Sus mil secretos -
Capítulo 1588
Capítulo 1588:
Entrecerrando los ojos, Susanne intentó aprovechar la luz de la luna para ver quién era la mujer que se le acercaba. A pesar del pánico que sentía, se las arregló para aparentar.
A lo largo de los años, su hijo había hecho muchos enemigos en el curso de la expansión de su empresa. Por lo tanto, no tenía ni idea de cuál de ellos era la mujer.
No tenía miedo de morir. En cambio, su verdadera preocupación era que la utilizaran como cebo para hacer caer a Vinson en una trampa.
La mujer se acercó a Susanne y la miró fijamente durante un minuto antes de rodearla por detrás y noquearla con un golpe de kárate.
«¡Llévensela!” Cuando la voz desgarradora de la mujer resonó en la fábrica, dos hombres fornidos entraron inmediatamente y se llevaron a Susanne fuera.
…
Durante los últimos días en la universidad, Alicia se distraía constantemente en clase, lo que preocupaba a su mejor amiga, Marianna.
Un día, mientras almorzaban, Marianna no pudo evitar preguntarle: «Alicia, ¿Qué te pasa? ¿Por qué pareces desanimada últimamente?».
‘‘No, no me pasa nada. ¿No he sido siempre así?” A pesar del pánico que le provocaron las palabras de Marianna, Alicia mantuvo la compostura.
Lo que sucedía entre Aaron y ella nunca podría compartirlo con Marianna, aunque ésta fuera su mejor amiga. La razón era que se había jurado a sí misma guardar el secreto delante de Aaron, prometiendo hacer como si nada hubiera pasado.
Tras mirar brevemente a Alicia, Marianna bajó la mirada con resignación. Dado que ambas se habían criado juntas, podía saber de inmediato si Alicia mentía. Como ésta no estaba dispuesta a compartirlo, decidió darle a su amiga la intimidad que necesitaba.
«Quizá lo estaba pensando demasiado».
Justo cuando Marianna hablaba, Alicia añadió de inmediato: «Precisamente. Lo estás pensando demasiado».
Lanzándole otra mirada, Marianna no descubrió su mentira.
Por la tarde, Alicia planeó visitar a Clemente, ya que no tenía clases. En un principio, había pensado alquilarle un lugar junto a su escuela, pero no esperaba que Aaron hubiera pensado en ello. Cuando éste los envió a casa el otro día, ya había hecho los preparativos regalándole a Clemente una casa a cambio de salvarle la vida.
Clemente rechazó el regalo en un principio, pero al final cedió tras la insistencia de Aaron.
En cuanto salió de la universidad, vio a Aaron apoyado en el coche con un cigarrillo entre los dedos, fumándolo intermitentemente. Bajo la tenue luz de la farola, su imponente figura desprendía un aire solitario.
Insegura de si estaba allí para verla, no se atrevió a acercarse a él. Después de todo, él no se había puesto en contacto con ella desde su último encuentro. De pie, se quedó mirando con admiración su figura, mientras sus ojos rebosaban afecto.
Ante la intensidad de su mirada, Aaron dirigió su atención hacia ella, haciendo que bajara la cabeza en un acto reflejo y caminara en otra dirección. De repente, sintió que alguien le agarraba la mano. Girándose por reflejo, sus ojos se clavaron en la mirada abismal de él.
“¿Por qué te fuiste después de verme?” preguntó Aaron con el ceño fruncido mientras seguía agarrándole la mano.
Alicia miró hacia el suelo. “Temía que no quisieras verme’’.
Teniendo en cuenta que no he sabido nada de ti en los últimos días, ¿Cómo iba a saber si estabas aquí por mí?
No quería hacer suposiciones sobre sus sentimientos por miedo a molestarlo.
Apartándole la mano, Aaron ladró: «Sígueme».
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