Capítulo 66:

Hugo estuvo montando guardia el resto de la tarde frente al restaurante de Sara, cualquiera que lo viera podía haber pensado que el director ejecutivo del Grupo Moretti decidió abandonar su arduo trabajo para convertirse en custodio.

Tres horas después de la discusión con Sara ella por fin salió del local, el tenía pensado hablar con ella, pero desafortunadamente no se encontraba sola, la serpiente, como acaba de bautizar Hugo a José porque según él era flaco, largo y venenoso, había salido con ella.

Hugo los observó conversar, Sara sonreía con naturalidad y Hugo se preguntó porque no la veía sonreír así cuando estaba con él. Unos minutos después un taxi llegó y Sara y Nadia montaron en él, mientras que José se quedó observando el coche mientras partía.

Hugo se debatió entre seguir a su esposa o tener una pequeña conversación con la serpiente venenosa, pero decidió que su mujer era más importante que cualquier reptil.

Sara y Nadia fueron primero al centro comercial, Sara no bajó del taxi, mientras que Nadia salió y regreso pronto con una caja, luego volvió a subir al carro y se marcharon rumbo a la casa del Anciano Moretti.

Cuando bajó de su coche escuchó risas en el interior de la mansión, no habían pasado más que un par de horas de cuando él había visitado a su abuelo y este se negó a verlo, pero ahora Rafael se encontraba sentado en la sala, charlando y riendo tranquilamente con Sara.

Hugo no entendía por qué su mujer tenía que mostrarle esa bella sonrisa a todos los hombres, excepto a él. Se sintió triste por el rechazo de su esposa y de su propio abuelo.

“Veo que volviste“ le dijo Rafael a Hugo cuando lo vio entrar a la sala. Las risas habían cesado y todos estaban serios con cara de funeral.

“Si volví, quería ver si esta vez me recibías o si era que te encontrabas indispuesto y por eso no me atendiste, pero puedo ver que solo estás enfermo para verme a mí”.

“Yo no te dije que no te atendía porque estaba enfermo, dejé muy claro que simplemente no te quería ver”.

“Pero porque te enojas solo conmigo, yo no fui el único que te mintió, Sara también te oculto lo de accidente y luego fue a vengarse antes que venir a verte” habló Hugo enojado, haciendo una rabieta como bebé de tres años.

“¿Crees que solo estoy enojado porque me ocultaron el accidente? Pues no, estoy furioso porque tu promiscuidad casi causa la muerte de Sara, porque no piensas con la cabeza y solo con los pantalones” lo riño Rafael enojado y luego de gritarle comenzó a toser.

Sara que se había mantenido en silencio desde que Hugo entró, corrió rápido y sirvió un vaso de agua y se lo alcanzó al Anciano Moretti.

“Ya eso está en el pasado abuelo, yo estoy bien, y eso es lo único que importa, anda bebe el agua y deja de preocuparte”. Hugo vio como Sara se preocupaba por su abuelo, aún sin tener ningún vínculo sanguíneo, de pronto recordó la primera vez que ella lo llamó para gritarle por enojar a Rafael, Hugo comprendió que ellos se tenían mucho cariño y que él había sido un mal nieto al desatender a su abuelo de esa forma.

“Lo siento abuelo, lo siento Sara, por favor perdónenme, prometo no causar problemas en el futuro”.

Hugo se arrodilló frente al anciano y la joven. Rafael se sintió conmovido, siempre había visto a su nieto con el porte frío de director ejecutivo, desde una temprana edad se volvió arrogante y distante y hoy por primera vez lo veía pedir disculpas con sinceridad.

En cambio, Sara lo vio de rodillas y sintió ganas de burlarse pero por respeto a Rafael solo puso los ojos en blanco y se rio en su corazón, que tonto sería de parte de Hugo pensar que ella lo disculparía con un simple lo siento.

“Ya está bien, ponte de pie, no dejes que nadie vea al Presidente de rodillas” le dijo Rafael que no soportaba ver a su nieto en esa posición.

Hugo tenía intensiones de seguir con el tema hasta hacer que Sara lo perdonará frente al abuelo, pero Sara fue más rápida y cambió la conversación.

“Mira abuelo te traje un regalo”.

Sara te extendió la caja y cuando Hugo vio lo que había dentro se quedó asombrado, era un juego de tasas, idéntico al que ella había roto en otra ocasión cuando Angelín lo quería, Hugo se fijó una vez más en el logo grabado del ave fénix y sintió que lo reconocía, pero no recordaba de donde.

Sara volvió a hablar y lo sacó de su pensamiento “Hace mucho que las había encargado para ti, pero debido a un pequeño inconveniente“ Sara le lanzó una mirada asesina a Hugo, pero fue tan fugas que Rafael no la notó “ahora es que te las puedo entregar”.

Rafael observó el juego de tasas y quedo maravillado, eran divinas y cada uno tenía una frase de sus personajes célebres favorito.

“Gracias Sara, son hermosas”. Rafael de inmediato mandó a preparar un poco de té y ordenó que le sirvieran en sus nuevas tazas.

Hugo se quedó en silencio y llegó a la conclusión de que Sara lo debía odiar, el había hecho demasiadas cosas para dañarla y casualmente siempre era intimidada por mujeres de su alrededor.

El juego de tasas roto solo fue un recordatorio del pasado y unido con el accidente debía trabajar muy duro si quería conquistar a su esposa. Hugo también comparó la reacción de Rafael al recibir el regalo con cuando Angelín le regaló otro juego de tasas, era obvio que las otras no le interesaron, ni siquiera las miro antes de ordenar que se las llevarán.

Hugo sabía que su abuelo quería mucho a Sara, y él sentía algo que aún no podía explicar, debía conseguir que Sara lo perdonará y dejar el pasado atrás, para poder crear un futuro juntos.

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