¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? -
Capítulo 239
Capítulo 239:
La pregunta retórica de Aimee cayó como un golpe invisible, cortando bruscamente a Neil y Lise.
Incluso cuando Aimee subió al escenario, aún se aferraban a la débil creencia de que la opinión pública podía arruinar a Katelyn.
Pero la verdad les golpeó con una fuerza brutal.
Los puños de Neil se apretaron, los nudillos crujieron bajo la presión, y clavó los ojos en Katelyn, con una mirada fría e inflexible.
«Todo esto ha sido obra tuya, ¿verdad?».
El representante de Iris había estado notablemente ausente de una rueda de prensa tan crítica al principio.
Aunque algunos entre el público habían notado la ausencia de Aimee, Neil la había descartado por insignificante.
Ahora, era obvio que Katelyn había preparado meticulosamente el escenario, esperando a que reclamaran falsamente la identidad de Iris, sólo para destrozar su fachada con una aplastante revelación.
El arrepentimiento inundó a Lise, drenando el color de su rostro mientras el pánico se instalaba en sus ojos.
Con la multitud de periodistas y asistentes, la historia pronto se propagaría por Internet.
Quedaría marcada para siempre como un fraude.
Lise no se arrepentía de haber fingido ser Iris, sino de no haber silenciado antes a Katelyn.
Si se hubiera ocupado de Katelyn antes, nada de esto habría ocurrido.
Katelyn respondió a la mirada de Neil con ojos grandes e inocentes, una sutil sonrisa curvándose en la comisura de sus labios.
«¿Qué planeé exactamente? ¿Preveí el futuro, prediciendo que Lise se disfrazaría hoy de Iris?».
Su tono era ligero, pero con un matiz mordaz.
Si eran tan audaces como para fabricar mentiras, deberían haber estado preparados para afrontar las consecuencias cuando esas mentiras se desvelaran.
Katelyn pensó que, una vez superado todo aquello, podría disfrutar por fin de cierta tranquilidad.
Después de todo, dado que Lise había atrapado a Neil tan completamente en su engaño, parecía poco probable que tuviera energía para volver a molestar a Katelyn.
La enorme pantalla detrás de ellos cambió abruptamente a una transmisión en vivo, acercándose a Neil y Lise, amplificando sus expresiones a un grado exagerado. A estas alturas, cualquier intento de defensa era inútil. Sus reacciones lo decían todo.
Vincent admiró el perfil de Katelyn y una sutil sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios. Una vez más, Katelyn había superado sus expectativas. Asociarse con ella había resultado ser la mejor decisión de la carrera empresarial de Vincent.
Aimee, micrófono en mano, observó a Neil y Lise con una mirada burlona.
«¿Cuál es el problema? ¿Te quedas sin palabras o luchas por mantener la farsa de ser Iris?».
La expresión de Neil se ensombreció aún más. Éste era el momento más humillante al que se había enfrentado nunca.
La sonrisa de Aimee se ensanchó con creciente burla mientras se acercaba a Katelyn y hablaba en voz alta para que todos la oyeran.
«Damas y caballeros, permítanme presentarles a alguien. La señorita Katelyn Bailey es la verdadera diseñadora Iris. Hemos superado juntos innumerables retos hasta llegar a este punto. Su brillantez no puede ser reclamada por meras palabras de nadie más».
Estas palabras conmovieron profundamente a Katelyn. Desde la oscuridad hasta las cumbres del éxito, las dificultades y las luchas sólo las conocían quienes las habían soportado. En los momentos en que abandonar parecía inevitable, su apoyo mutuo había sido su fuerza. Los aplausos y elogios que recibían eran realmente suyos.
Katelyn se acercó y abrazó cariñosamente a Aimee, apoyando la cabeza en su hombro, con los ojos ligeramente empañados.
«Gracias por estar siempre ahí para mí».
Katelyn, profundamente apasionada por el diseño, prefería mantenerse alejada de la gestión de personas o de tratar con colaboradores difíciles. Aimee se ocupaba de todos estos aspectos, centrándose en crear el entorno óptimo para la creatividad de Katelyn.
Aimee acarició suavemente a Katelyn, con una cálida sonrisa.
«No nos pongamos sentimentales en un día tan estupendo».
Katelyn asintió con entusiasmo, respirando hondo para calmar sus emociones.
«Sólo estoy un poco emocionada, pensando en lo duro que ha sido nuestro viaje».
La sonrisa de Aimee era suave y tranquilizadora.
«Pero ahora estamos en la cima».
Su sincera amistad y su respeto mutuo conmovieron profundamente al público y provocaron un sonoro aplauso.
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