Sus mil secretos
Capítulo 1559

Capítulo 1559:

La expresión de Lorraine cambió ligeramente, y ya no parecía tan tranquila como antes.

Apoyada pesadamente en el asiento trasero, estaba tan quieta que lo único que delataba su vigilia era el persistente masaje de sus sienes.

Lorraine murmuró: «Será mejor que no me esté mintiendo o se meterá en un buen problema».

Mientras hablaba, la mujer exudaba un aura fría y ominosa, que hizo que el chófer y su subordinado se pusieran rígidos de miedo. Al instante, el coche se sumió en el silencio.

El chófer ya no se atrevió a echar un vistazo a la temperamental mujer del asiento trasero y centró toda su atención en la carretera.

Por otro lado, el subordinado de Lorraine en el asiento del copiloto se recompuso rápidamente tras un breve cambio en su expresión.

“Fue sólo un comentario improvisado. Puede que diga la verdad. No hay necesidad de ponerse tan tensa’’.

Sin embargo, sus palabras no sacaron a Lorraine de su depresión. En lugar de eso, miró por la ventana y murmuró: «¿Qué piensan todos de Sonia?».

“Es preciosa’’, respondió el chófer sin pensar.

Su respuesta arrancó una carcajada a Lorraine. Se rió y dijo: «¡Tienes razón! Es preciosa».

Su reacción desconcertó al chófer, que se conformó con unas risas incómodas como respuesta. Lorraine no dijo nada más y volvió a sumirse en un silencio contemplativo.

Su hotel no estaba muy lejos de la casa de Sonia, y llegaron enseguida, sobre todo porque el chófer condujo deliberadamente más deprisa.

Inmediatamente, Lorraine divisó a la policía desde lejos.

«Señorita Lorraine, esto parece bastante problemático. ¿Por qué hay policías delante de su casa?” El chófer lanzó a Lorraine una mirada cautelosa.

“¿No lo ves? Sonia vive en la casa del General Lawrence. Ustedes dos, quedense en el coche’’.

Cuando escucharon que Lorraine planeaba recuperar la bolsa ella misma, los dos hombres gritaron: «¡No puedes! ¿Está segura de que puede entrar sola, Señorita Lorraine? ¿Y si corre peligro? Podemos ayudarla si la acompañamos dentro’’.

‘‘¿Qué peligro puede acecharme? Sólo he venido a buscar algo. Llamaré demasiado la atención si me siguen. Esperen aquí’’. Sin darles la oportunidad de discutir, Lorraine se apresuró a garabatear algo en un trozo de papel y se lo metió en el bolsillo.

Luego se bajó del coche y se alisó la ropa. Al instante se deshizo de su aura fría y asumió una nueva personalidad. La mujer era un camaleón.

Aunque Lorraine no compartía la increíble belleza de Sonia, tenía una predilección natural por ganarse el afecto del género opuesto.

Sus tacones rojos chasquearon en el suelo mientras cruzaba la puerta de la casa de Sonia. Estaba a punto de entrar como si fuera su propia casa.

Cuando el guardia de seguridad la detuvo, dijo: «¿No te acuerdas de mí? Todavía me acuerdo de ti. Soy amiga de Sonia y estoy aquí para ayudarla a conseguir algo’’.

«¿De verdad?” El guardia de seguridad la miró con desconfianza.

Sin embargo, sólo lo preguntaba por formalidad, pues ya creía en sus palabras.

Lorraine observó su expresión antes de declarar malhumorada: «Ya he venido aquí antes. No te acuerdas’’.

Entonces, antes de que el guardia pudiera detenerla, se dio la vuelta y entró en el recinto.

Muy pronto, Lorraine se coló en la casa y se dirigió a la habitación de Sonia.

Enseguida entró en la habitación y rebuscó en su bolso.

Efectivamente, el bolso estaba guardado en el armario, tal y como había dicho Sonia.

Sin demora, Lorraine se lanzó hacia el bolso y lo abrió.

Suspiró aliviada al comprobar que nadie había tocado sus cosas.

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