Reina inesperada
Capítulo 31

Capítulo 31:

POV Antonio

No voy a perder

No cuando tengo a mi familia contando conmigo.

“Yo…”, Constantine se aclara la garganta.

“No era mi intención que Angelica saliera herida”

“Estás lleno de m!erda. Dile a Geno que he dicho que haga su mejor intento. Lucharemos hasta…”

“¡Espera! Solo, solo espera maldita sea”, él suspira.

“He tenido una amante. La amo. Se acercó a mí, se enteró de dónde guardo mi dinero y cómo lo escondo en el extranjero. Hace seis meses, me limpió. Hasta el último centavo”, él suspira.

“Pero eso no importa. Ahora no. Ya he hecho el trato con Geno por Bianca. Ha traído un ejército con él. Si no la entregas, están todos muertos. Incluso… incluso Angelica si está ahí adentro”

“Has perdido el derecho a decir su puto nombre, viejo. Ella es mía para protegerla. Mía. Y ni tú ni los Frangiones le pondrán un dedo encima”

Termino la llamada.

Gilly me dedica una sonrisa irónica.

“¿Supongo que no hay tregua?”

“Prepárate”

Aprieto mi espalda contra la pared junto a la ventana.

“Vienen…”

Los disparos atraviesan la noche, rompiendo más ventanas y salpicando todo el primer piso con balas.

Gilly se tira al suelo y abre la puerta principal de un tirón.

Me escabullo, manteniéndome a cubierto y rodeando uno de los coches de la entrada.

Los hombres de Frangione suben por el camino, con pasos seguros.

“¡Enciéndanlos!”, grito a Gilly y al resto de mis soldados.

Se desata el infierno, y cuando veo a Gilly lanzar dos granadas vivas como si estuviera lanzando un juego sin hits, dirijo mi atención a los hombres que están más atrás.

Los de delante se convierten en una niebla rosa cuando las granadas de Gilly impactan y explotan.

Disparo, dejando caer a un hombre tras otro mientras devuelven el fuego.

Una bala pasa zumbando junto a mi oreja, y me agacho cuando una bala se incrusta en la pared detrás de mí.

Apoyando mi arma en el capó, sigo disparando hasta que tengo que recargar. Algunos de mis hombres han caído, pero sigo disparando, sigo luchando.

No voy a dejar que me invadan, no cuando Angelica y Carina están refugiadas adentro.

Vacío el resto de mis cargadores, defendiendo mi casa mientras más botas golpean el suelo delante de mí. Más enemigos pululando hacia la casa.

“¿Estás fuera?”, Gilly grita.

“¡Sí!”

Paso a toda velocidad por delante del coche en el que estaba apostado y recojo un arma de un soldado caído.

El dolor me desgarra la pierna y caigo detrás de otro coche mientras Gilly se acerca a mí.

“¿Estás bien?”

“Sí, solo me ha dado un golpe”

Compruebo la acción de la pistola y empiezo a disparar de nuevo.

2Ve adentro. Pon a las chicas a salvo”.

“No”

También ha agarrado otra pistola y devuelve el fuego a la andanada de disparos que impactan a nuestro alrededor.

“No te voy a dejar.”

“Tienes que hacerlo, Gilly. Mantenlas a salvo”

Hago un gesto hacia mi pierna.

“Solo los retrasaría”

“No”

“¡Es una orden!”, grito.

Gilly se detiene y me mira.

Su mirada es difícil de descifrar.

“Vete” Le agarro el antebrazo y lo aprieto.

“No pasa nada. Vete. Dile a Angelica que la amo”

“Ella lo sabe”

Hace una mueca de dolor cuando una bala rompe el espejo retrovisor por encima de nosotros, y luego me da la mano.

Duda solo un segundo más antes de entrar corriendo en la casa.

Busco otra pistola, la tomo y me asomo por el capó del coche.

Hay demasiados, todos ellos conducidos por el puto Geno Frangione.

Siempre he odiado a ese hijo de p%ta, ¿Y ahora se cree que puede subir por mi calle como si fuera un caudillo conquistador?

Que se joda.

Compruebo el cargador, lo encuentro casi lleno y meto una en la recámara antes de guardarla en la cintura.

Le envío mi amor a Angelica y espero que lo sienta mientras me pongo en pie, con la pierna dolorida.

Geno se detiene y levanta una mano.

Sus hombres no disparan.

“¿Eres el único que queda?”, él sonríe, la cicatriz en un lado de su rostro lo hace más grotesco que de costumbre.

“Soy el único al que has venido a buscar, imbécil. Así que ven por mí”

Él se encoge de hombros.

“Me parece bien. Cuando termine contigo, creo que llevaré a tu mujercita a dar una vuelta. Para hacerme una idea de cómo será su hermana”

Mi sangre ya estaba hirviendo.

Ahora está fundida.

“Vamos entonces. Basta de hablar”

Asiente y saca un cuchillo mientras se acerca a mí a grandes zancadas.

Más cerca, hijo de p%ta.

“Podría meterte una bala en la cabeza e ir con calma”

Se encoge de hombros.

“Pero no puedo permitir que mi reputación se haga polvo, ¿Sabes? Voy a hacer que esto duela”

“Yo también”

Me agacho y hago rodar la granada viva que Gilly tenía apretada en mi mano bajo el coche como si estuviera en los carriles lanzando un golpe.

Geno suelta un grito estrangulado, y entonces la granada estalla tan cerca que me sacude de los pies, sobre el trasero, y en la oscuridad.

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