por alguna razón se sentía entusiasmado.
A veces se sorprendía de las sensaciones que Fabiana despertaba en él.
Podía darse perfecta cuenta de que la mujer que ahora le acompañaba empezaba a distanciarse mucho de aquella chiquilla con la que se casó hace poco más de un año.
Esta nueva Fabiana, que venía convirtiéndose en una espléndida mujer, lo sorprendía y lo dejaba sin aliento; aunque él no quisiera admitirlo, porque él tenía que ser fiel a la promesa que se hizo de no caer nunca en las garras de una mujer.
Llegando ante la puerta de la biblioteca, tocó dos veces y luego empujo la puerta con cuidado.
Allí estaba Fabiana con las piernas dobladas sobre el sillón y el libro abierto entre sus manos, totalmente absorta en su lectura; sobre su regazo yacía una libreta de notas y un lapicero.
A Alejandro le encantó lo que vio: una chica apenas maquillada, su cabello negro atado sobre la nuca y ataviada con una delicada franela estampada y un pantalón ancho del mismo material.
“Hola, ¿Cómo estás?”
Fabiana, un tanto sorprendida, levantó la mirada.
“Ah, hola Alejandro, ¿Cómo estás?, me sorprendiste..”.
“Te ves muy linda, metida entre los libros, has debido ser una excelente alumna”.
“Si, esa es mi debilidad, me gusta estar en continuo descubrimiento de conocimientos, me gusta la investigación, me encantan todos los temas, pero sobre todo la medicina, todo lo referente al cuerpo humano”.
“Fíjate este libro que estoy leyendo habla sobre las enfermedades más recurrentes en los niños, como es el resfriado común, bronquitis, rubéola y gastroenteritis, entre otras”
Fabiana le dijo.
“En poblaciones alejadas de los hospitales y de difícil absceso son muchos los niños que mueren por falta de atención o de medicamentos, pudiéndose salvar con un sencillo tratamiento, pero eso sí, dándoselo en el momento oportuno”.
Alejandro no pudo disimular su admiración por la chica, debía admitir que era inteligente y apasionada por lo que le gustaba.
El tiempo que había estado en su casa, no había menguado para nada su amor por la medicina, ni resquebrajado sus intereses primarios.
“Mira, te traje tu cafecito con galletas que Julia te tenía preparado, yo te acompaño con un café”
“Gracias por el detalle, Alejandro, Julia, me consiente mucho, ha, más bien debo cuidarme porque si no cuando me dé cuenta estoy como una bolita”.
Alejandro se quedó pensando; pues si supieras amor, que sí quiero verte como una bolita, ¡Pero no de grasa!
Si no de huesitos, de nuestro hijo…
“Quería preguntarte sí te gustó la primera salida en que tuvimos los dos solos..”.
“Si me pareció que tuvimos oportunidad de compartir un poco más y la verdad que pasamos un buen rato. Si, me gustó”.
“Te pregunto por qué deseo invitarte a salir el fin de semana, podemos salir a cenar y a la disco un rato, ¿Qué te parece?”
“Me parece bien, solo que en vez de ir a la disco me gustaría ir a ver una buena película, ojalá de estreno. Ese detalle me recuerda a mamá, con ella solíamos hacerlo con frecuencia”.
“Está bien, como tú digas, yo también hace tiempo que no voy al cine, lo disfrutaremos, te lo prometo”.
“Esto suena como a una cita… Alejandro”.
“Si cariño es una cita, he decidido conquistarte, me he comenzado francamente a interesar por ti”
Alejandro no tenía tacto ni para eso.
“La verdad no tengo mucha experiencia al respecto, porque debo confesarte que las mujeres con las que tuve relación, en su mayoría llegaban solas, lo digo sin pretensión alguna. Mi experiencia en el amor fue diferente a la de mi hermano; él siempre estuvo enamorado de Amalia y desde pequeños fueron unidos”, dijo.
“Pero la verdad es que aunque me han gustado mucho las mujeres, mi interés siempre estuvo enfocado hacia otros asuntos; me gusta ser libre, nunca quise comprometerme; seguramente es porque hasta ahora jamás me enamore de verdad”, confesó.
“Las mujeres que he conocido hasta ahora son muy diferentes a ti, ellas persiguen el dinero y el placer; les gusta la vida loca y, de verdad, eso no es lo mío”
Fabiana lo había sorprendido, ella era otro tipo de mujer y hasta ahora había sido todo un reto para él.
“Mi padre nos crio con mucha disciplina y ese aspecto formó en mí, un temperamento serio, más de lo que yo hubiera querido; no estoy acostumbrado a dar ni a recibir muestras de afecto, excepto por las de mi madre cuando se daba la ocasión porque fue mi padre quien se tomó la tarea de educarnos según sus reglas”.
Fabiana le escuchaba callada y muy sorprendida de que Alejandro se estuviera abriendo con ella de esa manera.
Había aprendido a desconfiar de cada uno de los gestos de Alejandro porque por experiencia sabía que nada de lo que él hacía, lo hacía gratis, por eso pensaba.
“¿Qué se traerá entre manos ahora?”
“Veo que tuviste una infancia un tanto difícil. Por lo que he podido observar de Uriel, es un hombre de temperamento rígido y le gusta apabullar a las personas con burlas y con críticas; esta conducta debió ser fuerte para un niño en pleno desarrollo de su personalidad”.
“Bueno… se oye un poco raro cuando lo enfocas de esa manera, no me parece que fuera tanto así… yo amo a mi padre y ahora de adultos, aunque lo respeto mucho y como jefe lo consulto para cualquier movimiento de la organización, la verdad es que llevamos buenas relaciones”
“Si es comprensible, lo conoces de toda la vida. Además, es tu padre; es natural que lo ames y lo veas con una óptica particular..”.
Alejandro arrugó el rostro.
“Discúlpame, no quise decir nada malo en contra de tu padre, lo que dije, es solo es una simple apreciación”.
“Aja, Fabiana parece que llegó la hora de las confesiones, de que nos conozcamos mejor. Te manifiesto que de unos días para acá, había querido tener una conversación cercana contigo porque veo que es prioritario que nos conozcamos más profundamente”.
Por supuesto que Alejandro tenía su interés particular en hacer sentir bien a Fabiana, el hecho de que su hermano fuera a tener a su bebe primero que él lo hacía sentirse en segundo lugar, y a él nunca le habían gustado los segundos lugares.
“Como tú lo has manifestado en varias oportunidades; he recapacitado y me doy cuenta de que es imposible llevar una relación cercana y, en buenos términos, con alguien a quien no conoces”
“Por eso mi amor, yo también quiero saber de tu vida antes de estar conmigo; cuéntame de tu niñez, de tu adolescencia”.
“Pues no sé Alejandro, si en este momento yo esté en condiciones anímicas, de hacerte alguna confidencia, de abrir mi corazón para que entres en él, de decirte cuáles son mis sueños o de descubrirte mis pensamientos”
Fabiana no quería darle armas a Alejandro para que después las usara en su contra para atormentarla, o aprovecharse de ella, o la chantajeara.
“Lo único que sí puedo decirte en este momento es que tengo heridas abiertas y estas sangran constantemente. Que no puedo abrirme contigo como tú esperas, porque sencillamente Alejandro… te tengo miedo… no confío en ti”
Ella tenía que decirle la verdad para no atragantarse con esta.
“Disculpa que sea tan sincera, pero tú voluntariamente me has abierto una pequeña puerta, y no puedo desaprovecharla porque para mí significa un gran desahogo”, contestó.
“Desde hace más de un año, mis sentimientos han estado sometidos a una presión desmedida; por eso es muy valioso para mí, este gesto de hoy y la oportunidad que me das de ser un tanto sincera contigo”, le dijo.
“Puede ser que con el tiempo podamos, siquiera, llegar a conversar como dos amigos”
“¡Huy Fabiana! Me dejas desconcertado, el problema contigo es mucho más grave de lo que yo había imaginado… Hay un desierto que nos separa y tendremos que comenzar a atravesarlo, Cueste lo que cueste hasta encontrar un oasis de encuentro, perdón y reconciliación”., le dijo él.
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