Un año para separarme
Capítulo 59

Capítulo 59:

Cuando Sara y Nadia salieron del aeropuerto en lugar de ir directo hacia la villa fueron al restaurante, Sara sentía curiosidad por saber cómo se seguía desarrollando su primer negocio.

Nadia ya le había informado que todo marchaba bien, pero ella tenía una forma de pensar diferente y cuando Nadia le pidió que fuera a descansar y dejara de preocuparse por el restaurante Sara le respondió.

“Mi abuelo me enseñó desde pequeña que el ojo del amo engorda al caballo, así que de todas formas hora más que me prive de descansar no va a marcar la diferencia, necesito ver con mis propios ojos como va todo”.

Nadia decidió no insistir más y llevarla al restaurante. Veinte minutos después el coche llegó al restaurante, Nadia tuvo que manejar hasta la parte trasera del local, porque no había sitio para dejar el auto, todo estaba lleno.

Sara observó las personas en la entrada insistiendo a la dependienta una mesa, pero desafortunadamente se necesitaba reserva para poder entrar.

Cuando el coche se detuvo Sara bajó, el repiqueo de sus tacones atrajo la atención de las personas, los hombres quedaron hipnotizados con su belleza y elegancia, el contoneo de sus caderas era un imán para sus ojos.

Su delgada figura se desplazaba con agilidad, parecía que caminaba sobre las nubes, las compañeras de los hombres de la fila al ver que habían sido eclipsadas se pusieron de mal humor y comenzaron a señalar a Sara.

“Oye tú, sinvergüenza, a donde crees que vas, no ves que hay una fila y si no tienes reserva ni pienses que vas a entrar” habló una mujer rubia y de cerca de unos veintisiete y cuando las otras la escucharon se armaron de valor para también hablar.

“Exactamente llevamos casi media hora aquí esperando y todos queremos comer, no creas que por tener una cara bonita te puedes colar”.

“Si, Mírala como viste, seguro es la amante de algún pez gordo. Vete de aquí p$rra, este es un restaurante familiar”.

Sara se detuvo a escuchar todas sus quejas, su mirada indiferente solo hacia enfurecer más a las mujeres, mientras que los hombres seguían sin recuperar el habla.

Sara se cansó de escuchar sus quejas y cuando vio que ya Nadia venía llegando comenzó a caminar otra vez hacia la puerta del local.

La primera mujer que habló cuando vio que Sara estaba a punto de entrar se abalanzó sobre ella y tomándola por el cabello la aló hacia atrás.

Sara estaba débil aún debido al accidente, así que como aún no recuperaba todas fuerzas ese pequeño empujón la tiró al piso.

Nadia al ver la escena corrió de inmediato a ayudar a su jefa, pero las otras mujeres le bloquearon el paso. Sara reunió fuerza y se puso de pie, su mirada se había trasformado en fuego puro y sus hermosas facciones indicaban lo furiosa que estaba, la chica rubia parecía no medir el peligro y estaba a punto de intentar darle una cachetada a Sara cuando una mano la detuvo, un chico delgado y alto se paró a su lado.

“No crees que está mal intimidar a alguien cuando lo superan en número, además yo en tú lugar me comenzaba a disculpar, la mujer que acabas de agredir es la dueña del restaurante y no creo que a su esposo el Presidente del Grupo Moretti le haga gracia saber que difamar a su esposa haciéndolo pasar por amante”.

Sus palabras eran calmadas, su voz dulce, tenía un rostro perfecto, juvenil. La mujer al escuchar aquello perdió toda arrogancia y se puso de rodillas a pedir perdón a Sara.

Sara ni siquiera la miró y se enfocó en el hombre.

“José“ su rostro se había relajado otra vez, ya no sé veía tan furiosa “hace mucho que no nos vemos, pasa vamos a hablar”.

José asintió y la siguió en silencio.

Fueron llevados a una de las habitaciones privadas, ambos pidieron algo de comer y cuando por fin estuvieron solos Sara volvió a hablar.

“Gracias por lo de antes”.

José sonrió y se marcaron dos pequeños hoyuelos, Lucía encantador.

“No hay de que, para eso estamos los compañeros”.

“Entonces dime, que te trae por aquí, viniste a probar la comida”.

“En realidad, probé suerte para ver si te encontraba. Emily me contó lo del accidente y estaba preocupado, además quería saber si todavía sigue en pie lo que hablamos aquella noche luego del último examen”.

“Estoy bien, gracias por preocuparte, en cuanto a nuestros planes, todo se mantiene igual, en un mes será la graduación y a partir de entonces lo ponemos todo en marcha”.

“Ok perfecto”.

Sara y José continuaron hablando de negocios tranquilamente sin saber que cuando entraron a la habitación un hombre gordo de cuarenta y cinco años los vio y le envió un mensaje a Hugo diciéndole que su esposa estaba coqueteando con otros hombres.

Hugo había ido a la mansión del Anciano Moretti, pero su abuelo se había enterado del accidente que él y Sara le intentaron ocultar, así que el viejo se negó a recibir a su nieto.

El humor de Hugo no era muy bueno luego del rechazo de Sara y de su propio abuelo, así que cuando el mensaje llegó diciéndole que su esposa andaba con otro hombre, su rostro se oscureció y Alejandro creyó ser capaz de ver humo salir por su orejas.

“Vamos al restaurante que quiero atrapar a esa mujer infiel”.

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