¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? -
Capítulo 74
Capítulo 74:
Katelyn no dudó en compartirlo. «Por supuesto, quiero que este fuego arda con más fuerza», dijo. Una leve sonrisa se curvó en sus labios. Aunque parecía inofensiva, sus palabras sugerían lo contrario.
La escena estaba preparada, pero las personas implicadas no estaban dando lo que ella quería. Sus constantes discusiones no llevaban a ninguna parte. Ella buscaba algo más intenso.
Vincent levantó una ceja, un brillo juguetón en sus ojos normalmente serios. Era como si una chispa de emoción hubiera entrado en su aburrida vida rutinaria. Y esa chispa era Katelyn.
Katelyn volvió a coger el portátil y guardó el dibujo que acababa de terminar. Cerró el software de dibujo e inmediatamente abrió otro programa. Al introducir la contraseña, la pantalla cambió repentinamente a un tono rojo oscuro.
La pantalla estaba casi consumida por este inquietante color, con finas líneas rojas que formaban un marco a lo largo de los bordes, dando la impresión de algún tipo de límite. Desde el otro lado de la habitación, Vincent no podía distinguir la imagen exacta en la pantalla, pero sin duda notó el color inusual. Un destello agudo parpadeó en sus ojos.
Katelyn, ajena a la reacción de Vincent, se concentró en teclear. Sus finos dedos bailaban rápidamente sobre el teclado como si estuvieran ejecutando un elegante ballet. Con cada pulsación, localizaba rápidamente la información que buscaba.
Tanto la familia Guerrero como la Bailey albergaban secretos tan oscuros que no podían permitirse que vieran la luz del día. Si esos secretos salían a la luz, las consecuencias serían catastróficas para ambas partes.
Katelyn esbozó una sonrisa de satisfacción. Después de asegurarse todas las pruebas, redactó un correo electrónico para ambas empresas. El juego de verdad acababa de empezar.
Cuando las familias Guerrero y Bailey abrieron el correo electrónico, se quedaron atónitas y sin habla. No se trataba sólo de una prueba: era la clave que podía determinar el vencedor de su encarnizada batalla.
Una vez filtrada la información, no sólo influiría en la opinión pública, sino que podría hundir por completo a la empresa rival. El Grupo Guerrero no perdió tiempo en prepararse para desvelar el contenido.
Las pruebas detallaban años de evasión fiscal por parte de la familia Bailey y los métodos poco éticos que habían utilizado para conseguir contratos.
Mientras tanto, el Grupo Bailey ya se estaba preparando para lanzar un contraataque.
En una ocasión, el Grupo Guerrero había desarrollado una propiedad en la que cinco trabajadores perdieron la vida en la obra debido a materiales de calidad inferior. La ley obligaba a reparar el proyecto, retirar todos los materiales defectuosos y dar el visto bueno antes de continuar. Pero la familia Guerrero no siguió las normas. En lugar de eso, pagaron para suavizar el incidente, asegurándose de que el proyecto siguiera adelante como si no hubiera pasado nada. Sorprendentemente, incluso funcionó bien después.
Cuando salieron a la luz los secretos más oscuros de ambas familias, Internet estalló en cotilleos. Para empresas de este tamaño, la información revelada era una prueba sólida.
Cuando Jeff vio lo que el Grupo Guerrero había sacado a la luz, se sentó ante su ordenador, incapaz de creer lo que veían sus ojos.
«¿Cómo es posible?», murmuró, con la incredulidad palpable. «He mantenido bien oculta la evasión fiscal. Cómo se ha enterado la familia Guerrero?».
Golpeó el escritorio con el puño, su voz estalló de rabia.
Lise entró corriendo en el despacho, sobresaltada por el ruido. Cuando vio la furia en el rostro de Jeff, se le encogió el corazón.
«Papá, ¿es verdad lo que dicen en Internet? ¿De verdad nuestra familia evadió impuestos?».
Jeff apretó los dientes, con los ojos encendidos de rabia. «¿Quién ha podido filtrar esto? ¿Es Katelyn?» Cuando las palabras salieron de su boca, sacudió la cabeza, descartando la idea. No tenía sentido. Incluso cuando Katelyn estaba con la familia Bailey, nunca se involucraba en los asuntos de la empresa. Era imposible que supiera lo de la evasión fiscal.
Sólo él y el CFO estaban al tanto de esto en toda la empresa. Pero el CFO había sido su aliado de confianza durante años. ¿Podría haber sido realmente él quien lo filtrara?
Mientras Jeff seguía especulando sobre quién podría haberle traicionado, la ansiedad de Lise iba en aumento. Maldijo en silencio su testarudez y le recordó con urgencia: «Papá, ahora no es el momento de averiguar quién lo ha filtrado. Tenemos que pagar los impuestos ahora mismo».
Jeff estuvo a punto de gritar: «¿Ahora? ¡Por cada céntimo que evadamos, nos multarán diez veces más! ¿De dónde vamos a sacar tanto dinero?».
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