Capítulo 224:

La mujer que amaba estaba esperando un hijo suyo, y aún más: era la famosa Iris.

Cuando Neil pensó en cómo le había engañado Katelyn, la rabia se encendió en sus ojos. Por eso, resolvió desenmascarar a Katelyn por completo.

Aquella tarde, tras recibir el alta hospitalaria, Katelyn fue directa a casa a buscar la medicina para la dismenorrea que había preparado específicamente para su dolencia. Siempre había sido eficaz para aliviar sus dolores menstruales.

El repentino desmayo en la oficina la había pillado completamente desprevenida, ya que no había previsto que su periodo llegaría antes de tiempo, lo que le causaba un intenso malestar.

Después de tomar el medicamento, Katelyn se sintió como si hubiera rejuvenecido al instante. Llevó su portátil al salón y estaba a punto de empezar a trabajar horas extras cuando su teléfono empezó a zumbar con un aluvión de notificaciones.

Al parecer, algo se había publicado en Internet y se había convertido rápidamente en viral, lo que provocó que el sistema activara alertas frecuentes.

Katelyn abrió la notificación y, cuando vio el contenido, se quedó helada.

La cuenta oficial del Grupo Wheeler había emitido un comunicado en el que declaraba que Iris había iniciado una colaboración estable y a largo plazo con la empresa. El comunicado mencionaba que los nuevos diseños de Iris se presentarían en un próximo evento de lanzamiento.

Katelyn releyó el comunicado varias veces y su mente se llenó de confusión.

¿Cuándo había trabajado con Neil? Ni siquiera conocía su verdadera identidad, así que ¿por qué iba a hacer un anuncio tan extraño?

Al mirar más de cerca, se dio cuenta de que la redacción del comunicado se parecía a la emitida por el Grupo Adams. Parecía la forma que tenía Neil de desafiar a Vincent de otra manera.

Desde que Vincent había levantado las sanciones contra Neil, sus empresas en el extranjero no habían dejado de aumentar. Recientemente, Neil había ganado una cantidad sustancial de dinero.

Esto había reavivado la rivalidad entre las dos empresas, llevándolas de nuevo a una feroz competencia por el dominio. Sin embargo, Katelyn seguía sin comprender el motivo de Neil para hacer semejante declaración.

Sin duda, esta estrategia generaría entusiasmo entre los consumidores, pero si la realidad del lanzamiento no estaba a la altura, el entusiasmo inicial podría convertirse rápidamente en decepción y reacción.

Katelyn dudaba de que Neil fuera tan imprudente como para cometer semejante error. Tenía que haber algo que ella no supiera, algo que hubiera empujado a Neil a actuar de forma tan repentina y audaz.

En la sección de comentarios, mucha gente bullía de curiosidad.

«¿Iris debe de llevar tiempo colaborando con el Grupo Adams? ¿Cómo es que ahora también colabora con Wheeler? ¿Puede una misma diseñadora trabajar para dos grandes empresas al mismo tiempo?».

«Eso parece imposible. Ambas empresas están en lo más alto del sector y, esta vez, se pelean por proyectos de muy alto nivel». ¿Qué te parece? Es como si ambas empresas estuvieran utilizando el nombre de Iris para hacerse publicidad».

Uno de los comentarios en la cuenta oficial del Grupo Wheeler respondió:

«Esperad al evento de lanzamiento. Cuando veáis a la verdadera Iris, sabréis a qué empresa le debe lealtad. Su verdadera identidad llegará con una enorme sorpresa».

Esta respuesta reunió rápidamente decenas de miles de «me gusta».

El mensaje detrás de la declaración era obvio. Desafiaba directamente al Grupo Adams al sugerir que la Iris afiliada al Grupo Adams era una impostora y que Iris pertenecía en realidad al Grupo Wheeler.

Cuando los internautas comprendieron esta insinuación, se abalanzaron sobre la cuenta oficial del Grupo Adams, inundándola de preguntas y exigencias de respuestas.

Sin embargo, el equipo de relaciones públicas del Grupo Adams guardó silencio y no respondió a la provocadora afirmación del Grupo Wheeler. Generar expectación y crear expectativas sería inevitablemente contraproducente si al final no se cumplían esas expectativas.

Este principio se aplica tanto al Grupo Wheeler como al Grupo Adams.

La negativa del Grupo Adams a responder no hizo sino avivar aún más la curiosidad de los internautas, provocando un aluvión de discusiones.

Se intensificó el debate sobre qué empresa contaba realmente con la lealtad de Iris, pero una cosa era evidente: cualquiera que fuera sorprendida engañando al público se enfrentaría a duras represalias.

Después de leer todos los mensajes y comentarios, Katelyn sintió una gran inquietud. En ese momento, sonó su teléfono.

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