Reina inesperada -
Capítulo 32
Capítulo 32:
POV Angelica
“¿Por qué tarda tanto?”, le digo a Diablo, que está sentado en mi regazo.
Está desmayado, así que no responde.
Arrastrarse hasta mi regazo para recibir mimos se ha convertido en su actividad favorita si estoy sola en una habitación.
Lleva treinta minutos durmiendo.
No hay razón para que Carina tarde tanto.
Debería ir a ver cómo está.
Lentamente, levanto a Diablo de mi regazo y lo coloco en la cama antes de ir a buscarla.
Me detengo en la puerta de su habitación, que está abierta, cuando oigo la voz de Gilly.
Parece enojado.
Me acerco un poco más para asomarme.
“Dime por qué has pedido ver a Doc”
“Es que creo que me estoy enfermando de algo”
Miente entre dientes.
En mi opinión, lo hace muy bien.
No se le escapa nada.
“Mientes”, le dice Gilly. Supongo que no es tan buena como pensaba.
O podría ser el hecho de que Gilly la conoce tan bien.
“¿Por qué estás siquiera en mi habitación? ¿No tienes cosas que hacer? ¿Gente a la que golpear?”
“¿Qué hay en tu espalda?”
Repite entre dientes apretados.
¿Por qué está tan alterado?
“Ah, ¿Mi cama? Y por si te lo preguntabas, detrás hay una pared”
Casi estallo en carcajadas por lo sarcástica que está siendo, pero me contengo.
Gilly respira profundamente, como si se aferrara a su paciencia por un hilo muy delgado.
“Carina”
La agarra y la hace girar. Me precipito al dormitorio y cierro la puerta tras de mí.
“¡M!erda!”
La voz de Gilly retumba en la habitación mientras le arrebata la pequeña caja de la mano.
“Me lo quedo”
Afirma Carina, levantando la barbilla en señal de desafío.
Realmente me está cubriendo.
Si no supiera ya que se trata de un viaje de ida y vuelta, lo haría en este momento.
Como la doctora tenía previsto venir a comprobar la bala que había rozado a Antonio hace unas semanas, le había pedido a Carina que me hiciera un favor.
Ella lo había conseguido, solicitando ver a la doctora después de haber revisado a Antonio. Carina dijo que era porque pensaba que podría estar resfriada.
En realidad, estaba haciendo una prueba de embarazo para mí.
Sé que puede ser pronto, pero me doy cuenta de que hay algo diferente en mi cuerpo.
No quiero que Antonio sepa nada hasta que esté segura.
Todavía hay muchas cosas que están pasando.
No quiero añadir nada más a su plato hasta que esté segura de que estoy realmente embarazada.
No he tenido la menstruación desde que me casé, y Antonio y yo no podemos dejar de tocarnos.
Incluso cuando se supone que él se lo debe tomar con calma.
Juro que intenté decirle al hombre que no.
Que le iba a romper un punto o algo así, pero con unos cuantos besos, mi esposo derritió mis dudas.
“¡Vas a un colegio de chicas! ¿Cómo es jodidamente posible?”
Carina pone los ojos en blanco.
“¿Es uno de nuestros hombres?”
Creo que nunca he visto a Gilly actuar más serio que en este momento.
Y eso es decir mucho teniendo en cuenta todo lo que ha pasado recientemente.
Puedo verlo pensar en las posibilidades.
“No, lo habría sabido. No estás embarazada. Es imposible”
“No lo es”
Está luchando contra una sonrisa de satisfacción.
Carina realmente disfruta presionando los botones de Gilly.
Uno pensaría que es su hermano mayor con lo malditamente protector que es con ella.
“Bien, entonces nos casaremos. El bebé será mío”
“Woah”, jadeo.
¿Qué demonios?
“¡Vete a la m!erda, Gilly!”
Carina se le acerca a el rostro.
Bueno, lo mejor que puede con él imponiéndose sobre ella.
“No me casaré por una m!erda. Me casaré por amor, y cuando me dé la gana”
“Tú…”
“¡Oye!”
Interrumpí.
“Esto se está saliendo de control. Acabamos de limpiar este lugar. No necesitamos otra guerra explotando dentro de la casa”.
“Es para mí”.
Me acerco y arrebato la prueba de la mano de Gilly.
“¿Qué está pasando aquí?”
Me doy la vuelta al oír la voz de mi esposo.
Él se asoma a la puerta.
“Nada”, decimos Carina y yo al mismo tiempo.
La verdad es que hemos pasado demasiado tiempo juntas.
Antonio no la deja volver al colegio todavía.
Todavía hay amenazas por ahí.
Butcher realmente pateó un maldito avispero.
Al menos mi hermana está lejos de los Frangiones y de mi padre. Lo aceptaré por ahora.
“¿Qué hay en espalda, Angelica?”
Antonio se acerca a mí.
“¿Una cama? Y por si te lo preguntabas, detrás hay una pared”
Le robo las palabras a Carina, haciéndola soltar una carcajada.
Antonio solo me dedica una sonrisa perversa que promete sacarme la información de una forma u otra.
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