Capítulo 237:

Katelyn miró a la reportera que había gritado la pregunta, con la cabeza ligeramente ladeada con una mirada juguetona que llevaba una pizca de confusión. «¿No te has dado cuenta? Estos diseños son todos míos. Eso sólo significa que yo soy Iris».

La última parte de su declaración provocó otra onda expansiva en la sala.

A lo largo del día, la escena se había ido desarrollando giro tras giro. Primero, Lise afirmó ser Iris. Luego, la desenmascararon como plagiaria. Ahora, Katelyn declaraba ser Iris.

Las continuas idas y venidas entre ambas habían dejado al público más desconcertado que nunca.

Las pupilas de Neil se estrecharon y la furia surgió en su interior, amenazando con desbordarse.

Debería haber confiado en sus instintos y haber actuado antes para acorralar a Katelyn. Ahora, ¡ella se declaraba abiertamente como Iris!

Lise, al borde de un ataque de nervios, estaba consumida por el miedo a perderlo todo.

Con la voz temblorosa por la histeria, gritó: «¡Mientes! Yo soy la verdadera Iris. Katelyn, ya me robaste la identidad una vez y no permitiré que vuelvas a hacerlo».

Los ojos de Katelyn se endurecieron. Aquella acusación la había herido demasiadas veces.

Aunque aquellas heridas se habían curado y endurecido hasta convertirse en una gruesa armadura, oír aquellas palabras aún le producía un escalofrío en el corazón. Katelyn avanzó hacia Lise, sus pasos medidos y serenos, mientras Lise se ponía cada vez más frenética e inquieta. En ese momento, la presencia de Katelyn eclipsó por completo la de Lise.

«Yo también soy una víctima, pero todos insisten en convertirme en la villana», continuó Katelyn. «Entonces era sólo un bebé, ¿cómo iba a saberlo? Ni siquiera era su hija biológica. La señora Bailey no podía reconocerme y, al final, al reunirse con usted, alguien tenía que ser culpado de todo esto. Así que me eligieron a mí para llevar esa carga».

Por primera vez, Katelyn abordó el tema públicamente, después de dejarlo enconarse durante tanto tiempo.

Antes, cada vez que los medios de comunicación la interrogaban, Katelyn eludía las preguntas.

Hubo un tiempo en que creía que todo era culpa suya.

Si no hubiera sido por ella, todo habría seguido su curso. Nunca se habría convertido en la hija de la familia Bailey, ni se habría unido a Neil en matrimonio.

Era como si el destino le hubiera repartido una mano cruel, y un error hubiera desencadenado una cadena de acontecimientos que escapaban a su control.

Hasta que, en un momento crucial, todo se desmoronó y ella se vio abatida brutalmente desde la cima del éxito hasta el punto más bajo de la desesperación. La repentina caída y el dolor que la acompañó estuvieron a punto de destrozarla.

Pero aguantó.

Katelyn incluso encontró un poco de consuelo, agradecida de que la prueba le llegara a los veinte años y no más tarde.

Los ojos de Lise se entrecerraron mientras inspiraba profundamente, tratando de serenarse. «Pero el hecho es que me robaste la vida. De no ser por ti, habría crecido con mis padres, disfrutando de los privilegios de la riqueza, y no me habría enfrentado a toda esta miseria. Neil debería haber sido mi marido, no el tuyo».

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