Reina inesperada -
Capítulo 29
Capítulo 29:
POV Antonio
“Reúne a los hombres. Estamos a punto de tener a los soldados de Constantine en nuestra puerta. Tal vez los de Frangione también”
“Ha perdido la p%ta cabeza”
Gilly mira fijamente el teléfono, la imagen de visión nocturna de Butcher cargando lo que solo puede ser Bianca Larone en el maletero de su coche.
¡Y justo al lado del maldito extremo profundo!
No estoy en desacuerdo. Pero eso no importa ahora. Lo que importa es proteger a mi familia, y derramaré toda la sangre que sea necesaria para mantener a mi Angelica a salvo.
POV Angelica Encuentro a Carina y a Diablo en medio de un enfrentamiento en el pasillo.
En cuanto Diablo me ve, se lanza hacia mí para escabullirse entre mis piernas, frotándose contra mí.
Carina lo fulmina con la mirada.
“Lo que sea. Todos los hombres de esta casa huyen de mí, así que tú no eres especial”
Se da la vuelta, entrando en su dormitorio antes de que la puerta se cierre de golpe.
“¿Qué demonios ha sido eso?”
Le digo a Diablo, sorprendida por la reacción exagerada de Carina.
Me arrodillo y le doy un rasguño bajo la barbilla.
“¿Está pasando algo por aquí que no sepa?”
Ronronea como respuesta.
“Voy a ver cómo está”
Le doy un beso en la cabeza antes de dirigirme a la puerta de su habitación.
Llamó a la puerta.
“¡Estoy dormida!”, grita.
“Sí, suenas súper dormida”
Abro la puerta, sin esperar a que me invite a entrar.
“¿Qué pasa?”
“Nada. Solo estoy molesta”, ella resopla.
“Nadie te ignora”, le digo.
En realidad todo el mundo es súper amable con ella.
Si alguien es ignorado por el se%o opuesto por aquí, soy yo.
Los hombres tratan a Carina como una hermana pequeña en su mayoría.
Siempre hace bromas con ellos.
Unas que en mi casa me habrían echado para atrás. Pero los hombres de Antonio solo se ríen de ella.
“¿Nadie me ignora? Él siempre me ignora. Ni siquiera me mira la mayor parte del tiempo. Lleva años haciéndolo, ¿Y sabes qué? Que se vaya a la m!erda. Lo ignoraré de nuevo. Estoy harta de su m!erda”
“No estamos hablando del gato, ¿Verdad?”
“Creo que me iré a la universidad. Viviré en el campus”, ella sonríe.
“Uno con chicos. Montones y montones de ellos”
“Definitivamente no estamos hablando del gato”
Carina cruza los brazos sobre el pecho.
“¿Viste cómo se te acercó mi hermano cuando llegó a casa? Estaba encima de ti. Fue asqueroso, pero también dulce”
Una expresión soñadora se apodera de su rostro, pero es fugaz.
Su ira vuelve con fuerza.
“¿Sabes lo que tengo? Gilly me murmuró algo sobre poner una contraseña en la computadora si es necesario”
Carina se pasea de un lado a otro.
“Y sé que fue él quien se llevó mi teléfono”
“¿Tu teléfono?”
Está tan dispersa que me cuesta seguirla.
“Sí, lo tenía escondido”, ella suspiró.
“Le pregunté a mi hermano, y no tenía ni idea de lo que estaba hablando pero dijo que no necesitaba un teléfono ya que estaba en casa, así que tuvo que ser Gilly. El hombre me ignora pero se asegura de que esté bien encerrada”.
“No parece que te esté ignorando”, señalo.
“Está haciendo su trabajo, que es estar al lado de mi hermano”
“¿No es eso algo bueno?”
“No, quiero decir, sí”
Incluso mientras dice que sí, mueve la cabeza en sentido negativo.
“No lo sé…” ella levanta las manos.
“¡Angelica!”
Antonio grita mi nombre.
“¡Carina!”, Gilly grita a continuación.
“¿Ves? No te está ignorando”
Señalo con el pulgar por encima del hombro hacia la puerta.
Los ojos de Carina se abren de par en par y su cabeza se inclina hacia un lado.
“¡Agáchate!”, grita de repente mientras corre hacia el lado de su cama.
“¡Angelica!”
Antonio vuelve a gritar mi nombre.
Carina abre de golpe el cajón de su mesita de noche.
Observó cómo saca una pistola y desliza un cargador dentro de ella antes de amartillarla.
“¿Qué está pasando?”
“¡Abajo!”
Carina me grita de nuevo mientras la ventana junto a su cama estalla en la habitación.
Los fragmentos de cristal salen disparados por todas partes.
Carina gira hacia la ventana y dispara mientras un hombre intenta entrar por ella.
Le da a su objetivo, haciéndolo caer de nuevo por la ventana.
M!erda, tiene buena puntería.
Un brazo me rodea por detrás.
Empiezo a girar el codo, pero Antonio susurra mi nombre al oído mientras mis pies abandonan el suelo.
“¡Consigue a mi hermana!”, Antonio le dice a Gilly, pero ya la está agarrando.
Carina hace dos disparos más.
“¡No me toques, grandísimo imbécil! Puedo cuidarme sola. Soy invisible para ti, recuerda”
“Ahora no”, le gruñe Gilly, ignorando sus palabras y echándosela al hombro.
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