Reina inesperada
Capítulo 23

Capítulo 23:

POV Antonio

“Volveré a ti. Te lo juro”

“Tienes que hacerlo, Antonio”

“¿Debo hacerlo?”

Beso cada lado de su boca.

“Sí. Porque…”

Mi corazón parece saltar, todo mi ser se concentra en ella, en las palabras que se forman en sus perfectos labios.

Levanta la vista, con los ojos todavía llenos de lágrimas.

“Porque me he enamorado de ti”

POV Angelica Abrazo a Diablo y entierro mi rostro en su pelusa.

Él gato ronronea con fuerza, dejándome abrazarlo todo lo que quiero.

Llevo tumbada en esta cama desde que Antonio se fue.

Los segundos se alargan.

“Un montón de m!erda…”, murmuro en el pelaje de Diablo.

Él gato maúlla de acuerdo.

“¿Verdad? Fue y nos hizo amarlo, y ahora va a hacer que lo maten. Solo yo debería matarlo. Es mi derecho. No de nadie más”.

Diablo deja escapar otro maullido.

“¡Angelica!”

Carina grita mi nombre.

Unos segundos después, las puertas del dormitorio se abren de golpe.

Diablo salta y le sisea, no apreciando que interrumpa sus caricias.

“¿Ese idiota te deja abrazarlo? ¿Qué demonios?”

Carina se dirige hacia la cama.

Diablo se baja de un salto, deslizándose bajo ella para que no pueda intentar acariciarlo.

“Malcriado…”

“No es un malcriado. Es una dulzura”

“Lo siguiente que vas a decir es que mi hermano es una dulzura”

“Tiene sus momentos”

“Vaya, te has doblado como una silla barata”

Carina se deja caer en la cama.

“Estoy decepcionada. Me imaginé que después de que lo mataras iba a ser tu segunda al mando. Pensaba echar a Gilly a patadas en el trasero” ella sonríe.

Me he dado cuenta de que cada oportunidad que tiene, le da un golpe a Gilly.

También me he dado cuenta de cómo la evita, pero no puede evitar mirarla cuando cree que nadie está mirando.

“¿Por qué, si podemos hacer que cumplan nuestras órdenes?”, intento bromear, pero hoy no me apetece.

Me vienen a la cabeza muchos pensamientos sobre lo que podría ocurrir en esa reunión.

El hombre que amo podría estar muriendo ahora mismo.

“Buen punto”

Carina se deja caer en la cama para tumbarse a mi lado.

“¿Cómo estás tan tranquila?”

Durante la última semana, no solo me he enamorado de mi esposo, sino también de Carina.

Puede que se ría conmigo cuando bromeo sobre intentar matar a su hermano, pero creo que si lo intentara de verdad, me cortaría el cuello.

No es que la culpe. Haría lo mismo por mi propia hermana.

“Tengo fe en mi hermano y en Gilly”, ella asiente con decisión.

“Mi padre ha sido un demonio durante tanto tiempo a mis ojos que es difícil no pensar que puede acabar con todos nosotros”

“Siento que hayas tenido que crecer con eso”

Ella me toma la mano y la aprieta.

Agradezco el consuelo.

Carina puede ser luchadora, pero la chica es un malvavisco en el centro.

Siempre fui luchadora y obstinada en casa para desviar la atención de mi hermana.

Fue un acto que aprendí a montar.

Puede que Bianca fuera un año mayor que yo, pero era muy blanda.

Sabía que tenía que protegerla de mi padre.

“No puedo perderlo”

Dejé escapar un largo suspiro, tratando de mantener mis emociones bajo control.

Se supone que debo ser fuerte.

“No tienes ni idea”

Carina se pone de lado para mirarme.

“Mi hermano es dulce contigo. Ha hecho todo lo posible para atraerte hacia él. Pero no te equivoques, el hombre es letal cuando se trata de proteger a su familia”

Pienso en aquel día en la limusina.

Parece que fue hace casi una vida, pero no lo fue.

Un interruptor se había activado en Antonio.

Había acabado con esos hombres sin un pensamiento o miedo en sus ojos.

Salió de la limusina para enfrentarse a quien fuera que nos atacaba.

No descansó hasta someter la amenaza.

Mi padre se habría quedado quieto y habría esperado a que sus hombres se encargaran de la situación. Nunca se pondría intencionadamente en peligro.

Casi me dan ganas de reír.

Aquí he estado fingiendo ser rebelde, y mi padre estaba fingiendo ser un líder fuerte.

Todo es una fachada, y Antonio va a rasgar la cortina.

Apuesto a que por eso mí padre trató de atacar a escondidas.

Tiene miedo de Antonio.

“Gracias”, le digo, apreciando esa pequeña charla de ánimo que estimuló la mía.

“Cuando quieras”, ella me guiña un ojo.

“Ahora, tengo una idea. Vamos, sal de esta cama”

Me siento mientras rueda por el lado de la cama, pero cae de pie con un salto.

“¿No podemos quedarnos aquí un poco más?”

“Quiero decir, si realmente quieres, pero he pensado que ahora podría ser un buen momento para intentar contactar con tu hermana”.

“¿Qué?”

Eso me ha sacado de la cama.

“Cómo?”

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