Segunda oportunidad
Capítulo 452

Capítulo 452:

Vi a un policía disparar a Doug, y luego varios otros corrieron a perseguirlo.

Acorralado, Doug se acunó el brazo herido con el otro y saltó al agua. Oí un fuerte chapoteo abajo, seguido de más disparos.

No sabía si Doug sobreviviría al mar de invierno en su estado, o si las autoridades se impondrían y acabarían por detenerlo. Ya no me importaba. Mientras Derek estuviera sano y salvo, no me importaba nada más.

Lentamente, sentí que caía hasta desplomarme en la cubierta. Derek se arrodilló inmediatamente, sujetando mi cuerpo inerte. Tenía los ojos abiertos de pánico.

«Aguanta un poco más, cariño. Te pondrás bien».

Me dolía muchísimo, la verdad, pero también me sentía aliviada. Tanto que aún pude esbozar una sonrisa. Después de todo, no había venido a la fiesta en vano. Alargué la mano para tocarle la cara, sintiéndome satisfecha de mí misma.

«Me alegro de que estés bien…».

«Eveline, cariño, todo va a salir bien. Que alguien llame a una ambulancia».

Derek miró a su alrededor frenéticamente, luego gritaba mi nombre una y otra vez. Poco a poco, mi visión se oscureció. Su voz sonaba lejana.

Miré al cielo nocturno y, por un momento, me pareció que se estiraba hacia delante para envolverme en su abrazo. Pronto, ya no pude ver ni oír nada.

Mi último pensamiento fue que me estaba muriendo definitivamente por el disparo. Aun así, no me arrepentí de haber recibido la bala que iba dirigida a Derek.

Lo único que lamentaba era que mis hijos iban a perder a su madre antes de que pudieran llamarme mamá.

Me desperté con un penetrante olor a desinfectante. Abrí los ojos lentamente y reconocí una figura de blanco que se cernía sobre mí. Aaron tenía una expresión angustiada, pero rápidamente se transformó en excitación.

«¡Eve! Por fin estás despierta». Al segundo siguiente, Derek estaba al otro lado de la cama, agachado sobre mí y cogiéndome la mano.

«Cariño…» Se le llenaron los ojos de lágrimas.

Tenía el mismo aspecto que cuando me desperté tras dar a luz a los gemelos. Una mezcla de alegría, angustia y gratitud se reflejaba en su rostro.

Me fijé en lo que me rodeaba mientras Derek me apretaba la mano entre las suyas y sus lágrimas calientes caían sobre mis dedos secos. Entonces me volví hacia él y me di cuenta de su aspecto demacrado.

Tardé un rato en darme cuenta de que todo parecía tan real.

«¿Sigo viva?» murmuré asombrada.

«No seas tonta», dijo el roncó Derek. «Sólo era una herida superficial. Claro que estás viva».

¿Una herida superficial? Pero actuaba como si yo hubiera vuelto de entre los muertos. Incluso podía sentir el dolor del disparo. Estaba segura de que mi alma había comenzado a salir de mi cuerpo junto con mi sangre. Me dolía sólo de pensarlo.

«Quiero irme a casa», dije con voz débil.

Derek miró a Aaron, que consideró mi petición durante un breve instante antes de asentir.

«De acuerdo”.

Derek me levantó la mano y me estampó un beso en medio del palmo.

«Te llevaré a casa lo antes posible». Derek y Aaron se encargaron del proceso de alta y lo único que tuve que hacer fue esperar. Por fin estaba de vuelta en casa, tumbada en mi propia cama.

Observé la habitación y el paisaje que me eran familiares.

Sin darme cuenta, se me habían empañado los ojos. Derek se sentó a mi lado en el borde de la cama y me acarició suavemente el pelo. Luego se quitó algo del cuello. Era un cordón rojo que se había convertido en un collar y del que colgaba una bala. Me la entregó y mostró mi nombre grabado en el metal.

«Cariño, te lo ruego. Por favor, deja de hacer algo tan estúpido en el futuro. Una bala no me matará. Puedo soportar el dolor mejor que tú». Solté una risita entre lágrimas.

«Sinceramente, no tuve tiempo de pensar en mis actos en aquella situación. ¿Cómo iba a hacerlo? Lo único que quería era que no te hicieran daño. Tu dolor es mi dolor».

Sin previo aviso, Derek se inclinó hacia mí y me besó con avidez.

Cuando por fin se apartó, sus ojos brillaban de emoción.

«Cariño, mi vida es tuya», declaró, con voz grave y ronca.

.

.

.