Reina inesperada
Capítulo 20

Capítulo 20:

POV Angelica

“Angelica”

Me aprieta el cabello, haciendo que mi v%gina se apriete.

Un deseo de ser llenada se instala en lo más profundo de mí ser.

Mi cuerpo aún zumba por el último org%smo, pero necesito más.

Quiero jugar con su control.

“¿Sí, esposo?”

Su agarre del cabello se hace más fuerte.

“Angelica…” Él g!me.

Me lamo los labios mientras busco su p$ne en sus pantalones.

De pronto, se libera.

Suelto un pequeño grito y envuelvo la base con la mano.

Una gota de s$men sale de la punta.

Esta mañana le había echado un vistazo, pero al verlo completamente en mi rostro, mí valentía se tambalea.

El hombre es enorme. Me partirá en dos. A mi v%gina no parece importarle, porque de nuevo se agita, queriendo ser llenada.

“Puedes manejarme. Eres la única que podrá hacerlo”

Una extraña emoción florece en mi pecho.

¿Cómo sabía lo que estaba pensando?

“Abre”, él me anima.

Separo los labios mientras él guía mi cabeza hacia su p$ne.

No sé quién lo desea más, si él o yo.

G!mo cuando su sabor llega a mi lengua.

“Maldición…”, lo oigo murmurar.

Todo su cuerpo está tenso, todos sus músculos se esfuerzan por mantenerse en su sitio mientras exploro su p$ne.

Mi lengua lo envuelve.

Dejo escapar otro g$mido cuando su sabor se derrama en mi boca.

“No te muevas”

Su tono no admite discusión.

Me quedo quieta mientras él empieza a entrar y salir de mi boca.

Es lo más er%tico que he experimentado nunca. Está usando mi cuerpo, tomando lo que quiere, pero aun así siento que tengo todo el poder y el control.

El hombre está vibrando con su necesidad de mí.

Me doy cuenta de que se aferra a su control por un hilo muy delgado.

“Ch%pa, Angelica. Ahueca esas mejillas”

Hago lo que me dice.

Su p$ne golpea el fondo de mi garganta.

Gritos fuertes salen de él.

Mi mano empieza a deslizarse entre mis muslos, mi cl!toris palpita conmigo.

“No”

Se retira, su p$ne se escapa de mis labios.

“No toques mi v$gina”

“Lo siento”

Me muerdo el labio inferior, mirándolo a través de mis pestañas.

“Mentirosa”

Me levanta del suelo y me lanza a la cama.

Se me echa encima antes de que pueda moverme.

“No lo sientes en absoluto. ¿Lo sientes?”

“No”

Le rodeo el cuello con los brazos y lo empujo para que me bese.

Me deja, pero me besa más fuerte.

Aprieta su p$ne contra mi v%gina.

Se desliza por mis pliegues, rozando mi cl!toris con cada empujón.

“Dentro de mí…”, intento ordenar, queriendo que me dé más.

Levantó las caderas, su p$ne se desliza hacia abajo y besa mi entrada.

“No voy a tomar tu cereza hasta que digas que quieres ser mi esposa”, dice contra mi boca.

“Antonio…”

Levanta la cabeza y sus ojos oscuros se fijan en los míos.

Nunca me he sentido más viva o segura que estando aquí con él.

Nadie me ha tratado como él.

Me hace sentir necesaria y preciosa.

Como si lo que tenemos fuera de verdad.

De hecho, me asusta lo mucho que lo quiero.

El miedo a que todo esto me sea arrebatado.

Todo esto es demasiado bueno para ser verdad.

Incluso si mi familia está tratando de matarme.

No quiero irme de aquí, y más que eso, no quiero que me quiten a Antonio.

“Quiero ser tu esposa”

Su boca se estrella contra la mía.

Grito, mis uñas se clavan en sus hombros cuando me penetra hasta el fondo.

El dolor es agudo, pero la conexión de tenerlo dentro de mí es más abrumadora que cualquier otra cosa.

Me aferro a él y mi cuerpo se adapta al tamaño de mi esposo.

Se me escapan las lágrimas de los ojos.

Antonio me las quita con un beso.

“Lo siento”, dice esas palabras tan fácilmente.

Realmente es tan diferente a todos los hombres que he conocido en mi vida.

Ellos nunca, ni en un millón de años, mostrarían compasión, porque lo consideran debilidad.

“Estoy bien”, le aseguro.

Sinceramente, no estoy segura de sí mis lágrimas son por el dolor o por todas estas emociones que se arremolinan dentro de mí.

“Dilo otra vez. Di que eres mi esposa”

Él se levanta, apoyándose con un brazo para asomarse a mí.

“Soy tu esposa”

Se retira y vuelve a introducirse.

“Otra vez”, él ordena.

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