Capítulo 61:

“Intenté explicárselo con calma, pero parece que no fueron capaz de entenderme, voy a hablarles un poco más claro. En este restaurante no se permiten AMANTES. Creo que está. Más claro que el agua verdad, ahora hagan el favor de retirase”. Andrea iba a volver a hablar cuando Mat habló.

“Vamos nena, no malgastes tus palabras con quien no lo merece. Y en cuanto a ti Sara, espero que te quede claro que esta ofensa la pienso cobrar”.

Mat y Andrea salieron del local hechos una furia, cuando pasaron por la zona de las mesas comunes Mat comenzó a gritar.

“Espero que este restaurante de quinta fracase, con la mi%rda de chef y administración no van a llegar muy lejos”.

Sara dejó que se desahogara y cuando estaban fuera del local lo llamó.

“Señor William había olvidado algo” Sara sacó algo que escondía en su espalda y con ágil movimiento quito la tapa de la tetera y le lecho el agua caliente a Mat encima.

“Espero no verlo de nuevo por aquí Señor William y recuerde que nosotros siempre le deseamos a nuestros clientes el doble de lo que ellos nos desean”.

Mat gritó de dolor cuando el agua le cayó encima, dio unos pasos hacia Sara, pero dos hombres de seguridad se pararon delante bloqueando su paso.

En ese momento llegó Hugo con el rostro lleno de ira y cuando vio la situación no comprendió lo que estaba sucediendo. Mat lo miró y cargado de rencor le gritó “Esto es tú culpa por pedirme que viniera a esta mi%rda de restaurante”.

Mat se marchó jadeando de dolor y Andrea lo seguía de cerca.

Hugo se acercó aún sin comprender del todo lo que estaba sucediendo, José salió en ese momento del restaurante y se paró al lado de Sara.

“Escuché la conmoción y me imaginé que algo había pasado al ver que no regresabas. ¿Estás bien?”

“Si, todo bien. Solo un pequeño problema”. Hugo observó la cercanía de estas dos personas y de inmediato se puso celoso.

“Se puede saber que demonios acabas de hacer, como te has atrevido a ofender al Señor William, por estar perdiendo el tiempo con este don nadie ofendes a nuestros clientes. De esta manera me agradeces que invité a las personas más influye del país”.

Sara hervía de ira.

“Por supuesto, que lo invitaste tú, después de todo los dos están cortados con la misma tijera. Muchas gracias por nada Señor Moretti, pero si va a seguir invitando a todos los mujeriegos infieles de la cuidad, prefiero que no venga nadie al restaurante.

Dejé muy claro el primer día que aquí no se admiten amantes y no pienso tolerarlo y mucho menos que maltraten al personal. Así que si el Señor William se incómodo con el trato que recibió lo tenía bien merecido”.

“Jajaja serás hipócrita, hablas que no se admiten amantes, pero quien es el que tienes a tu lado”.

“Lamento hacerle saber Señor Moretti, que no todos somos como usted, que no puede mantener sus pantalones en su lugar. Y tampoco tengo porque darle explicaciones”.

Sara le dio la espalda y entró al local seguida por José. Hugo observó la espalda de su esposa al marcharse y no se podía saber lo que estaba pensando.

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