Reina inesperada
Capítulo 19

Capítulo 19:

POV Angelica

“¡Estaba leyendo un libro hasta que un psicópata desquiciado entró y me secuestró!”

Ella patalea, pero no la suelto.

Diablo se escabulle delante de mí, con la cola levantada y el cabello de punta, mientras avanzo a toda prisa por el pasillo hasta nuestro dormitorio.

Una vez adentro, cierro la puerta de una patada y la tumbo en la cama, sin perder tiempo en ponerme encima de ella y besarla con fuerza.

Golpea mi pecho, tomo sus muñecas y las aprieto sobre su cabeza.

Su cuerpo se arquea e intenta sacudirme, pero me acomodo entre sus muslos y froto mi dura p$ne a lo largo de su v$gina caliente.

Eso le arranca un g$mido y me devuelve el beso.

Su lengua lucha con la mía, su cuerpo se vuelve más lánguido mientras muevo mis caderas contra ella, provocándola con mi p$ne.

Maldición, quiero hacer mucho más que provocar.

Me retiro y la miro fijamente a los ojos.

“Estabas dispuesta como un festín. Cualquiera podría haberte visto. Podrían haberte codiciado”

“Nadie me codicia…”, ella chilla cuando le agarro la barbilla.

“Todo hombre con pulso te codiciaría, Angelica. Nunca dudes de eso. Nunca dudes de lo que haría para tenerte solo para mí”

Traga con fuerza y me arrodillo y la atraigo hacia mí.

Cuando la pongo sobre mis rodillas, se agita y trata de arañar mi pierna.

“Esto es por mostrar tu cuerpo a los demás”

Le doy una fuerte palmada en el trasero.

Ella se sobresalta y un grito de rabia sale de sus labios.

“Esto es por dudar de tu belleza”

La abofeteó más fuerte, su trasero se calienta bajo mi ataque.

“¡Antonio!”, ella jadea.

“¡No te atrevas!”

“Y esto es por hacer alarde de todo esto frente a mí y pensar, tontamente, que no vendría por lo que es mío”

Le doy cinco fuertes golpes en el trasero y luego le frotó la piel enrojecida, deslizando mis dedos hacia el fino trozo de tela que cubre su v$gina.

Su grito se convierte en un g$mido.

“Tan mojada para mí, mi Angelica descarada…”

Bajo y presiono justo donde está su cl!toris.

Ella se agita, pero mantengo la palma de la mano en su espalda, sujetándola mientras empujo su bikini a un lado y deslizo mis dedos dentro de ella.

Otro g$mido vibra en ella mientras deslizo mis dedos dentro y fuera de su resbaladiza v$gina.

Mi p$ne exige alivio.

Exige que reclame lo que es mío. Pero no voy a tomarla hasta que me lo suplique. Necesito que sepa que ella me elige, igual que yo la elijo a ella.

De un tirón, le quitó la braguita del bikini y la tiró a un lado, luego la arrojo a la cama y me pongo de rodillas.

Agarrando sus caderas, no la dejó escapar cuando intenta subir a la cama para alejarse de mí.

“No, Angelica. No vas a ninguna parte”

Separo sus muslos y saboreo completamente lo que es mío con una larga lamida desde su agujero hasta su cl!toris.

Presionando mi lengua dentro de ella, la miro.

Su mirada está sobre mí, sus ojos salvajes, su pecho agitado donde una de sus tetas perfectas se ha liberado de la parte superior demasiado pequeña.

Levanto la mano y pellizco su pezón, y el sonido que hace me hace enloquecer.

Lamo y chupo su tierna carne, devorándola mientras g!me y se retuerce, y su placer aumenta con cada pasada de mi lengua.

Introduciendo dos dedos en su interior, estiro su apretado v$gina mientras me concentro en su cl!toris, frotándolo con la parte ancha de mi lengua una y otra vez hasta que sus muslos tiemblan, su respiración se entrecorta y se corre con mi nombre en sus perfectos labios.

Me la bebo, su v$gina ordeña mis dedos mientras lamo y chupo hasta que se estremece, su cuerpo lánguido.

De pie, la miro fijamente, sus labios hinchados y su v$gina húmedo.

Nunca he visto una obra de arte más hermosa.

Le he dado una lección.

Una que tiene que aprender.

Ella se sienta, con la mirada fija en mí.

“Espero que entiendas el castigo por…”

De pronto, suspiró cuando ella alarga la mano y recorre el contorno de mi p$ne contra mis pantalones.

De pronto ella susurra:

“Mi turno”, con una voz sensual.

Me siento totalmente perdido.

POV Angelica No creo que Antonio sepa lo que ha hecho.

Me ha dado un vistazo de su deseo por mí.

Es real.

Puedo verlo en sus ojos.

Puedo sentirlo en la forma en que me toca.

Sus celos se desprenden de él cuando piensa que alguien más podría verme.

Al principio, lo descarté como si fuera su ego o algo así. Pero al frotar mi mano sobre el contorno de su dura p$ne, me doy cuenta del poder que realmente tengo en mi mano.

Mis dedos se dirigen al botón de sus pantalones.

De repente me agarra de la muñeca, deteniéndome.

“Angelica, no empieces algo que no puedes terminar. Mi control se está…”

“¿Rompiendo?”

Me libero de las manos y abro el botón de sus pantalones.

“Interesante, ¿Verdad? Sentí que no tenía control cuando me obligaron a casarme contigo, y ahora eres tú el que no lo tiene”

Sus fosas nasales se ensanchan.

“Eres mi esposa”, dice.

No le gusta oír que me obligaron a casarme con él.

“Te habría encontrado en algún momento. Siempre ibas a ser mía”

Me deslizo fuera de la cama hasta quedar de rodillas.

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