Reina inesperada -
Capítulo 27
Capítulo 27:
POV Angelica
Él me agarra de las caderas y me levanta de la mesa para darme la vuelta.
Mis piernas cuelgan de un lado. Agarra mis manos, envuelve el cinturón alrededor y las ata detrás de mi espalda.
G!mo.
Santo infierno, esto es caliente.
“Tan suave…”
Me pasa las manos por la espalda hasta el trasero antes de arrastrarlas hasta los muslos.
“Tan perfecta”
Giro la cabeza para mirarlo por encima del hombro.
Se arrodilla y me abre las piernas antes de empujarme más hacia la mesa.
“Y toda mía”
Entierra su rostro entre mis muslos desde atrás.
Su lengua entra y sale de mí para liberarse y acariciar mi cl!toris.
Lo hace una y otra vez, llevándome al borde del abismo para luego retirarse.
Es el mejor tipo de tortura.
“Antonio…”, g!mo, empujando mis caderas hacia atrás mientras levanto el trasero.
“No me provoques.” gruñe.
Estoy a punto de decirle que es él quien provoca, pero las palabras mueren en mis labios cuando me agarra el trasero y me separa las mejillas.
Su lengua da un largo lametón hasta detenerse en mi entrada trasera.
Jadeo cuando me presiona ahí.
Es oscuro, sucio y no hay nada que pueda hacer para detenerlo.
Me tiene atada.
Puede hacer lo que quiera.
Eso solo hace que mi deseo se descontrole.
“Por favor…”, le ruego.
Me da clemencia, sus dedos se dirigen a mi cl!toris mientras su lengua sigue provocándome con pensamientos eróticos.
Con solo unas pocas caricias, me corro.
Grito su nombre mientras me corro con fuerza.
Me pierdo en el placer cuando me mete la p$ne hasta el fondo de un solo golpe, dejándome sin aliento.
Entra y sale de mí.
Una mano sujeta mis muñecas atadas mientras la otra se desliza por la raja de mi trasero.
Presiona su pulgar contra mi trasero.
“Antonio…”, g!mo.
Necesito verlo.
Giro la cabeza para ver a mi esposo p$netrando en mí, golpeando el punto perfecto dentro de mí.
Es casi doloroso, pero también lleno de éxtasis.
La expresión de su rostro es mi perdición.
Está perdido en su necesidad de mí.
Consumido por el placer que está dando y recibiendo.
Su pulgar presiona mi trasero mientras empiezo a tener un nuevo org%smo.
Antonio repite mi nombre como si fuera una oración mientras empuja dos veces más antes de plantarse tan profundo como puede.
El calor florece en mi interior.
Un g$mido grave sale de él.
Su p$ne se sacude mientras se derrama más dentro de mí.
“Maldición, Angelica”
Se inclina y me besa la espalda mientras me desabrocha el cinturón.
G!mo cuando retrocede y su p$ne se desprende de mí.
Su liberación se derrama por mis muslos.
“¿Qué he hecho para merecerte?”
Me levanta de la mesa y me lleva al sofá.
“¿He sido demasiado duro? Lo siento. Yo…”
Le pongo el dedo en los labios para que no diga nada más.
“Me ha encantado cada segundo”
Él sonríe contra mi dedo.
“Y te amo. Incluso si eres un sucio p$rvertido”
Suelto una risita, haciéndole soltar una carcajada.
Su p$ne se sacude contra mi trasero.
“¿Cómo es que todavía la tienes dura?”
“Solo puedo pensar en tomar tu trasero”.
Mis ojos se abren de par en par.
Su dedo y su lengua son una cosa, ¿Pero su p$ne?
Antonio no es un hombre pequeño.
“Todavía no, Angelica”
Me acaricia el cuello.
“No hasta que te deje embarazada al menos”
POV Antonio “Me levantaré pronto”
Le doy un beso en la frente a Angelica y la expulsó de la biblioteca.
Me echa una mirada se%y por encima del hombro, luego se detiene y vuelve hacia mí.
“¿Qué pasa, Angelica?”
La cubro con mis brazos.
“Estoy muy preocupada. Bianca no sobrevivirá a gente como los Frangiones”.
Me mira, con los ojos llenos de lágrimas.
“Es tan dulce, Antonio. Lo sabrías si la conocieras. Es genuina y amable y tan, tan buena. Siempre he tratado de protegerla, pero ahora no estoy ahí y…”
“Shh…”
Le froto la espalda.
“Voy a encargarme de esto, Angelica. Necesito que confíes en mí”
“Confío en ti”, ella suspira.
“No sé cómo ni cuándo ocurrió, pero me enamoraste. Creía que estar obligada a casarme contigo era mi sentencia de muerte, pero se ha convertido en todo lo contrario. Ahora quiero lo mismo para Bianca, no una vida en la que viva aterrorizada. Por favor, ayúdala”
Ella entierra su rostro en mi pecho.
“Por favor…”
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